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Padres formados, ¿hijos educados?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La pedagoga Leticia Garcés coordina desde 2010 la plataforma PadresFormados.es, creada para la formación en educación emocional para familias y docentes. Entre sus objetivos, lograr una educación en la que la emoción del miedo no se apodere de las intervenciones educativas que los adultos llevamos a cabo.

 

Por Diana Oliver

 

La Educación y el cuidado de los hijos es percibido por muchas familias como un complejo jeroglífico. Una tarea imposible (o casi) que se les escapa. Sin embargo, para Leticia Garcés, pedagoga por la Universidad de Navarra y experta en Inteligencia Emocional y Neuroeducación, educar en realidad no es una tarea tan difícil como puede parecer. La clave, según la experta, está en priorizar el desarrollo de la inteligencia emocional de los adultos que nos dedicamos al cuidado y protección de menores en desarrollo. “Sabemos que los niños y niñas no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo, contamos con la experiencia vital de ser hijo o hija pero la de ser padre o madre tenemos que adquirirla”, explica Garcés. Si bien es ese papel de hijos e hijas el que nos permite a los padres y madres tener una experiencia personal, esto es algo que sin duda nos condicionará a la hora de educar.

Ocurre entonces que debemos adquirir un conocimiento con una fundamentación científica para no caer en opiniones basadas en las experiencias personales que puedan no ser del todo beneficiosas. “Es necesario que los padres y madres nos formemos para saber por qué hacemos las cosas, cómo queremos hacerlas y para qué, todo esto habiendo hecho una reflexión previa, habiendo adquirido un conocimiento básico de cómo son los niños a cada edad o qué comportamientos pueden considerarse normales y cuáles requieren de una mayor atención por nuestra parte”. La pedagoga, que también es autora del libro “Padres Formados, hijos educados” (Editorial Creados 2017), coordina desde 2010 www.padresformados.es, una plataforma de formación nacida precisamente para lograr la educación emocional de familias y docentes a través del análisis de esas vivencias personales para ir más allá de ellas.

Padres formados, hijos educados

Internet, libros, redes sociales, grupos de WhatsApp, foros, charlas y conferencias y hasta cursos online. El abanico informativo que tienen las familias en la actualidad sobre la educación y la crianza de los hijos es inmenso. Cada vez sabemos más pero también nos agobiamos más, perdidos en información que se contradice o que no termina de encajar con nuestras necesidades como familia.

También las expectativas juegan un papel clave a la hora de elaborar el mapa de nuestras vivencias familiares. “A veces nos agarramos a la idea de cómo deberían de ser las cosas y cuando la realidad no se asemeja, cuando no somos esa madre que nos hemos propuesto ser, cuando nuestras parejas no actúan como los padres o esposos que habíamos imaginado, simplemente se experimentan decepciones, nos sentimos culpables con nosotros mismos por no coincidir con esa idea y decepcionados con las personas que no son como nos gustarían que fueran”, explica Leticia Garcés. La clave para la pedagoga pasa por rebajar esas expectativas que generan tanto malestar y frustración pero también por la implicación en la paternidad desde la conciencia, la flexibilidad y la simplificación.

Y existe un apoyo fundamental: la evidencia científica. Desde hace casi veinte años, desde el año 2000, la ciencia ha logrado desmentir algunos de los argumentos educativos que hasta ahora se daban como verdaderos y únicos. “Lo que sirvió en una sociedad anterior no sirve en la actual”, opina Garcés, quien añade que no sólo el ser humano evoluciona, sino que cada vez contamos con más información rigurosa, con más experiencias, y esto hay que aprovecharlo. “No podemos ignorar todo lo que ya sabemos”, dice.

¿Cuáles son los principales errores que cometemos las familias en la educación de los hijos? Responde Leticia Garcés que más que hablar de errores, prefiere hablar de dificultades. Dificultades que suelen estar relacionadas con el estilo educativo predominante en la familia: “Cada estilo educativo (autoritario, permisivo, sobreproteger o asertivo) tiene aspectos positivos y mejorables”. Por ejemplo, para Garcés, el autoritario tiene claro que tiene que poner límites y los pone, pero, según la pedagoga, “se pierde en las formas ya que tiende a ser directivo llegando a abusar del poder”. El permisivo generalmente escucha, acompaña, atiende y respeta las emociones, pero opina que “le cuesta mucho poner límites, o no los cree necesario o no sabe cómo ponerlos”. Es por eso que cree que los padres que hemos asumido la responsabilidad de educar a nuestros hijos para que tengan un desarrollo adecuado, debemos practicar la parentalidad positiva basada en la aservitidad. El resto de estilos educativos tiene, según Garcés, consecuencias negativas sobre el niño o la niña: “El autoritario genera baja autoestima y agresividad y el permisivismo genera inseguridad y falta de confianza”.

 

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#EducarSinMiedo

Entre las premisas básicas para una Educación saludable, Leticia Garcés considera que es fundamental educar sin el recurso del miedo y la amenaza. De esa idea nacía en 2018 la campaña de sensibilización #educarsinmiedo, que trata de concienciar a través de las redes sociales a las familias sobre la importancia de educar sin generar miedo en los niños y niñas. “La idea es que la emoción del miedo no debe apoderarse de las intervenciones educativas que los adultos llevamos a cabo. Tratamos de hacer circular reflexiones sencillas que nos permiten ejercitar precisamente la parentalidad positiva, que en definitiva consiste en practicar las competencias emocionales que nos permiten actuar desde la conciencia emocional y respeto”, explica Garcés.

Los contenidos se apoyan en recursos tanto de texto como audiovisuales. Así, podemos encontrar un test que contiene más de 100 frases para que cada familia pueda conocer cuál es el punto de partida en el que se encuentra, entrevistas con expertos en Educación y cinco cortometrajes que recogen en clave de humor algunas de las reflexiones que se proponen en la campaña. Reflexiones como la validación de las emociones, la importancia de restituir los vínculos afectivos entre los miembros de la familia o la premisa de no imponer ciertas conductas como “compartir” sino enseñar a través del ejemplo.

Para la pedagoga, una de las cuestiones más importantes es lograr simplificar muchos conceptos que la ciencia respalda en torno a la educación emocional o a la parentalidad positiva. Para ello emplea frases con las que las familias podamos sentirnos identificadas pero sin perder de vista el humor. “Usar el humor para desdramatizar un poco genera que los padres estén más abiertos a llevar a cabo las reflexiones que planteamos porque en ningún momento buscamos a “los malos padres” para señalarlos con el dedo y decirles todo lo que hacen mal, sino que en la medida que tomamos conciencia, es inevitable no querer comprometerse con un cambio personal, porque en definitiva nos genera mayor satisfacción”, concluye.

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