Padres y docentes, en el mismo barco
Cállate. Ponte en tu sitio. Siéntate. Callaos. Que os calléis. Un poco de atención… Los profesores dedican el 16% de la clase a imponer orden en las aulas, un trabajo agotador que afecta negativamente en el rendimiento académico de los alumnos y hasta en el ambiente del centro. Este constante tira y afloja y la escasa colaboración de los padres son uno de los talones de aquiles de nuestro sistema educativo.
Organizada por CEAPA y CONCAPA, se celebró recientemente en el Consejo Escolar del Estado la I Jornada de Participación. Y también hace poco tuvo lugar en Pamplona el 35º Congreso de FAPACE, organización que aglutina a los padres de los centros de Fomento. En estos foros, se ha vuelto a destacar que se necesitan padres que se involucren más en el colegio.
Y no es que los padres tengan mala voluntad o que pasen de lo que les sucede a sus hijos en las aulas. En muchas ocasiones la falta de formación les impide afrontar sus obligaciones, que dejan demasiado en mano de los profesores. De ahí la necesidad de seguir impulsando las Escuelas de Padres como eficaz herramienta para darles el apoyo educativo necesario con el fin de que sepan moverse en un territorio en el que, por desgracia, a menudo se sienten desbordados.
Escaso respaldo
Este pasotismo, sin embargo, tiene negativas consecuencias para el ambiente de los centros educativos, como confirma una encuesta de FETE-UGT. El 55% de los encuestados subrayan la falta de respaldo de los padres a la hora de afrontar los problemas que surgen en las aulas. Más aún, en muchas ocasiones la respuesta de las familias va en contra incluso de los intereses educativos, actitud que en nada contribuye a que mejoren los resultados escolares y a que, por supuesto, disminuya el fracaso escolar, el verdadero lastre de la educación española. Y es que para mejorar el clima educativo es indispensable que mejoren las relaciones entre los padres, profesores y alumnos. La extensión de un clima de desconfianza, violencia y de indisciplina, aunque no sean casos escandalosos ni trágicos como los que a veces saltan a las noticias de los medios de comunicación, empaña el trabajo y el esfuerzo que ponen los docentes para mejorar la calidad de nuestro sistema educativo.
Hace falta, pues, que los padres, en todas las etapas pero especialmente en la Secundaria, la más conflictiva, asuman su papel de colaborar con la escuela. No puede ser que se alineen por sistema en el bando contrario al de los profesores, asegurando con su conducta que sus hijos mantengan una actitud desafiante. Más aún, resulta preocupante la proliferación de casos hasta ahora insólitos en la educación española, como son los actos de violencia de los padres contra los profesores.
A través de las actuaciones del Consejo Escolar, de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, del diálogo, de las frecuentes reuniones, de las tutorías…, deben establecerse fluidos cauces de colaboración entre las familias y los docentes, pues todos deberían ir en la misma dirección. Cuando se respira un clima conflictivo en las aulas, con enfrentamientos entre los profesores y los alumnos, o entre los propios alumnos, acaba salpicando negativamente al trabajo docente.
Según el último Informe TALIS (Teaching and Learning International Survey), elaborado por la OCDE en 2009, el 16% de las clases en España se pierde en imponer orden. Pero hay datos todavía más preocupantes. Por ejemplo, España es el país donde el clima escolar es el “menos favorable” de los países participantes. El Informe reconoce que es necesario fortalecer la figura del profesor y mejorar sus condiciones sociolaborales como factor determinante para que mejore el clima educativo. En este sentido, la mejor dirección es trabajar, con la colaboración de los padres, para reforzar la autoridad y el prestigio del profesor. Sin embargo, los recientes recortes educativos, que han afectado de manera muy especial a los docentes, no parece que sean la mejor medicina de las Administraciones educativas para apoyarlos.