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"Para los padres lo más difícil es asumir que tienen que modificar conductas"

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Apasionada de la Psicología y también de los
niños, Rocío Ramos-Paul lleva años trabajando
con las familias y considera que el programa
Supernanny –emitido en el canal Cuatro de
televisión– no es más que otra faceta en la línea
de su trabajo como educadora y psicóloga. Pronto
volveremos a verla porque preparan más capítulos.

Autor: MARTA SERRANO

P. ¿Sigue alguna metodología de trabajo ¿Sería válida para cualquier caso?
R. Utilizo una metodología cognitiva conductual, que es la que he elegido. Es válida en la medida que es eficaz. Y para mí, es eficaz.

P. Son muchos los padres que piensan que se trata de un modelo simplista.¿Qué límites tiene?
R. Es un error pensar que es una metodología sólo conductual. Reconozco que a través del formato televisivo se refleja más lo conductual que lo cognitivo, pero utilizar una metodología cognitivo conductual significa que se trabaja tanto con las emociones como con la parte de la conducta y el comportamiento. Quizá la parte de las emociones es un trabajo más lento y en el programa no da tiempo a trabajarlo, a verlo bien. No obstante, creo que sí hay indicios en algunos casos de pequeños cambios que ayudan, como mejorar la comunicación, hablar en positivo…
Desde mi orientación pensamos que cualquier pequeño cambio genera o desencadena cambios alrededor de las otras partes. Es decir, desde la parte emocional se pueden conseguir cambios en la parte conductual y en la fisiológica y viceversa. Por ejemplo, si una madre aprende a responder a las rabietas de una forma más tranquila, ella va a estar más tranquila, el niño va a aprender a contener más la emoción (el grito, el lloro), la madre va a aprender a solucionar el tema de otra manera, etc.

P. Los límites entonces,¿los impone la televisión?
R. Siempre he sido muy clara con eso. Hablar de Supernanny no es hablar de una terapia. Es un programa de televisión donde vemos o proporcionamos pequeñas estrategias, soluciones a problemas concretos de la vida cotidiana. Una terapia es otra cosa y necesita de más tiempo, un análisis más profundo. No podemos confundir una cosa con la otra.

P. ¿Qué pasos sigues?
R. Hay un análisis a partir de los datos que se recogen de la familia y del colegio. Éstos son los dos grandes ámbitos del niño pequeño, y en la medida que haya más coordinación, mejores serán los resultados.
Hay observación, análisis de datos, deducción de una hipótesis de trabajo que se discute con los padres… Espero un compromiso de esos padres, es decir, que entiendan lo que vamos a trabajar y que se comprometan a llevarlo a cabo. A partir de aquí comenzamos la terapia y se marcan pequeños objetivos que se van evaluando a corto, medio y largo plazo. Este método de trabajo lo adapto a Supernanny.

P. ¿Es más difícil trabajar con los padres o con los hijos?
R. Para los padres lo más difícil es asumir que tienen que modificar conductas, cambiar cosas. El inicio es la parte más dura, pero una vez que se sabe que hay que hacer las cosas de otra manera buena parte del trabajo está hecho.

P. ¿Utiliza alguna regla de oro que podamos recomendar?
R. En la medida de lo posible hay que reforzar todo lo positivo que haga el niño (con un beso, por ejemplo) y obviar en la medida de lo posible las conductas negativas, no atenderlas. Para mí eso es lo básico. También hay que educar a los niños desde la responsabilidad, y eso a veces implica riesgos para los padres como asumir que salgan de casa o el buen uso del móvil, que no puede suplir el que los padres pasen tiempos de calidad con los niños. Por otra parte, los padres deben enseñar a sus hijos a decir no. Que piensen si saben cuál es su comida preferida. Que el hijo sepa que es el protagonista para ellos y que se sienta escuchado también es básico.

P. ¿Qué valores y qué límites hay que trasmitir?
R. Cada familia tiene que decidir los suyos (sus valores). Es importantísimo además el sentido común a la hora de educar. Es bueno hablar también de los límites, discutir si son racionales o no. Para una familia un límite puede ser que los niños no se suban de pie a los sofás y para otra a lo mejor esto no es tan importante. Eso sí, tiene que haber límites porque los niños deben aprender que hay consecuencias cuando uno se los salta, más que nada porque eso tiene que ver con su seguridad, con su autoestima y con lo que va a necesitar para funcionar cuando crezca.

P. ¿Hasta qué punto puede ser positivo un azote ?
R. En ninguno. El azote y el bofetón paran, pero no educan en ningún caso. Si nos rascamos un poquito veremos que el azote tiene que ver más con el mal genio o el cansancio que traemos encima que con educar o con las ganas para afrontar las cosas de otra manera. Así, trasmitimos al niño que la solución a ese conflicto es una torta, y eso tiene mucho peligro.

P. ¿Los castigos o premios para rechazar o reforzar conductas educan?
R. Hay que reforzar las conductas que consideremos positivas, lo que hace bien. Por ejemplo, si es capaz de mantenerse sin gritar cuando nos pide una chuchería al salir del supermercado hay que decir: «Me ha gustado lo bien que te has portado en el supermercado». Así le enseñas muchas cosas. Si por el contrario piden las cosas gritando hay que decirle: «Cuando estés tranquilo te atiendo», y dejarle ver que no va a conseguir nada llorando o gritando. Un castigo significa aplicar algo negativo para el niño y aunque está ahí, siempre que se pueda es mejor evitarlo.

P. ¿Qué decirle a los padres que educando a todos los hijos por igual perciben en uno un trastorno de conducta?
R. Nunca se educa igual a los niños dentro de una familia. Siempre hacemos distinciones aunque no nos demos cuenta. No hay que culpabilizarse y hay que entender que hay que modificar cosas. Si se percibe un trastorno grave hay que acudir a un profesional. A día de hoy hay muchos recursos a los que acudir.

P. ¿Cuál es el grado de satisfacción entre las familias con las que has trabajado?
R. Según el seguimiento que hacemos es alta por regla general.

Más información en www.rocioramos-paul.com o en el Tel. 91 413 99 52

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