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¿Por qué aumenta la anorexia en pandemia?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El confinamiento y aislamiento social a causa de la Covid-19 han hecho que aumenten los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en los adolescentes. ¿Cómo prevenirlos?

 

Por Olga Fernández

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), una enfermedad que afecta a 400.000 personas en España, en su mayoría jóvenes, se ha visto incrementada por la situación de pandemia. Durante el pasado año, el Hospital Niño Jesús de Madrid registró un 20 por ciento más de ingresos por este tipo de trastornos, principalmente por anorexia nerviosa. Los especialistas de este centro apuntan a varios factores: la modificación de las actividades o rutinas de la vida diaria (alimentación, actividad física, horas de sueño, actividades extraescolares….); la restricción social, el incremento y mal uso de redes sociales y una mayor incertidumbre y miedo como efecto emocional negativo de la pandemia. Al mismo tiempo, factores considerados “protectores” como el apoyo social entre compañeros y familiares se han visto reducidos. Todo esto ha provocado en personas vulnerables una hipervigilancia de su estado físico y un posible comienzo de conductas alimentarias anómalas.

Sobreexposición a redes

Las restricciones de movilidad durante la pandemia por Covid-19 han recortado las relaciones sociales de muchos adolescentes y niños que, al no poder ver a sus amigos, lo han suplido con las relaciones virtuales y una sobreutilización de la redes sociales, muchas veces sin control parental. “Ellos están muy expuestos a las redes y todo el bombardeo que estamos recibiendo relacionado con el ejercicio físico en casa y la buena alimentación, que ha sido muy útil para parte de la población durante el confinamiento, ha obsesionado a muchos adolescentes”, afirma Montse Sánchez Povedano, psicóloga clínica experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y directora del centro Eática. La relación entre redes y alimentación parece tener un vínculo hasta ahora desconocido: una investigación llevada a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh ha observado que los participantes que pasan más tiempo en las redes sociales dicen tener problemas con su imagen corporal y sus hábitos alimenticios más a menudo que quienes utilizan menos las redes. Para los adolescentes con antecedentes de trastornos alimentarios, puede ser un desencadenante para volver a caer en la alimentación desordenada.

¿Qué síntomas en los adolescentes deben alertar a los padres? “Además de la reducción de peso, hay muchos factores que nos deben alertar: los cambios abruptos de carácter o humor, la voluntad de aislamiento, la tristeza, el veto a determinados alimentos, etc.”, apunta la psicóloga.

La Asociación para la Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa (Adaner) desarrolla un programa de prevención donde involucra a los padres, a los adolescentes y a los profesores. En el taller para alumnos, se trabaja el fomento de hábitos saludables y no se facilita información sobre la sintomatología de este tipo de trastornos. Según Adaner, incidir en la sintomatología promueve que las personas que estén en riesgo realicen comportamientos típicos de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en vez de conductas saludables.

Los talleres los imparte una psicóloga especialista en TCA y trabaja con los alumnos los contenidos de forma dinámica fomentando la participación, dejando abierta la posibilidad de contactos posteriores y apoyo psicológico. Los contenidos son: hábitos saludables de alimentación, ejercicio físico, modos de interacción (autoestima y asertividad), decodificación del mensaje social (medios de comunicación, publicidad, retoques en vídeos y fotos…); cómo actuar ante la sospecha de que un/a compañero/a pueda tener un TCA (derivación a orientación); cómo actuar ante un caso de amigo/a con TCA (actuar como amigos y no intentar ser “terapeutas”, seguir siendo la parte saludable y no realizar conductas sintomáticas…).

El taller de prevención para padres busca dotar a estos de la información con el fin de ayudarles a prevenir, detectar precozmente un TCA, y saber a dónde acudir si su hijo/a tiene este trastorno. Algunos de los puntos que incluyen son: qué es un TCA, factores de riesgo y protección, modelo de inicio; cómo actuar ante la sospecha de que un/a hijo/a pueda tener un TCA (a dónde acudir, recursos específicos en TCA y cómo hablar del problema); y cómo actuar con un hijo/a con TCA.

Por último, los talleres para profesores están impartidos por una psicóloga especialista en TCA e incluyen información básica sobre prevención primaria, secundaria y terciaria en TCA, además de alternativas y estrategias, recursos, cómo propiciar el debate y ofrecer la posibilidad de contactos posteriores.

 

 


 

 

Montse Sánchez Povedano, psicóloga clínica experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y directora del centro eática

 

“Los trastornos alimentarios siempre son la expresión de un sufrimiento personal”

 

Durante la pandemia han aumentado los trastornos de alimentación entre los adolescentes, ¿a qué es debido?

El aumento de estos trastornos se debe a varios factores. Los adolescentes, en una situación normal, pasan gran parte de su tiempo fuera del hogar y comparten muchas de las comidas con sus amigos. En pandemia, ha aumentado la presencia de la familia en casa y ha propiciado que los padres puedan estar más atentos al comportamiento de sus hijos en relación con la alimentación. La convivencia continuada también ha desencadenado, en algunos casos, mayor conflictividad y una sensación de control. Así, aquellos adolescentes que podían estar flirteando con la enfermedad han sentido que las conductas enfermas que les tranquilizan (restricción en la comida, ejercicio físico, atracones, preocupación sobre el cuerpo….) están mucho más expuestas a la observación y supervisión de la familia. Pensemos que muchos de estos trastornos o conductas pueden pasar fácilmente desapercibidas en el núcleo familiar.

La situación ha producido mayor aislamiento y, aunque han suplido las interacciones presenciales con más facilidad que los adultos por las virtuales, se pierden escenarios de confidencialidad, de apoyo… tan necesarios en su desarrollo afectivo y en la resolución de sus conflictos.

Por último, y muy importante en el aumento de estos casos, es la ruptura de rutinas y de proyectos (un curso en el extranjero, una beca en otro instituto, un intercambio…) que ha frustrado muchas expectativas en un grupo de edad más vulnerable, con menor capacidad para adaptarse y en un tiempo en que no estamos preparando a los jóvenes para la frustración.

¿Qué recomendaciones deben seguir los padres en el día a día con sus hijos en casa para evitar estos problemas?

Una recomendación básica es no transmitir una excesiva preocupación por la estética, no juzgar a nuestros hijos ni a nadie por el aspecto, comer todos juntos siempre que sea posible, etc. También es muy importante que la comunicación funcione, que se establezca suficiente confianza para que nos cuenten sus preocupaciones. Fomentar su autoestima desde pequeños, sin basarla en el físico. Y algo muy concreto: hacer una comida juntos, al menos una vez al día, y aprovechar ese espacio para comunicarse.

¿Detrás de los trastornos de alimentación de los hijos suelen estar los problemas que tienen sus padres?

Los trastornos alimentarios siempre son la expresión de un sufrimiento personal. A menudo simplificamos su origen como una obsesión por el cuerpo, pero está demostrado que es más complejo y están relacionados con conflictos emocionales, familiares, traumáticos, etc.

En la terapia con los adolescentes, ¿es necesaria la presencia de los padres?, ¿por qué?

En el proceso debemos implicar a los padres y ayudarlos. En nuestro centro hemos desarrollado herramientas digitales que permiten mantener el seguimiento de los pacientes y compartir el proceso, además de realizar sesiones psicoeducativas específicas para los padres y familiares de los afectados.

 

Recomendaciones para padres en pandemia

 

Desde la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario del Niño Jesús recomiendan lo siguiente:

  1. Compartir las nuevas dificultades en familia (adaptándose a la edad de los hijos) reforzará el sentimiento de valía personal de cada uno y la mejor solución de las dificultades de convivencia.
  2. Mantener una comunicación cariñosa, tranquila, e intentar usar el sentido del humor. Todos tenemos un límite, por eso es mejor relevarse con otro miembro de la familia para lidiar con algunas situaciones que se generen, antes que perder el control.
  3. La información más alarmista es mejor evitarla. Es preferible obtener información de fuentes fiables e intentar transmitirla a los menores de forma adecuada a su edad. Hay que limitar el acceso a las noticias de manera continua. Resultará muy reconfortante mantener la comunicación con otros familiares (abuelos, tíos, primos) mediante llamadas, videoconferencias, e-mails, dibujos o cartas dedicadas a ellos.
  4. Se hace necesario recrear espacios comunes para compartir, pero también los espacios individuales para la reflexión y la intimidad, tanto para el paciente como para los padres.
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