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Primer día de cole

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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A pesar de que muchos sientan ganas de ver a sus compañeros y compartir sus aventuras estivales, la vuelta al cole resulta dura para todos los niños. Algunas circunstancias, como ser repetidor o excesivamente tímido, pueden provocar que la adaptación no se desarrolle con tanta normalidad.

Autor: Laura Gómez Lama

“La empatía, el afecto, el deseo de compartir, el inhibirse de agredir, la capacidad de amar y ser amado y un sinnúmero de características propias de una persona asertiva, operativa y feliz están asociadas a las capacidades de apego formadas en la infancia y niñez temprana”, comenta el especialista en conducta infantil Eduardo R. Hernández, en su artículo El apego. Un vínculo sano y sólido entre padres e hijos es una garantía que prepara al niño para su integración social. Sus relaciones, que en un principio eran con adultos, empiezan poco a poco a desarrollarse entre iguales con primos, vecinos… para hacerlo ya plenamente en el contexto escolar.

El momento de abrirse
Nuevos retos van a poner a prueba las capacidades de autonomía alcanzadas por el niño al comienzo del curso. Si consigue superarlos con éxito, potenciará su independencia adoptando actitudes como ser participativo en clase, compartir sus cosas o aprender a defenderse y expresar libremente sus ideas.

Las relaciones que el niño establece en el colegio desempeñarán un papel fundamental en su vida, pues las amistades que haga serán su principal apoyo para aclimatarse y asimilar las cosas que le ocurran; mientras que el rechazo de sus compañeros le inhibirá en la exploración, dará lugar a quejas constantes, tristeza, apatía por ir al cole y un excesivo apego hacia los adultos.

En cuanto a los nuevos retos que se le plantean, “es importante que familia y colegio resalten los valores no intelectuales para que el niño tenga claro que el hecho de que no se le den bien las matemáticas no implica ser peor. Algunos niños sufren mucho debido a que se magnifica el valor de los resultados y no del esfuerzo, la constancia o la creatividad, cuando la realidad es que no todos estamos dotados con las mismas capacidades. Relativizar el valor del rendimiento intelectual o de las destrezas físicas y diversificar los valores, facilitaría que todos los niños se sintieran integrados y puedieran tener una autoestima sana, aceptando que no todos hacemos bien las mismas cosas”, explica la psicóloga infantil Paloma Méndez, del Centro Activa Psicología.

A veces el comienzo de la etapa escolar resulta un crudo choque con la realidad difícil de asumir por un niño. Sobre todo si sus padres han tendido a sobreprotegerle o le han ofrecido una imagen falsa o idealizada de sí mismo, fomentando que no sea consciente de sus capacidades y sus limitaciones reales. De este choque nace en muchos casos el miedo al fracaso.

Ser objetivo como padre también es una ayuda para no dejarte engañar por él. Hay niños que se resisten a ser autónomos y
crean en los demás la necesidad de ser ayudados. Lanzan señales de desprotección tanto a los adultos como a los demás niños para ser tratados con mayor miramiento. La reacción de los demás, incluso entre sus iguales (amigos, primos, compañeros…), suele ser protegerlos, lo que alimenta una actitud irresponsable y dependiente que suele aflorar nada más empezar el curso y que dará muchos quebraderos de cabeza a los padres en los días venideros.

Prepárale en casa

“Cuando un niño asiste por primera vez al colegio sin haber pasado por la escuela infantil, la adaptación puede resultar más dura. Muchas veces el malestar ante el primer día de colegio viene propiciado por la ansiedad de separación de sus padres. En función del temperamento del niño, y de las experiencias previas, manifestará más o menos malestar, pero hay que entender que es un proceso de adaptación y que será algo transitorio. En niños que ya han acudido otros años al colegio habría que analizar más el motivo. Quizás tengan dificultades con sus compañeros o un exceso de dependencia hacia sus padres. Sin embargo, es muy común que el cambio en las rutinas estrese a los niños y haga que durante los primeros días muestren resistencia a ir a clase”, comenta Paloma Méndez.Lo mejor para ayudarle a afrontarlo es que el niño no nos vea nerviosos y angustiados. Si nos preocupamos cuando le dejamos en la puerta del colegio o cuando le vemos llorar, es mucho más fácil que el niño aumente su ansiedad. “Los padres sienten mucha angustia al ver al niño sufrir, pero es importante que él no lo perciba y que la situación se normalice.

Otra cosa importante es transmitirle una idea positiva sobre el colegio. Hay que decirle que hará muchos amigos, que se está haciendo mayor y va adquiriendo responsabilidades como papá y mamá, que va a aprender cosas nuevas, etc. Por último, la asistencia al colegio debe ser regular. En ocasiones, como el niño lo pasa mal, decidimos que los primeros días de adaptación puede quedarse en casa. Sin embargo, es bueno que acuda con el resto de los niños y comunicar a su profesor lo que le pasa para que favorezca su integración”, aconseja la psicóloga.

Cuándo y cómo actuar
Una vez pasado el estrés del primer día, el siguiente paso es  preguntar a los profesores cómo está el niño en clase pasados unos minutos. Muchas veces los niños entran mal a clase, pero pasado un rato se muestran totalmente integrados. Si se confirma que el niño sufre durante toda la jornada, habría que analizar qué cosas están contribuyendo a ello y modificarlas. Hay que transmitir tranquilidad y entereza, que no consiga quedarse en casa. Si el problema no mejora, conviene consultar al especialista.

“Cuando un niño es muy tímido y su angustia por ir al colegio no tiene que ver con el proceso de adaptación, sino con dificultades en la socialización, hay que analizar bien lo que ocurre y asesorarse bien de la forma adecuada de adquirir habilidades sociales. Soluciones como apuntarle a actividades con niños cuando aún no está preparado puede  intensificar el problema”, concluye la psicóloga infantil Paloma Méndez.

AYUDAR A LOS MÁS TÍMIDOS SIN PERJUDICAR SU AUTOESTIMA
SOBREPROTECCIÓN. Transmite dos mensajes “mis padres me quieren mucho” y “nos soy capaz de defenderme solo, necesito protección”. Por eso, el niño sobreprotegido es más inseguro, más inmaduro y más predispuesto a padecer ansiedad que el resto. Si no se pone remedio, el niño irá adoptando conductas de una persona dependiente, indecisa, miedosa e introvertida.

ETIQUETAS. Repetirle que es ‘parado’, ‘vergonzoso’ o ‘incapaz de hacer nada solo’, incluso calificarlo así ante otros adultos estando él delante es como colgarle un cartel para recordarle constantemente sus limitaciones, pues la autoestima comienza a configurarse a través de lo que los demás dicen que somos.
u enchufes. Hablar con el profesor para que reciba un trato especial es peligroso si éste adopta una actitud de excesiva atención hacia él debido a que la autonomía del niño se verá de nuevo mermada y despertará el rechazo de sus compañeros.

PRESIONES. No le exijas más de lo que puede dar. Si no puede complacerte, verá menoscabada su previsión de éxito y dejará de esforzarse en otros ámbitos por temor a no ser suficientemente bueno. Invitarle a tener iniciativa o a expresarse no es obligarle a hacerlo. Si lo haces, sólo obtendrás inhibición y silencio.

• DEPENDENCIA. Si sus propios padres actúan como portavoces, no pueden esperar que después el hijo asuma la responsabilidad de hablar o actuar. Siempre esperará a que otro lo haga por él y, si esto no sucede, se angustiará y se bloqueará ya que no ha aprendido a valerse por sí mismo. 

• SOLUCIONES.
Evita resolver sus conflictos. Piensa con él lo que puede hacer si sus compañeros no le hacen caso o un niño se mete con él. En lugar de llamar a los otros padres para zanjar cualquier tema, pregúntale qué cree que debería hacer para que acepte la responsabilidad de resolverlo por sí mismo.

• ENFADOS. No cedas ante los chantajes emocionales ni intentes contentarle constantemente. Debe aprender a manejar solo su frustración. Fomenta el diálogo sobre sentimientos para ayudarle a reconocer sus emociones.

 

 Integrarse en una clase “veterana”
¡ODIO SER EL NUEVO!
Un cambio de colegio o repetir curso provoca una sensación de inseguridad en el niño debido a que tendrá que hacerse un hueco en un grupo que ya está formado, mientras aún echa de menos a sus antiguos compañeros.

El cambio de colegio es algo inicialmente estresante. Además, en muchos casos,  también hay una mudanza, lo que implica más cambios. A los más extrovertidos les atrae la nueva situación y se adaptan pronto. En otros casos, sin embargo, los padres saben que a su hijo le resultará duro y deben anticiparse. Es importante ir a ver el colegio con él y que le dejen opinar; mostrarle las ventajas que tiene, informarse de si algún niño del entorno irá a su colegio y propiciar que se relacionen. Los profesores suelen favorecer la integración con actividades o sentándolo cerca de niños con características prosociales. Una vez hecho el cambio, los padres también deben integrarse y relacionarse con otros padres para ir juntos al parque, invitar a un ‘amiguito’ a casa, etc, para afianzar más la relación y que el niño se sienta seguro.

Por otro lado, es posible que los repetidores vean mermada su autoestima. Los padres deben trasmitirles la idea de que durante ese curso las cosas pueden ir mucho mejor y que avanzar es  un camino largo, donde a veces nos estancamos o retrocedemos, pero  también forma parte del camino, que el progreso es una carrera de fondo y no un sprint. Así  estarán más preparados para afrontar las frustraciones dentro y fuera del colegio.



 

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