¿Protegemos en exceso a nuestros hijos?
¿Educamos o sobreprotegemos? La excesiva protección con la que a menudo tratamos
a nuestros hijos es, según los especialistas, una práctica perjudicial para el
desarrollo emocional de niños y jóvenes. De ahí la necesidad de marcar unas normas
desde pequeños para conseguir una buena conducta.
Autor: ZAIDA PÉREZ DE ARANDA
La dificultad de muchos padres a la hora de marcar ciertas normas a sus hijos está a la orden del día. Por eso, el portal Entre Padres de EducaRed (www.educared.net/entrepadres) ofrece este mes consejos para huir del permisivismo y la sobreprotección, además de aportar datos sobre los perjuicios de no poner límites.
Los padres sabemos que sobreproteger no es educar, pero ¿dónde está el límite? La dificultad de establecer este límite entre la educación y la sobreprotección puede presentarse, por un lado, a la hora de darles todo lo que nos piden en compensación por el poco tiempo que pasamos con ellos; por el otro, cuando evitamos que sufran cualquier daño físico o emocional por mínimo que sea.
En los últimos años se ha pasado de la rigidez tremenda al exceso de condescendencia, y esto sucede porque no se ha encontrado el equilibrio entre ser firmes y a la vez afectuosos. Según Amelia López, presidenta de la Asociación para la Promoción de los Derechos del Niño y la Prevención del Maltrato Infantil (Apremi), algunas de las causas que explican la sobreprotección son el aumento del materialismo, el descenso de la natalidad, o la inestabilidad familiar que provoca en familias separadas el intercambio de regalos por afecto. Los expertos indican que todas estas formas de actuar convierten a nuestros hijos en sujetos pasivos, indefensos e inútiles para valerse por sí mismos.
LAS CAUSAS
La cuestión no está en educar bien o mal a un hijo. Los padres queremos a nuestros hijos y deseamos su felicidad, pero hay que saber diferenciar si lo que intentamos conseguir es la felicidad del hijo o la nuestra. En este sentido, la sobreprotección hacia nuestros hijos es muchas veces debida a alguna de las siguientes causas:
1. Apoyar nuestra baja autoestima demostrándonos que podemos ser un buen padre o una buena madre.
2. Compensar las limitaciones que sufrimos en nuestra niñez
3. Aliviar nuestras propias frustraciones evitándoles cualquier dolor.
4. Compensar la ausencia del otro padre.
5. Compensar nuestra propia ausencia debido al poco tiempo que estamos en casa por motivos laborales.
6. Evitar las rabietas del niño.
CONSEJOS
En la sección Consejos de Entre Padres podemos encontrar recomendaciones para huir del permisivismo y la sobreprotección y para aprender a poner unos límites y mantenerlos:
1. Dedicar más tiempo a los hijos. Hay que combinar el ejercicio de la disciplina con el cariño.
2. Enseñar a los niños que rebasar los límites establecidos puede traer consecuencias proporcionadas y, a poder ser, inmediatas. Pactar los límites a establecer y las consecuencias con ellos.
3. No ceder cuando el niño intente comprobar hasta dónde puede llegar la “debilidad” de los padres.
4. Ayudar al niño a valerse por sí mismo, valorar sus logros e instarle a que se independice (por ejemplo, motivándolo a que se suba al tobogán solo).
5. Evitar dárselo todo hecho, hay que darle espacio para que resuelva sus propios conflictos y tenga iniciativa.
6. Establecer una rutina y unas normas a seguir razonables.
7. Confiar en que el niño hará lo correcto dentro de los límites marcados según su edad y nivel de desarrollo.
8. Los padres somos un ejemplo para los hijos. Por ello, nuestra forma de ser tiene que estar siempre en consonancia con lo que que les inculcamos.
9. Dejar que el niño experimente las consecuencias de su conducta.
10. Aprender a decir “no”.