fbpx

¿Quién cura a mi hijo en el colegio?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
0

Los peligros que acechan la salud de los niños en el colegio sostienen el debate del enfermero escolar. ¿Basta con un botiquín y formación en primeros auxilios o debe haber un profesional específico?

“¿Un enfermero escolar? Hasta ahora nunca me lo había planteado. Confío en el buen criterio del colegio; después de tantos años y con tantos niños, creo que tendrán todo previsto”. Mónica tiene una niña de cuatro años. Aunque su pequeña Ángela padece algún problema leve de asma, siempre ha tratado el tema con naturalidad. Se fía de los profesionales: con grandes esfuerzos y privándose de muchos caprichos, ha conseguido que su hija acuda al mismo colegio al que fue ella, un centro de reconocido prestigio. Y realmente nunca ha pasado nada. Sin embargo, no todos los padres tienen esa misma relación de confianza con los centros educativos. Desde hace algún tiempo, el debate sobre la figura del enfermero escolar ha ido ganando peso en la escena educativa.

Por supuesto, nadie renunciaría a una seguridad extra para sus hijos: “Supongo que, ahora que me lo estoy planteando, sí, me daría mayor seguridad”, reconoce Mónica. Pero, ¿hasta qué punto la presencia de un especialista en cada colegio es una necesidad real?

Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor de la Universidad Complutense, lo tiene claro: “Me parece fundamental, dado que su trabajo en el seno de un equipo interdisciplinar permitiría promover la educación para la salud en unas edades infantiles en que es esencial adquirir informaciones, actitudes, valores y hábitos que permitan llevar un estilo de vida saludable”.

Desde su posición de miembro de la Asociación Española de Salud Escolar y Universitaria, que entre otras cosas forma a diplomados en Enfermería para trabajar en la escuela, Martínez-Otero cree que “cada vez hay más conciencia, pero todavía es largo el camino que se ha de recorrer hasta impulsar genuinamente la salud desde las escuelas”.

En este sentido, la asociación Enfermería en Salud Escolar (ENSE) denuncia que en España sólo hay enfermeros escolares en los Colegios Específicos de Educación Especial –y no en todas las comunidades– y en algunos privados. Valentín Martínez-Otero sabe que “desde luego, los profesionales de la enfermería no son la panacea, pero su labor en entornos escolares ayudaría a prevenir, reducir o solucionar problemas: accidentes, consumo y abuso de drogas, dieta inadecuada, sedentarismo, conductas sexuales de riesgo, etcétera”.

Para él, el enfermero escolar, si se lo contempla desde una perspectiva integral, no se ha de considerar un gasto, sino una inversión, ya que “la prevención de muchos problemas de salud realmente aliviaría las cuentas”. Por supuesto, la teoría no presenta ningún obstáculo, pero la realidad de quienes tienen que hacer cuentas para llegar a final de mes habla por boca de Mónica. Cuando se le pregunta si sería un gasto excesivo no se limita al discurso políticamente correcto y matiza: “Depende de la cantidad de niños del colegio. Y también de si es privado, concertado o público. En el primer caso, es otra carga más para los padres, y en el último, creo que no tendría coste para los padres pero sí para el contribuyente”.

Otra cuestión es la de los Colegios de Educación Especial. Aunque no es su caso, Mónica, solidaria, reconoce que ahí sí que es necesaria la presencia de un enfermero. Martínez-Otero admite que en esos centros “acaso se advierta más la conexión entre las funciones de los diplomados en Enfermería y los escolares”, pero cree que se debe ir más allá: “Dichos profesionales son necesarios en todo tipo de colegios”.

Botiquín escolar

El rival del enfermero escolar es un viejo conocido de los colegios: el botiquín. Todos los centros educativos deben tener al menos uno, con los materiales necesarios para que alguno de los docentes con conocimientos de primeros auxilios realice una primera cura y prepare la evacuación del niño al centro hospitalario más cercano. Botiquín, profesores y un teléfono de emergencia bien localizado. Un circuito de seguridad cuya puesta al día aseguran las inspecciones regulares de los expertos de las administraciones públicas. ¿Basta con eso?

Así lo cree Mónica, por ejemplo: le parece suficiente para resolver alguna urgencia en el colegio de su hija. Pero el doctor Valentín Martínez-Otero va más allá: “Es cierto que el impulso de la educación de la salud exige ciertos recursos sanitarios, pero pasa sobre todo por la creación de un ambiente físico y psicosocial apropiado en el que se desplieguen habilidades personales, y esto reclama la presencia de profesionales, entre ellos los enfermeros”.

Martínez-Otero se refiere a la creación en el alumnado de una conciencia en materia de salud: buenos hábitos alimentarios, conocimiento de los peligros de determinadas sustancias y comportamientos… Habrá quien piense que esa misión corresponde a los padres, que deberían asesorarse al respecto y prestar especial atención a la comunicación con sus hijos también en este apartado. Se podría objetar que la ayuda de un profesional nunca vendrá mal, al contrario. ¿Fomento de la hipocondría o lógica responsabilidad? ¿Gasto excesivo o inversión en un activo tan importante como la salud? El debate está servido.

Accede al proyecto de ENSE pinchando aquí.

0
Comentarios