Raúl Rodrigo: “Ante el acoso, nadie va a venir a salvarnos si no gritamos”
Por Gema Eizaguirre
“Un día me desperté y pensé en todo lo vivido, y en lo que me gustaría contarle a alguien que estuviera sufriendo acoso escolar”, esta reflexión le llevó a Raúl Rodrigo, Licenciado en Economía y Censor Jurado de Cuentas, a escribir Mi receta contra el acoso escolar (Desclée). En él cuenta sucesos, reflexiona y da pautas para salir de esta situación en la que explica los golpes más dolorosos fueron los de la soledad.
-¿Fue difícil contar su experiencia de acoso?
-Simplemente pensé que si un joven o un niño estaba sufriendo acoso escolar y mi testimonio le daba esperanza, yo no podía seguir callado nunca más. Así que me senté frente al ordenador y escribí todo lo que a mí me gustaría contarle a un adolescente que estuviera sufriendo acoso si tuviera la oportunidad de hablar con él o con ella. Aquello quedó guardado en un cajón y tiempo más tarde comencé a intentar difundir ese mensaje.
-¿Cómo puede detectar un padre/ madre que su hijo sufre acoso?
-En los cambios de comportamiento. Muy atentos a los cambios en los patrones de comportamiento, incluso si son positivos.
-¿Qué es lo que más les cuesta entender a los padres cuyo hijo sufre acoso?
-El por qué. Buscamos razones que expliquen y justifiquen lo que nos ocurre, y hay veces que hay cosas que simplemente son injustas y ya está. En la vida ocurren cosas injustas, es así.
Buscamos razones que expliquen y justifiquen lo que nos ocurre, y hay veces que hay cosas que simplemente son injustas y ya está. En la vida ocurren cosas injustas, es así.
-¿Y a los padres del niño que comente una agresión?
-Lo que les cuesta directamente es aceptar que está ocurriendo, porque se sienten cuestionados como padres. Y tampoco son ellos siempre los responsables; hay agresores que tienen un gran conflicto interior y que pagan con el agredido.
-¿Apuesta, entonces, por una segunda oportunidad para el agresor?
-Por supuesto, el agresor nos necesita tanto como el agredido. Es una persona herida que requiere de nuestra ayuda. Y es cierto que muchas veces los problemas están en casa, pero no siempre.
-¿A qué se refiere?
-A veces el problema solo está en el agresor y no en su entorno familiar. El agresor puede estar descubriendo cosas de sí mismo que no quiere aceptar: sexualidad, limitaciones físicas o intelectuales, alguna adicción de la que no sabe cómo escapar. No debemos estigmatizar el entorno familiar del agresor porque corremos el riesgo de no prestar atención a conductas y situaciones que requieren de nuestra ayuda. Y además, todo ello al perdón posterior.
El agresor puede estar descubriendo cosas de sí mismo que no quiere aceptar: sexualidad, limitaciones físicas o intelectuales, alguna adicción de la que no sabe cómo escapar.
-En mi caso, he tenido la gran suerte de ser una persona reflexiva en la vida adulta apasionado de la psicología, del intento de comprensión de por qué los seres humanos nos comportamos como nos comportamos -en cualquier ámbito o cara de nuestra existencia-. Esto me ha ayudado a perdonar. Hoy no guardo ningún tipo de rencor porque soy capaz de ver que quienes me hirieron eran niños, adolescentes, y no adultos; y que si lo hicieron era porque no estaban bien.
-¿Qué diría a un niño que sufre acoso y no sabe cómo contarlo?
-Que no está solo. Que somos muchos los que estamos a su alrededor para cuidarlo y protegerlo. Que imagine que tiene que saltar desde un lugar muy alto, pero que abajo tiene una enorme red, una red fuerte que no le dejará caer: esa red son sus padres, sus profesores, sus compañeros… Y que no le ocurra lo que a mí. Yo descubrí hace unos tres años que mi familia no fue consciente de nada. Viví un infierno, viví avergonzado por el hecho de haber fracaso y sometido a mi familia al sufrimiento, y resulta que no lo sabían. Porque no lo conté. Creemos, también los adultos, que los demás serán capaces de adivinar lo que nos ocurre y no es verdad. Hay que pedir ayuda, nadie va a venir a salvarnos si no levantamos la mano y gritamos que estamos en peligro.
-Comenta el miedo a hablar. ¿No se ha superado un poco y cuentan más lo que les pasa?
-Lo desconozco. Quiero pensar que el miedo persiste porque está relacionado con tener que mostrar que has fallado. ¿Quién quiere contar que le rechazan, que es el excluido, el repudiado? Casi nadie, menos en la adolescencia. Creo que tiene que ver con eso.
-¿Quiénes tiene mayor responsabilidad en detectarlo y atajarlo: las familias o los profesores?
-Todos debemos tener los ojos bien abiertos. No debemos fustigarnos por no haberlo visto. El acosador, y el acosado, se cuidan muy bien de que no trascienda, de que no lo veamos. Responsables somos todos.
El acosador, y el acosado, se cuidan muy bien de que no trascienda, de que no lo veamos. Responsables somos todos.
-¿Cómo ve la evolución en la detección del acoso escolar en los últimos 10 años?
-Ha mejorado muchísimo, sin lugar a dudas. Ahora hay protocolos de actuación por parte de las instituciones pero, sobre todo, hay, lo que es más importante, una labor titánica de docentes y alumnos. Eso era impensable cuando yo sufrí acoso escolar, ahora los propios alumnos se están organizando para vigilar, prevenir, orientar… Eso es esperanzador.
-Ahora hay más programas de convivencia, protocolos… ¿Los ve eficaces?
-Yo los veo eficaces. Sobre todo en la prevención del aislamiento y la soledad, ese tipo de acoso creo que está muy vigilado por profesores y compañeros. Respecto a las instituciones, sé que les preocupa el asunto y trabajan en ello, pero me quedan dudas de si están apoyando de manera eficaz a los profesores implicados en esta lucha. Mi percepción es que esto está saliendo adelante gracias a la vocación, tenacidad y tiempo, en muchos casos personal, delos docentes.
Mi percepción es que esto está saliendo adelante gracias a la vocación, tenacidad y tiempo, en muchos casos personal, delos docentes.
-Explica en el libro su trabajo emocional para superar el acoso. ¿La formación en Educación Emocional podría ser clave para erradicar o al menos disminuir esta lacra?
-Creo que enseñarnos a entender nuestras emociones siempre es positivo. Eso ayuda, pero en este sentido hemos de ser muy cuidadosos. ¿Qué quiero decir? Lo que trato de explicares que yo me he sanado porque he hecho un trabajo emocional muy profundo. Creo que lo que nos pueden enseñar en un aula, aunque positivo, queda lejos de poder atajar los problemas emocionales que pueden llevar a un agresor a agredir. Si un adolescente se ha convertido en un acosador, necesita un trabajo individual de terapia más allá de lo que se pueda hacer en el aula.
-También habla de los contenidos de sexo que ven los menores y también violentos. ¿Qué responsabilidad tiene la sociedad en general en la violencia escolar?
-Toda. Bueno, quizá haya casos en los que haya niños que tienen comportamientos agresivos por cuestiones genéticas, pero en general, mi opinión es que los niños, adolescentes después, son el resultado de una educación en casa, en las aulas, en la televisión…