Tania García: “Educamos de forma adultista y conductista”
En Educar sin perder los nervios (Vergara), Tania García propone un trabajo emocional e interior a los padres para dar la vuelta a lo que ella considera un paradigma de educación “adultista y conductista” en el que aún siguen primando la represión, la sumisión y el castigo.
Tania García es escritora, madre de dos hijos y creadora de Edurespeta, una escuela internacional para familias y profesionales que desean educar desde el respeto. En 2017 publicó su primer libro, Guía para madres y padres imperfectos que entienden que sus hijos también lo son, todo un éxito de ventas que alcanzó la octava edición en apenas un año en el mercado. Ahora presenta Educar sin perder los nervios (Vergara), un libro que propone un trabajo emocional e interior a los padres para dar la vuelta a lo que ella considera un paradigma de educación “adultista y conductista” en el que aún siguen primando la represión, la sumisión y el castigo.
Dedicas el libro a tus hijos. Y también “a todos los niños y niñas del mundo, los únicos que pueden salvarlo”. Que puedan hacerlo, ¿dependerá de la forma en que les criemos y les eduquemos?
Por supuesto. Actualmente educamos de forma adultista y conductista, es decir, bajo el interés y punto de vista adulto, bajo la represión, la sumisión y el castigo. El único punto de vista importante, en cualquier situación, es el del adulto. Al final la sociedad que tenemos es el resultado de este tipo de educación, en el que los adultos tenemos innumerables carencias emocionales, las cuales ni tan siquiera vemos, o quizás empezamos a ver cuando nos convertimos en padres y nos encontramos a nosotros mismos tratando a nuestros hijos como un día juramos que no haríamos nunca.
Y, por regla general, ¿cómo dirías que lo estamos haciendo? Criar y educar a los niños del futuro, me refiero.
Mal. Como te decía, seguimos educando de igual forma, y esto hace que se repitan constantemente los mismos errores: castigamos, gritamos, ponemos consecuencias, catalogamos de retadores, tiranos y malos, exigimos, pegamos, insultamos, comparamos, etiquetamos, controlamos, ignoramos emocionalmente… La ciencia demuestra que estos errores son tremendamente nefastos para la salud mental y, por tanto, emocional y física de los niños. Y los seguimos cometiendo.
¿Qué consecuencias concretamente tiene para nuestros hijos que nosotros perdamos los nervios? Al margen de la culpa que luego arrastramos…
Todas las personas perdemos los nervios alguna vez, somos seres humanos, somos seres emocionales, pero ni debemos agarrarnos a eso ni esto quiere decir que podamos pagar nuestras carencias con los seres más inocentes, en desarrollo y puros que existen: los niños. Las consecuencias son muchas, desde la falta de autoestima, seguridad y confianza, hasta dificultades en las relaciones sociales, e incluso también físicas como problemas estomacales, insomnio o depresión. Y es que sentirse solo emocionalmente en tu propio hogar o escuela, es de las peores cosas que te pueden pasar como ser humano.
Mi sensación es que prima una falsa idea que escribes en la introducción: que los adultos somos superiores a los niños. ¿Por eso nos cuesta tan poco perder los nervios con ellos y gritarles en circunstancias por las que, por ejemplo, nunca se nos ocurriría gritar a un adulto?
Los adultos no somos superiores a los niños, pero nos creemos superiores a ellos. No somos capaces de ponernos en su lugar ni de entender sus necesidades emocionales y por tanto cerebrales. Cuando un niño se expresa emocionalmente, o en cualquier otra situación, necesita empatía, comprensión y amabilidad. No necesita ni riñas, ni castigos, ni coacciones, necesita a un adulto coherente que le guíe desde la empatía. Empatizar no significa que estemos de acuerdo con ellos, de hecho en la mayoría de ocasiones no lo estaremos porque sus necesidades y/o intereses no son los mismos que los nuestros, como es obvio, pero empatizar no conlleva estar de acuerdo. Debemos trabajarnos profundamente para poder conectar con los niños y adolescentes.
¿Qué hay detrás de ese perder los nervios de los padres? ¿Son esos gritos que les proferimos el eco de emociones no expresadas durante la infancia, esa mochila con la que todos cargamos?
Exacto. Las emociones si no son atendidas se enquistan en forma de muchas cosas, entre ellas, la de no conocernos a nosotros mismos. Educar sin perder los nervios es una guía que transforma toda tu realidad emocional para empezar a comprenderte emocionalmente desde tu infancia hasta tu presente, ayudándote a deshacerte de gran parte de la mochila.
En ese sentido, imagino que para cambiar la forma en que educamos a nuestros hijos, para no repetir los patrones con los que nos educaron a nosotros, es necesario primero hacer un trabajo interno y personal, ¿no?
Sí, pero aunque debamos trabajarnos, todo debemos hacerlo en sintonía. Es decir, no debemos esperar a aprender a tratar correctamente a los niños hasta que tengamos trabajada nuestra parte interior, sino que se debe hacer a la vez. Recordemos que nuestros hijos son los mejores maestros.
Los padres perdemos los nervios especialmente cuando nuestros hijos muestran sus emociones, sobre todo de rabia, de ira, de enfado.
Se trata de acompañar, de aprender a saber estar cuando los niños se están expresando y/o sintiendo, conociendo con exactitud cómo debemos comportarnos y sin dejar que nuestras emociones adultas nos invadan y se interpongan entre nuestros hijos, su necesidad emocional y nuestra relación con ellos.
¿Y qué consejos básicos darías a los padres para empezar a dar ese salto entre la represión y el acompañamiento de las emociones?
Es muy importante autoconocerse, hacer una reflexión profunda de cómo uno vive sus emociones, cómo las expresa, qué piensa de ellas, cómo las experimenta, con quién suele perder los nervios, qué sabe de las emociones y sus funciones, cómo las identifica in situ, dónde las coloca una vez sabe cómo se siente y por qué, cómo las vivió en su infancia, si era escuchado o no, si era criticado cuando las sentía o no, si era abrazado, acompañado y protegido ante una emoción intensa o por el contrario era ignorado… Los padres tienen que trabajar su equilibrio emocional, en definitiva, para poder así tener calma, amabilidad, cariño y comprensión ante una emoción infantil o adolescente.
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‘Educar sin perder los nervios. Guía emocional para transformar tu vida familiar’
Autora: Tania García
Editorial: Vergara
1ª ed. (17/01/2019)
224 páginas
ISBN 8416076863
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