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Televisión, educación y familia

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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No se trata de censurar, de precisar
lo que se puede y lo que no se puede
ver por televisión, porque ya sabemos
cuan atractivo resulta lo
prohibido…

Autor: ENRIQUE ROJAS

V ivimos tiempos complejos,
repletos de contradicciones,
lo positivo y lo negativo andan
más mezclados que nunca.

Son muchos los factores que han contribuido
a ese estar perdido, desconcertado,
sin hacer pie y sin tener unos referentes
claros, coherentes, firmes, que empujen
con fuerza a toda la existencia hacia
delante, luchando por superar los obstáculos
que se van presentando. La televisión
es uno de ellos.

Los niños son, precisamente, quienes
más desprotegidos se encuentran ante
ese bombardeo constante de noticias, informaciones
y mensajes de todo tipo. Estudios
recientes ponen de manifiesto el
verdadero calado de este problema: largas
jornadas laborales mantienen a los
padres fuera de casa mientras los más pequeños
pasan horas y horas frente a la
«caja tonta». Dicen los especialistas que
la televisión, para ser buena, debe formar,
informar y entretener. Hoy por hoy, esto dista mucho de la realidad. La TV actual
no es formativa, ni muchísimo menos;
no hace al espectador más maduro, ni lo
mejora, ni lo enriquece.

Es menester saber hacer una criba de
todo lo que recibimos, sobre todo por higiene
mental. Es menester descifrar el criptograma
de datos que nos llegan como en
cascada, unos detrás de otros, y nuestros
hijos no lo pueden hacer solos. La solución
no está, como creen muchos, en establecer
un límite de horas. No es un tema
cuantitativo, sino cualitativo. Yo abogo por
una exposición controlada, en compañía
de los padres. No se trata de censurar, de
precisar lo que se puede y lo que no se puede
ver, porque ya sabemos cuan atractivo
resulta lo prohibido… Ver la televisión en
familia permite la reflexión, el debate; tenemos
que explicar a nuestros hijos lo que
están viendo, qué es lo que significa, por
qué sucede… en definitiva, enseñarles a
tener una visión más activa, más crítica.

El sociólogo francés Pierre Bourdie
habla de ello en el libro Sobre la televisión:
«el paisaje mediático constituye hoy
una amenaza para la sociedad. Hay que
buscar la justa medida. Mantenerse informado
sin perder el equilibrio psicológico».

Si ya es difícil para un adulto,
imagínese cuánto más ha de serlo para
un niño.

Nada más alejado de mi intención que
sembrar el pánico. Es una situación fácilmente
reversible, sólo debemos tomar
conciencia del peligro que supone para
nuestros hijos una exposición descontrolada.

La educación, en mayúsculas,
empieza por nosotros mismos. Los colegios
desempeñan una labor importante,
fundamental, pero en ningún caso pueden
sustituir a la familia.

En estos tiempos complejos se hace
más necesaria que nunca la figura de un
líder, de una persona que vaya por delante
enseñando con su tipo de vida un
estilo superior de existencia. Esa difícil tarea
nos corresponde como padres, no podemos
eludir tal responsabilidad. Nadie
velará mejor por la seguridad de nuestros
hijos, invitándoles a seguir en la dirección
adecuada, a la vez que ayudándoles a desarrollarse
como individuos.

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