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Un profesor en casa

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Muchos padres asocian la labor de un profesor particular con las malas notas de sus hijos. Y, en efecto, un maestro personalizado ayuda, y mucho, a reforzar las asignaturas en las que los niños tienen dificultades. Pero ahí no agotan su cometido: un profesor en casa ayuda a aprovechar mejor el tiempo de hacer las tareas, refuerza la disciplina, fomenta la confianza en el trabajo propio y permite adquirir técnicas de estudio para cualquier asignatura. Aunque, como todo, también puede tener sus contras…

Muchos padres asocian la labor de un profesor particular con las malas notas de sus hijos. Y, en efecto, un maestro personalizado ayuda, y mucho, a reforzar las asignaturas en las que los niños tienen dificultades. Pero ahí no agotan su cometido: un profesor en casa ayuda a aprovechar mejor el tiempo de hacer las tareas, refuerza la disciplina, fomenta la confianza en el trabajo propio y permite adquirir técnicas de estudio para cualquier asignatura. Aunque, como todo, también puede tener sus contras…

JOSÉ ANTONIO MÉNDEZ

Que levante la mano quien no conozca a ninguna persona que haya recibido, o impartido, clases particulares. A buen seguro serán pocos los lectores que puedan alzarla: la práctica de contratar a un profesor particular lleva años extendiéndose entre los hogares españoles, y cada vez son más los padres que buscan en estos maestros personalizados la llave que cierre el cajón de los suspensos de sus retoños. Sin embargo, un profesor en casa cumple una función mucho más amplia que el mero repaso de los deberes diarios o la preparación para aprobar un examen.

 

Más que dar clase

Mercedes Fernández es ingeniera de telecomunicaciones y profesora particular de Matemáticas y Física y Química desde hace casi una década. Desde su experiencia, asegura que “el beneficio del profesor particular no es sólo que tenga una dedicación exclusiva para que el niño aprenda y pregunte dudas, sino que además ejerce un control sobre su estudio. De esta forma, el niño emplea mejor el tiempo y, además de estudiar la materia en cuestión, puede aprender diferentes técnicas de estudio que le sirvan para otras asignaturas”. Además, la clase particular puede ser un momento para resolver dudas concretas que el niño no pregunta en clase, bien por falta de tiempo, bien por inseguridad. De hecho, según asegura Fernández, “contar con un profesor en casa, fomenta la confianza del alumno en su propio trabajo, porque, en muchos casos, los niños son capaces de sacar las asignaturas por sí mismos, pero no tienen confianza en que lo que están haciendo está bien”. Es decir, que, amén de reforzar los puntos más débiles del alumno, un buen profesor particular aclara dudas, ayuda a concentrarse, enseña técnicas de estudio, ayuda a tomar conciencia de la responsabilidad ante el estudio, favorece la disciplina y fortalece la autoestima del chaval.

 

No es un sustituto

Eso sí, es crucial que el profesor particular no sea considerado como un “doble sustituto”. Tal como avisa Mercedes Fernández, “la dedicación exclusiva puede hacer que el niño deje de atender en el colegio, porque ve en la clase particular un sustitutivo de la escuela, con lo que pasa de ser una clase de apoyo a ser la única clase que el niño va a aprovechar”. Lo que, por cierto, también puede afectar al mal comportamiento del alumno en el centro. Sin embargo, el peligro mayor no se esconde en cómo se enfrentan los menores a estas clases, sino cómo lo hacen los adultos: “El papel que los padres en relación con las clases particulares es determinante –explica Fernández–. Yo me he encontrado casos en los que te conviertes en un sustituto de la labor que los padres tienen que hacer en el estudio de sus hijos. Está claro que un profesor está para reforzar el estudio, pero no por ello los padres deben descuidar el control sobre las tareas de los niños. Hay padres que no se preocupan de los estudios de sus hijos más allá de cuando llegan las notas: no preguntan a sus hijos diariamente sobre qué tal en el colegio, ni qué tareas tienen, ni si las han terminado. Y, aunque un profesor en casa ayude, la labor de los padres no puede ser sustituida por nadie”.

 

No esperar al final

Una de esas labores de responsabilidad paterna deriva en la prevención del suspenso. Esto es, no esperar a que el alumno tire por la borda un trimestre para darse cuenta de que necesita un profesor particular. “Quienes acuden a un profesor particular por primera vez, suelen hacerlo cuando el niño ya ha suspendido la primera evaluación. En cambio, hay niños que tienen profesor particular desde el principio de curso, o porque el año anterior renquearon en alguna materia, o porque en cursos anteriores ya daban clases particulares. Un maestro en casa ayuda a hacer los deberes, pero para profundizar en ellos. No explica sólo los ejercicios que mandan desde la escuela, sino que hace otros diferentes. Hay quien, como yo, entrega resúmenes, esquemas y ejercicios que sirven al alumno para estudiar solo. Y, en función de la capacidad del niño, incluso se amplía la materia y se adelanta temario. Porque un profesor particular puede ayudar sólo a aprobar un examen, o dar una buena preparación para que saquen incluso buena nota”, concluye Mercedes Fernández.

 

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