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Una carta desesperada

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Iniciativas recientes similares en contenido a los principios del slow parenting pero oficialmente no adscritas al movimiento, confirman el creciente rechazo a un modelo educativo que impide a los niños disfrutar de su infancia como quien paladea sin prisas una sabrosa comidita casera.

Otras iniciativas recientes -similares en contenido a los principios del slow parenting pero oficialmente no adscritas al movimiento-, confirman el creciente rechazo a un modelo educativo que impide a los niños disfrutar de su infancia como quien paladea sin prisas una sabrosa comidita casera.
Hace tres años, un grupo de 100 educadores ingleses publicó en el diario The Telegraph una carta en la que alertaban sobre los peligros de una paternidad ejercida a velocidad sónica. Las similitudes con el movimiento slow (que en realidad nació en el ámbito culinario para extenderse a otras esferas, entre otras la educativa) eran evidentes: ansiedad y depresión rampantes entre chavales cada vez menores, tecnología casi monopolizadora del juego infantil, extraescolares como único menú vespertino…
Esta revista dedicó un amplio reportaje (ver en nuestra web la edición de noviembre del 2006) a la iniciativa bajo el título “En busca de la infancia perdida”. La presidenta de la Asociación Británica de la Educación en la Primera Infancia, Marion Dowling, declaró entonces a PADRES: “Nosotros (los adultos de ahora) disfrutamos de la libertad de jugar como verdaderos niños. Esto nos dio una base tremendamente sólida para nuestro futuro desarrollo. Con el tiempo, de forma progresiva, nos hemos ido adaptando a los cambios sociales y de costumbres de las últimas décadas. Pero a los niños de hoy se les niegan esos beneficios y se espera que crezcan y se desarrollen con una dieta paupérrima de comida basura, libertad limitada y ausencia de experiencias directas”.
Hace tres años, un grupo de 100 educadores ingleses publicó en el diario The Telegraph una carta en la que alertaban sobre los peligros de una paternidad ejercida a velocidad sónica. Las similitudes con el movimiento slow (que en realidad nació en el ámbito culinario para extenderse a otras esferas, entre otras la educativa) eran evidentes: ansiedad y depresión rampantes entre chavales cada vez menores, tecnología casi monopolizadora del juego infantil, extraescolares como único menú vespertino…
Esta revista dedicó un amplio reportaje (ver en nuestra web la edición de noviembre del 2006) a la iniciativa bajo el título “En busca de la infancia perdida”. La presidenta de la Asociación Británica de la Educación en la Primera Infancia, Marion Dowling, declaró entonces a PADRES: “Nosotros (los adultos de ahora) disfrutamos de la libertad de jugar como verdaderos niños. Esto nos dio una base tremendamente sólida para nuestro futuro desarrollo. Con el tiempo, de forma progresiva, nos hemos ido adaptando a los cambios sociales y de costumbres de las últimas décadas. Pero a los niños de hoy se les niegan esos beneficios y se espera que crezcan y se desarrollen con una dieta paupérrima de comida basura, libertad limitada y ausencia de experiencias directas”.
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