Una lengua, no una enfermedad
Según un estudio internacional, la sordera sigue considerándose una discapacidad debido a handicaps sociales, políticos y, sobre todo, educativos. Un nuevo modelo educativo y una mayor tolerancia, las soluciones.
Autor: MARTA SAHELICES
“Las comunidades sordas son una minoría lingüística y cultural no más discapacitada que cualquier otra”. Así de contundente se muestra Irma María Muñoz Baell, profesora titular de la Escuela Universitaria en la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante y coautora del estudio Prevención de la discapacidad a través de la comprensión de las megatendencias internacionales en educación bilingüe del alumnado sordo.
Para esta especialista, muchos son los problemas que provocan que la sordera sea considerada una discapacidad para más inri ‘invisible’, porque “nos cuesta apreciar las barreras de comunicación ya que son menos tangibles que las físicas”.
Pero las principales son –coincidiendo con las conclusiones del informe–, que la gente sigue considerando la sordera como un problema con posible curación mediante técnicas médico-sanitarias y, sobre todo, que la sociedad está fuertemente centrada en el sonido y manifiesta claras reacciones negativas ante la sordera, que van desde el simple desconocimiento de las necesidades educativas reales de los sordos hasta los prejuicios y comportamientos discriminatorios.
PARA NIÑOS SORDOS
La solución, para Muñoz Baell, es “un modelo social de salud para niños sordos y para sus familias y la elaboración y aplicación de políticas sociales centradas en una mayor aceptación de la diversidad, así como un abandono progresivo de la visión médica de la discapacidad”.
Aunque no todo es negativo en este análisis, enmarcado dentro del proyecto de investigación Invirtiendo en salud: bases para un estudio benchmarking de la educación de niños/as sordos/as en España. Los expertos participantes en el estudio coinciden en remarcar que los cambios sociales y políticos son el principal factor promotor de la calidad de la educación bilingüe para niños sordos. Lo que demuestra que a nivel internacional somos unas sociedad mucho más tolerante.
Muñoz Baell destaca que en los últimos años ha habido una “creciente aceptación de la diversidad y también hacia temas relacionados con las personas sordas”, así como un aumento en el reconocimiento de los derechos de las minorías y los movimientos de derechos humanos/civiles y de las personas discapacitadas. Y pone como ejemplo el reconocimiento legal de las lenguas de signos por parte de los estados y las organizaciones internacionales, incluida España.
Financiado por el Ministerio de Sanidad y realizado en el marco de lo que se denomina investigación acción participativa (PAR) –en este caso en estrecha colaboración con la comunidad sorda española e internacional–, este análisis ha sido realizado por diversos investigadores de la Universidad de Alicante y la Fundación CNSE para la Supresión de las Barreras de Comunicación y supone un granito de arena más para lograr que la sordera deje de ser una discapacidad debido a las barreras actitudinales, físicas o políticas.
LOS OBSTÁCULOS |
Principales factores que han obstaculizado el cambio hacia el actual modelo educativo bilingüe del alumnado sordo en el mundo: • Visión de la sordera como una condición médica, solucionable mediante la tecnología. • Fonocentrismo y resistencia social a lo desconocido. • Actuales políticas educativas en general y políticas educativas para el alumnado sordo en particular. • Debilidades en la educación bilingüe del alumnado sordo. • Invisibilidad, heterogeneidad y falta de movilización e la población sorda. |