Vamos a contar mentiras. Promover la honestidad entre los más pequeños
Parece que sí, que hay un mecanismo que evita o, al menos dificulta, que los niños y las niñas digan mentiras. Así nos lo cuenta la ciencia con sus investigaciones.
Verbalizar los compromisos ayuda a mantenerlos, evitando el engaño y la mentira.
En un aula de prescolar en Canadá, se creó una situación ficticia en la que se ponía una cesta llena de caramelos en la mesa de la maestra y se pedía al alumnado que nadie se comiera ni uno mientras ella se ausentaba unos momentos. Para proceder con el experimento se los dividió en tres grupos. Al primer grupo sólo se le hizo la mencionada petición. Al segundo grupo, además de hacerle la misma petición se le pidió que dijera que ‘’sí’’ para mostrar su acuerdo. Y al tercer grupo lo mismo, pero también se le instó a que cada uno dijera en voz alta el compromiso adquirido: ‘’no me comeré ni un caramelo mientras la maestra no esté’’.
Los que se habían comprometido verbalmente a no hacerlo, sólo la minoría cogió los caramelos y mintió.
¿Qué pasó?
Los que sólo habían recibido la ‘’norma’’, es decir los del primer grupo, fueron los que en su mayoría se la saltaron – y además con premura- y después mintieron. Aquellos del segundo grupo, los que sólo habían asentido después de ser informados de la petición, también se la saltaron, pero con mucha más dificultad, es decir les costó llegar a tomar la decisión de hacerlo. En cambio, entre los niños y niñas del tercer grupo, los que se habían comprometido verbalmente a no hacerlo, sólo la minoría cogió los caramelos y mintió, pero los que lo hicieron lo hicieron con mucha dificultad.
Cuando los niños y las niñas van creciendo, también lo hace su pensamiento complejo, lo que lleva inevitablemente a mentir y engañar.
Si bien es cierto, que en los tres grupos hubo quienes no cumplieron con lo que el maestro pedía y después mintieron – porque sabían que estaba mal lo que habían hecho-, fueron los niños y niñas del tercer grupo los que menos lo hicieron y los que mostraron más dificultad para hacerlo. Por tanto, la investigación concluyó que verbalizar los compromisos ayuda a mantenerlos, evitando el engaño y la mentira.
Cuando los niños y las niñas van creciendo, también lo hace su pensamiento complejo, lo que lleva inevitablemente a mentir y engañar. Así, que sería ‘’normal’’ que los niños lo hagan, sin embargo, como parte de su educación es necesario transformar esa conducta antes de que lleguen a la edad adulta. Son varios los mecanismos con los que podremos optar para hacerlo, pero el primero y más importante es a través de nuestro ejemplo. También como sugiere la investigación antes descrita, pidiéndoles que verbalicen los compromisos que asumen. En este sentido, una profesora de la Universidad de Brock (Canadá) desarrolló este ‘’protocolo’’ para promover la honestidad, que se puede realizar de forma individual o colectiva en el aula:
En el caso de un niño o niña que no ha sido honesto:
- Le preguntaremos porqué fue deshonesto. Por ejemplo, si lo fue porque no quería tener problemas o porque tenía miedo de que la maestra se enfadara.
- Le preguntaremos cómo se ha sentido siendo deshonesto, y cómo cree que su comportamiento hace sentir al resto de las personas.
- Le invitaremos a hacer compromisos verbales para practicar la honestidad. Dichos compromisos serán realizados dentro de un contexto específico y dando una razón por la cual vale la pena ser honestos. Por ejemplo, podrían comprometerse así ‘’pediré permiso antes de usar algo que no es mío porque no quiero que mi compañero se ponga triste o se enfade’’.
En el caso de que en el aula queramos establecer una norma o, justo antes de una actividad que requiera de honestidad:
- Le pediremos al alumnado que reflexionen abiertamente sobre la importancia de ser honestos en el aula y qué significa la honestidad para cada uno de ellos. Por ejemplo, quizás honestidad pueda significar ‘’decir la verdad’’ o ‘’jugar sin hacer trampas’’ o ‘’respetar las normas’’…
- Les pediremos que compartan con el resto alguna situación que hayan vivido en la que decir la verdad o actuar honestamente fue difícil, pero lo lograron.
- Les invitaremos a crear compromisos verbales sobre como practicarán la honestidad en el aula o en sus vidas, o en la actividad que vayamos a emprender. Sin embargo, en lugar de pedirles que repitan una frase como compromiso verbal, es mejor que les invitemos a que sean ellos los que decidan cómo quieren hacer ese compromiso. Por ejemplo ‘’No tocaré las piezas del parchís cuando mi compañero no mira’’ o ‘’ prestaré atención a mi examen y no al de mi compañera’’.
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