Y con el PP, también telebasura a las cinco
Diciembre de 2004. La vicepresidenta Mª Teresa Fernández de la Vega reúne a los operadores de las cadenas nacionales de televisión. Firman un Código de Autorregulación de Contenidos Televisivos.
Marzo de 2010. En vigor la Ley General de la Comunicación Audiovisual. De cinco a ocho de la tarde, promete una programación televisiva sin sexo, violencia, lenguaje inadecuado o temática conflictiva. De vigilar esa franja se ocupará un Consejo Estatal de Medios Audiovisuales.
Resultado de ambas medidas: el Código Ético de 2004, voluntario, un fracaso absoluto. Las franjas de protección a menores, ahora obligatorias, otro fracaso. Los poderes públicos se inhiben. Las cadenas califican sus programas como quieren y los emiten a la hora que les da la gana. Se niegan a cumplir la ley. El Gobierno se cruza de brazos.
GRITOS DE SALÓN
Partidos, sindicatos, asociaciones, ONG, instituciones, radio, televisión, redes sociales, todos claman por la defensa de los derechos de los menores y protestan por la plaga de la telebasura. Los padres gritan mucho, pero en la sala de estar.
Aquel Código de Autorregulación estaba muy bien. En horario infantil, las cadenas iban a evitar violencia, discriminación, intolerancia, lenguaje inadecuado, sexo, incitación al consumo de drogas, alcohol y tabaco, secuencias crudas, temática conflictiva y publicidad de programas para adultos.
Pues ¡Ay! Cuando la vulneración de un compromiso no se paga con un castigo, los agentes se lo toman a título de inventario. Así sucedió con la admirada y poética “autorregulación” del sector audiovisual.
UNA LEY
La entonces vicepresidenta quiso tapar el anterior el fracaso autorregulador con una Ley General de la Comunicación Audiovisual (LGA), aprobada por el Parlamento. Eso sí, con la oposición del PP. Negro augurio del que muy pronto nos vamos a enterar.
Hace ya 19 meses que las televisiones están obligadas a limpiar sus pantallas de cosas inconvenientes para menores. La LGA impone una programación blanca de cinco a ocho de la tarde para los niños; y otra menos estricta, de 06.00 a 22.00 horas para el segmento de 13 a 18 años. Se incumple. No se imponen las sanciones previstas.
EL COLADERO
Por asombroso que parezca, hoy, algunas televisiones se han puesto esa ley por montera. Pasen y vean muestras de alta grosería televisada. No más en Telecinco:
19 de julio, 2010. 17.30h. Sálvame Diario. Jimmy Jiménez Arnau grita: “Si veo tu foto (la del presentador, Jorge Javier Vázquez) al salir del baño, me masturbo”.
21 de octubre, 2010. A mediodía. El programa de Ana Rosa entrevista al tenista Fernando Verdasco: “Enséñanos los calzoncillos ahora”. Obedece.
3 de noviembre, 2010. 19.30h. Sálvame Diario. El presentador –con gestos y mensaje que por el contexto pueden imaginar- da a chupar su dedo, untado con nata, a otro tertuliano.
Lo anterior forma parte de un informe del OCTA (Observatorio de Contenidos Televisivos Audiovisuales) con ochenta denuncias concretas por incumplimiento. De Telecinco, la mayoría, de Antena 3, Nova, Neox, Cuatro, La Siete y La Sexta. O sea, todas ellas de ámbito nacional. Casi todas a mediodía y entre 17.00 y 20.00 horas.
Tocaría buscar un responsable de tanta permisividad. ¿Quizás el Ministerio de Industria? Sí, es el responsable de aplicar la Ley Audiovisual. Pero tal vez, los ciudadanos con derecho a voto ignoren que los socialistas cuentan con la complicidad de los populares.
Miren, en septiembre pasado, el PP del Senado instaba al Gobierno Zapatero a sancionar los excesos de las televisiones en horario infantil. Bien, al representante del PSOE le faltó tiempo para replicar: “Pues entonces, pongamos en marcha el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, al que la ley encomienda la tarea que usted plantea”. ¡Ah, eso no!, dice escopetado el senador popular. “Debe ser el Ministerio de Industria”. Y más peloteo. “Pues Industria, no. El Consejo Audiovisual”, apostilla el PSOE. Somos víctimas de intereses políticos.
UNA TRAMPA
Si hay relevo en Moncloa, “saldremos de Málaga para entrar en Malagón”. Al PP y al PSOE se les va la fuerza por la boca. Porque el ministro Jáuregui se desgañita acusando al PP de impedir la protección de los menores cuando rechaza el Consejo Audiovisual Estatal. Y el diputado del PP Miguel Ángel Cortés asegura que rechazan ese órgano por censor y porque ya hay un competente para aplicar la ley: el Ministerio de Industria.
A su vez, la solución feliz ofertada por el PP es la siguiente: la vigilancia de lo que ven los menores es cosa de sus padre. Pueden conseguirlo mediante el control parental. Una especie de filtro que impide salir en pantalla lo que el programador considere perjudicial. Sin embargo, eso no es tan sencillo porque no todas las cadenas lo permiten técnicamente. Y, sobre todo, porque España ha incorporado ya la directiva europea que impone la defensa del espectador más indefenso, el menor de edad.
Queda claro, por lo tanto, que con un eventual acceso del Partido Popular al Gobierno de la Nación, ni habrá Consejo Audiovisual, ni al Ministerio de Industria se le encomendará la vigilancia sobre las franjas de protección –eso lo dejan para los padres y tutores, fundamentalmente– ni a las televisiones se les exigirá una calificación de sus programas acorde criterio alguno, porque no hay Consejo Audiovisual.
Por el contrario, lo previsible es que, también con el PP, habrá la misma telebasura actual para los menores de edad, a partir de las cinco de la tarde.
CORPORATIVISMO DE LOS MEDIOS
Muchos medios de comunicación, sobre todo de centro-derecha, se escudan en que un Consejo Audiovisual será la excusa para que el Gobierno –el que sea– amordace a la prensa crítica. Todos quienes tienen una televisión, han impedido también el control a los espacios de horario infantil. Por ejemplo, Cope (Canal 13), EsRadio (Libertad Digital), Onda Cero y La Razón (Antena 3), El Mundo (Veo7), ABC y Punto Radio ABC (Cadena 10), Radio Intereconomía, Radio Inter y La Gaceta (Intereconomía TV). Todos ellos han dado munición al PP para que no forme un Consejo Audiovisual, por si les censura.
EL ARMA DE LA PUBLICIDAD
La telebasura tiene tres bases: audiencia, productor y financiación. La Asociación de Telespectadores y Radioyentes (ATR) ha transmitido el argumento a empresas cuya publicidad sostiene programas que incumplen la protección del horario infantil, como hace Telecinco. Esta misma semana, Pablo Herreros, difundió en su blog la relación de empresas anunciantes en La Noria, por llevar al plató a la madre de “El Cuco”. La reacción fulminante de Campofrío, sacando de allí su publicidad, ha sido ya secundada por Bayer, Nestlé y Puleva. ¿Es el principio de un acoso a la telebasura? Sí, y un acto que deja con las vergüenzas al aire al Gobierno y al PP.