África Vázquez Beltrán: "Es importante encontrar el libro adecuado para que los jóvenes den valor a la lectura"
África Vázquez Beltrán, conocida en redes como África Ruh, es licenciada en Historia y escritora. Publicó su primera novela a los 17 años, aunque antes de ese momento ya había escrito sus primeras historias. Tiene un total de 21 novelas editadas entre España y México. Escribe literatura juvenil y adulta tocando diferentes géneros: fantástica, contemporánea, histórica, romántica o de ciencia ficción. Además de escribir, África se dedica a la animación a la lectura e imparte talleres de escritura para jóvenes y adultos.
Recientemente ha publicado El silencio de Berlín, libro con el que recibió el Premio CREAR 2019. Es una novela ambientada en la Alemania nazi que tiene como protagonista a una joven maestra aria que es expulsada de la escuela en la que trabaja y debe aceptar un empleo como institutriz en casa de los Hoffmann. «La clave de Ann, la protagonista, es que es una de las pocas personas que piensan por sí mismas en una sociedad extremadamente manipulada.»
¿Cuándo nace tu interés por la escritura?
—Casi a la vez que el interés por la lectura. Siempre me ha gustado mucho leer, las historias me han acompañado desde que era muy pequeña, mis padres me las contaban y mis primeros libros fueron compartidos con mi hermana mayor. Siempre me quedaba con ganas de saber qué había pasado con esos personajes o de explorar un poco más los mundos de fantasía, y a raíz de eso empecé a crear mis propias historias. Al principio las creaba en mi cabeza, luego poco a poco iba escribiendo trocitos, y enseguida desde muy temprana edad me apeteció empezar a escribir mis propias “novelas”. Eran novelas muy cortitas o más bien intentos. Es una cosa que viene de antaño.
¿Encontraste apoyo en tus familiares y entorno cercano?
—Sí, tanto mi familia como mis amigos han estado siempre muy dispuestos a escucharme hablar de mis historias y a leer lo primero que escribía. Más adelante mi novio, actual marido, ha sido mi principal apoyo para dedicarme profesionalmente a ello. Tuve mucha suerte en ese sentido porque sé que no es nada habitual. Además este apoyo ha sido clave para mi carrera, hay momentos decisivos en los que lo necesitas, en cualquier carrera artística, sobre todo cuando estás empezando.
¿Qué consejo le darías a una persona joven que quiere dedicarse a la escritura?
—Que no se deje desanimar por nada ni por nadie. Cuando uno lleva dentro las historias, las tiene que sacar antes o después. Obligarse a reprimirlas o buscarse un trabajo aburrido de otro tipo no va a servir para nada. Que no se desespere, que no tenga mucha prisa en publicar las historias o en que le lean porque es un trabajo muy largo, hacen falta golpes de suerte, pero sobre todo, hace falta mucha paciencia y mucha constancia. Lo más importante es que no se deje desanimar, si realmente crees en lo que estás haciendo tienes que seguir. Mi principal consejo sería ese, perseverancia.
Si realmente crees en lo que estás haciendo tienes que seguir
"¿Cuál es la inspiración de tu último libro El silencio de Berlín?
—Estudié la carrera de Historia y el tema del nazismo me llamó especialmente la atención porque cambia la historia reciente, cambia completamente el transcurso de la historia de la humanidad del siglo XX. Se producen tantos fenómenos a la vez en ese contexto que me parece que la literatura es un buen lugar para explorarlos.
La protagonista es maestra, ¿qué cualidades tiene que son importantes en un maestro?
—Para mí tiene una cosa que resalta sobre todo lo demás, y es que respeta muchísimo a sus alumnos, incluso los quiere en muchos de los casos. Trata a sus alumnos como seres humanos con sus peculiaridades, sus gustos o sus preferencias. Respeta a sus alumnos tanto en la escuela como cuando enseña a dos niñas desde su casa, que no siempre le ponen las cosas fáciles y le plantean desafíos. Es importante que les enseñe cosas, pero es aún más importante el cómo lo hace, cómo llega hasta ellas, hasta sus corazones, y me he inspirado en muchos maestros muy buenos que he conocido.
¿Cómo era la Educación en la época nazi?
—La Educación se mezcló con la propaganda y eso se ve claramente en las escuelas. Hay alguna mención en el libro de estas situaciones, por ejemplo, el hecho de que los judíos tuvieran que llevar un brazalete para distinguirlos. La propaganda no está presente solo en las cosas que se ven tan fácilmente como la discriminación de minorías, sino también en el adoctrinamiento. El plasmar en todo el currículo escolar los valores nacionales que imperaban en ese momento, el patriotismo o el integrar a todo el mundo en un modelo social en que cada uno tiene su papel y no puedes salirte de él. Era una Educación muy condicionada por todo ello.
¿Qué podemos aprender en la actualidad de la Educación del régimen nazi?
—Me parece muy importante el pensamiento crítico. Está recogido en los currículos, sin embargo es todavía una asignatura pendiente. Por ejemplo, como profesor (yo estudié para ser profesora y lo he vivido en mis propias carnes) todo son trabas para que evalúes el pensamiento crítico del alumno, nadie se toma en serio un examen en el que estás valorando su forma de pensar y de razonar. Creo que fomentar que los chavales piensen por ellos mismo es muy importante y en las aulas se imparten clases magistrales para luego evaluar lo que han memorizado. Al menos es así en Historia que es la asignatura que yo conozco en profundidad. Para mí esa es la asignatura pendiente del sistema educativo, el pensamiento crítico no puede reposar en la voluntad de unos pocos profesores que sí creen en ello y lo fomentan.
El pensamiento crítico no puede reposar en la voluntad de unos pocos profesores que sí creen en ello y lo fomentan
"¿Qué retos plantean los jóvenes a la hora de animarlos a la lectura?
—Hay un problema fundamental en la animación a la lectura en general, y es que los adultos muchas veces vamos con la idea de que sabemos mejor que ellos lo que les conviene leer. Nos olvidamos de que de la misma manera que los adultos tenemos opiniones muy diversas de lo que es un buen libro, los chavales también. Por lo tanto, es imposible que a una clase de 20 alumnos les guste el mismo libro. Te empeñas en mandar sistemáticamente el mismo libro a una clase entera y va a haber gente que lo disfrute muchísimo, pero otros alumnos se quedarán por el camino.
Es importante conocer a quien tienes delante y no me refiero a “tengo un adolescente de 15 años”, sino a qué clase de persona tengo delante y qué intereses tiene. A partir de ahí es cuando puedes orientarles o acompañarles, no imponerles una lectura. Admitir que tienen gustos y personalidad es la clave.
¿Cómo pueden las familias fomentar la lectura en sus hijos?
—Es importante dar ejemplo. Los adultos muchas veces no leemos tanto como nos creemos, decimos que no tenemos tiempo o preferimos invertirlo en otra cosa, lo cual es muy legítimo. Pero si en una casa un chaval crece viendo a sus padres o a sus hermanos leer, es más fácil que se enganche a la lectura. Aunque no siempre es así.
Al final la familia tiene que demostrarles el valor que tiene un libro y para ello hay que encontrar el libro adecuado. El papel de la familia es acompañar y mostrar un abanico amplio de posibilidades, ir a la librería con ellos o hablar con un bibliotecario juvenil. La familia debe realizar una labor principalmente de acompañamiento.
¿Qué aporta la lectura a la Educación?
—Creo que es muy difícil educarse sin leer. No solo en clase o en el aula. Yo, por ejemplo, siempre he saciado cualquier inquietud leyendo sobre distintos temas. De hecho, incluso la gente que dice que no le gusta leer está continuamente leyendo sobre distintos temas, por ejemplo, una noticia que le han pasado por whatsapp. La Educación y la lectura van completamente de la mano, para mí no hay Educación sin lectura.
La Educación y la lectura van completamente de la mano, para mí no hay Educación sin lectura
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Que bien habla esta chica. Y escribe mucho mejor. Enhorabuena. Un abrazo