Ibone Olza: "Lo interesante es descubrir hasta qué punto la medicina es parte de un sistema misógino"
Ibone Olza es licenciada en Medicina y Cirugía, y doctora en Medicina, especialista en psiquiatría infanto-juvenil y perinatal. Ha sido profesora asociada de las facultades de Medicina de las universidades de Zaragoza, Autónoma de Madrid y Alcalá y Técnico Externa del Defensor del Pueblo Español. En la actualidad dirige el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal y es consultora de la Organización Mundial de la Salud.
¿Cómo resumirías la experiencia de ser madre?
–Difícil de resumir, pero diría que es una experiencia necesariamente transformadora, compleja, muy intensa, llena de contradicciones y ambivalencias y, sobre todo, muy difícil en un mundo patriarcal.
¿Qué te motivó a escribir el libro?
–Deseaba expresar mi visión del mundo desde mi lugar de madre. Me di cuenta de que para ello necesitaba contar mi experiencia maternal desde el inicio, al hacerlo me fui sanando.
¿Te has encontrado muchos casos médicos misóginos?
–No. Más que personas concretas, lo interesante es descubrir hasta qué punto la medicina es parte de un sistema de poder misógino que tradicionalmente ha considerado a las mujeres como ciudadanas de segunda.
Es ilustrativo señalar cómo para atender enfermedades como el infarto de corazón es necesario incorporar la perspectiva de género
¿Podrías poner algún ejemplo?
–Es ilustrativo señalar cómo para atender enfermedades como el infarto de corazón es necesario incorporar la perspectiva de género, sino a las mujeres se les tacha de ansiosas y se pierden vidas por no diagnosticar correctamente sus síntomas cardíacos. En el caso de la maternidad, las alarmantes tasas de cesáreas son otro buen ejemplo de cómo no se estudia, ni se escucha la vivencia de las madres en el embarazo y parto, con todo lo que eso aporta para la comprensión de la fisiología del parto y para la prevención de algunas complicaciones obstétricas.
¿Qué derechos de los bebés has visto vulnerados como profesional?
–El principal, el derecho al acompañamiento por sus madres y padres desde el nacimiento y durante toda la hospitalización. El derecho a morir acompañados. Ha sido terrible e insoportable el daño que se les ha hecho con la excusa de la pandemia.
¿Por qué consideras que siguen pasando cosas como esta?
–A los médicos y a los sanitarios en general nos cuesta mucho reconocer que hemos estado haciendo daño sistemáticamente sin pretenderlo. Para poder mejorar la atención al parto y erradicar la violencia obstétrica es preciso cuidar y escuchar también a los profesionales, mejorar sus condiciones de trabajo y ofrecerles una formación continuada que también incluya los aspectos emocionales.
La solución creo que necesita ser colectiva y social. Más que consejos, recomiendo que creemos redes de ayuda y apoyo entre comadres y familias
¿Cuáles son los problemas más significativos a los que os enfrentáis las madres?
–La soledad en el posparto y en la crianza es peligrosísima. La medicalización de nuestros procesos reproductivos lo complica todo. La falta de valoración de los cuidados, la falta de reconocimiento del trabajo que implica gestar, parir, amamantar, etc. Todo suma en un escenario en el que muchas madres se sienten solas y encima culpables.
¿Cuáles son tus consejos para paliar esos problemas?
–La solución creo que necesita ser colectiva y social. Más que consejos, recomiendo que creemos redes de ayuda y apoyo entre comadres y familias, que desmitifiquemos la maternidad, que desde la escucha y el no juicio nos ayudemos y reclamemos que la sociedad entera honre nuestra labor.
¿Estás satisfecha de tu labor como madre?
–Creo que sí. Antes pensaba más en todo lo que no hice bien o hice mal, pero ahora creo que puedo aceptar que dadas las circunstancias lo hice suficientemente bien, incluso muy bien.