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No todo es historia en Puy du Fou

El parque temático, situado a las afueras de la ciudad de Toledo, estrena sus talleres educativos de arquitectura y cetrería para estudiantes de colegios e institutos de toda España.
Aitor Caballero CortésMiércoles, 20 de abril de 2022
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A veces, aprender asignaturas como Historia de España puede resultar tedioso, para algunos incluso aburrido. Por ello cada vez son más los profesores que se animan a probar nuevas experiencias para motivar a sus alumnos con el temario, ya sea por medio de juegos, competiciones, proyectos u otras experiencias educativas.

Desde el Instituto “Fray Luis de León”, de Las Pedroñeras (Cuenca), no dudaron en acudir a Puy de Fou para disfrutar y aprender en este último día de clases antes del inicio de Semana Santa. Y nosotros los acompañamos en el camino.

A la llegada, el recibimiento de la banda sonora y una espectacular apertura de puertas del castillo nos hacía desplazarnos diez siglos atrás. “Ahora mismo parecemos viajeros en el tiempo”, decía acertadamente Ana Belén, la profesora de Historia del Arte que acompaña a sus alumnos en esta inmersión. Aunque decir que “acompaña” es injusto para el sentir de la docente, que estaba disfrutando igual o más incluso que sus pupilos de la visita. Ni la mascarilla era obstáculo para descifrar su felicidad. Y es que acudir a Puy du Fou no es solo una buena inversión en los estudiantes y su formación, sino también en la ilusión de profesores que disfrutan y aman su profesión.

Decenas de hectáreas –que hace apenas cuatro años eran campo, y ahora es una ciudad medieval construida con materiales de la época– esperaban a los alumnos de 2º de Bachillerato para sumergirse en esta experiencia. Aquí los cinco sentidos juegan su parte, no solo la vista. No habré sido el único que se quedaba con ganas de palpar con mis propias manos algunos monumentos o construcciones de épocas remotas y que, por razones lógicas, se prohíbe. No en Puy du Fou, donde la recreación –bastante trabajada– permite desarrollar el tacto, pero también el olfato y el gusto, con una restauración propia de la época en tabernas con camareros tomando la comanda “a vuestra merced”.

La visita comenzaba con la presentación de Cristina, arquitecta de profesión, explicando los arcos de herradura de la entrada de la muralla a los jóvenes, ante su colaboración con la profesora Ana Belén, a la que le recordaban que justo hace poco lo vieron en una de sus clases. Un simple ejemplo bastaba para saber que a veces, estudiar puede no ser aburrido. Pero no solo sirve para recordar lo aprendido y verlo con sus propios ojos, sino “para crear curiosidad”, como nos contaba Irene Palomino, responsable de Comunicación de Puy du Fou. “¿Cuántos os habéis fijado que estos castillos no tienen ventanas?”, preguntaba Cristina, ante el intento de razonamiento los estudiantes, que al igual que mucha más gente –entre la que me incluyo– nunca habíamos sido conscientes de tal anécdota.

Sin tiempo para el descanso, pasamos de la arquitectura a la cetrería, del arte a la biología. Aitana, que dirige este taller, explica a los alumnos las principales características de las aves rapaces que acaban de ver en el espectáculo previo, incidiendo en que “no son un juguete” ante la pregunta de algunos alumnos de si podían disfrutar más de cerca de estos animales. En Puy du Fou, además de hacer estos espectáculos, son conscientes del peligro de extinción de algunas especies como el alimoche, y por ello invierten en su preservación para después introducirles de nuevo en su ámbito, una vez se tenga la seguridad suficiente de que podrán sobrevivir.

Aun así, los alumnos del “Fray Luis de León” estuvieron de suerte, y dos de los cetreros se dedicaron a entrenar durante el final del taller a una de estas aves rapaces y acostumbrarla a la gente para los posteriores espectáculos. No es algo común, ya que estos animales llevan una rutina muy marcada para ayudarles en su bienestar, pero sin duda, esta clase entre los que posiblemente haya más de un futuro biólogo o veterinario, disfrutaron como críos de la experiencia.

Algunos de los alumnos, como Alejandra o Alonso, que ya habían venido al parque antes, decidieron repetir. No se arrepintieron de probar estos talleres, a los que describen como “diferentes” al poner en contexto las lecciones de clase. Con ello coincide el profesor de Historia de España, Antonio, que también disfrutó de la visita.

Tras un pasaje por el espectáculo “Allende la mar océana” y una conversación con el “Sereno de Toledo”, concluyó la experiencia en Puy du Fou, esta ciudad del pasado a las afueras de Toledo, donde se prevé que más de 50.000 estudiantes y otras tantas miles de familias de toda España pasen por este parque para entender la realidad de hoy con los ojos de ayer.

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