La salud y la higiene menstrual siguen siendo inaccesibles para millones de mujeres y niñas vulnerables
La salud y la higiene menstrual siguen siendo inaccesibles para millones de mujeres y niñas vulnerables.
El miedo al estigma, la pobreza y la falta de acceso a servicios básicos como el agua o los inodoros están provocando que las necesidades de higiene y salud menstrual de millones de mujeres y niñas en todo el mundo no se satisfagan y que aumente su nivel de riesgo a padecer infecciones, advirtió Unicef antes del Día de la Higiene Menstrual.
Estos desafíos son particularmente agudos entre los más pobres, los grupos étnicos, los refugiados y las personas con discapacidad.
“La gestión de la higiene y la salud menstrual, cuando está disponible para todos, puede ayudar a desmantelar las barreras y ayudar a las adolescentes a convertirse en mujeres sanas, educadas y empoderadas”, dijo Kelly Ann Naylor, directora de las áreas de Agua, Saneamiento, Higiene (WASH) y de Clima, Medio Ambiente, Energía y Reducción del Riesgo de Desastres (CEED) de UNICEF.
“Sin embargo, hasta hace poco, se ha prestado poca atención a la definición, el seguimiento y la inversión en salud menstrual».
Hoy su importancia se está reconociendo y monitoreando de forma lenta, pero creciente
Para 2020, 42 países tenían datos representativos a nivel nacional sobre al menos uno de los cuatro indicadores y 31 de ellos tenían información sobre al menos tres. Casi la mitad de los países se encuentran en el África subsahariana. Ningún país con ingresos altos tenía datos nacionales sobre ninguno de los indicadores.
Según el último análisis, las limitaciones en la asistencia a la escuela, al trabajo y a las actividades sociales durante la menstruación varían según las características geográficas, socioeconómicas e individuales. Entre las razones que subyacen están el miedo al estigma y la falta de acceso a productos de higiene menstrual, ambos factores comunes.
Muchas niñas también desconocían lo que era el periodo antes de su primer ciclo, lo que puede afectar a su percepción y comprensión de la menstruación en sí.
De media, la falta de participación en la escuela debido al periodo fue mayor entre las niñas y mujeres más jóvenes: 15% de las niñas en Burkina Faso; 20% en Costa de Marfil y el 23% en Nigeria
Asimismo, más de la mitad de las mujeres en Bangladesh y más de dos tercios en Nepal dijeron que no se involucraban en las actividades cotidianas mientras menstruaban. En Chad y la República Centroafricana, el porcentaje es de una de cada tres.
De los dos países con datos nacionales, Bangladesh y Egipto, solo el 32% y el 66% de las niñas respectivamente sabían que tenían la menstruación antes de su primer período. En Egipto, el 74% de las niñas que no lo sabían se sintieron conmocionadas, asustadas o lloraron durante la primera regla. De manera similar, en Bangladesh, el 69% sintió miedo.
Por otro lado, el uso de productos para la menstruación y la disponibilidad de un lugar privado para lavarse y cambiarse es alto en la mayoría de los países del informe. Sin embargo, las mujeres y niñas más vulnerables continúan enfrentando grandes desafíos.
La utilización de estos productos osciló entre el 81% y un uso universal en la mayoría de los países. Sin embargo, el 6% de las mujeres usaba papel en Níger; el 12% usaba solo ropa interior en Burkina Faso, mientras que el 11% no usó nada en Etiopía
La disponibilidad de un lugar privado para lavarse y cambiarse osciló entre el 80 y el 99% en la mayoría de los países con datos. Aun así, en Níger, Túnez y Burkina Faso, solo el 52 %, el 56 % y el 74 % respectivamente disponían de esos espacios.
Hubo poca variación en el uso de productos menstruales entre las áreas urbanas y rurales, excepto en la República Democrática Popular de Laos, Etiopía y Níger, donde su uso fue alrededor un 10% mayor en las áreas urbanas que en las rurales.
Las instalaciones privadas, sin embargo, estaban menos disponibles en las áreas rurales en comparación con los entornos urbanos. En 12 países con datos, al menos una de cada 10 mujeres y niñas en áreas rurales carecían de un lugar privado para lavarse y cambiarse durante su último período.
Los grupos étnicos y quienes viven en situaciones de emergencia enfrentan desafíos aún mayores, con menos acceso a productos menstruales e instalaciones básicas y más limitaciones que el resto de la población
En la República Democrática Popular de Laos hubo una brecha de más del 30% entre las etnias de Mon-Khmer y Lao-Tai en el acceso a un lugar para lavarse y cambiarse y al uso de productos menstruales. En la República Centroafricana, las mujeres Haoussa tenían alrededor de un 20 por ciento más de probabilidades de continuar con sus rutinas diarias durante el período que las mujeres Mboum.
Los datos de los campos de refugiados en ocho países muestran diferencias en los niveles de satisfacción. Casi todas las mujeres dijeron que estaban satisfechas con los productos y las instalaciones menstruales en Mozambique e Irak, en comparación con menos de la mitad de las mujeres de campos de refugiados en Camerún, Malawi y Sudán del Sur.
“La inversión en la gestión de la higiene menstrual beneficiará a las niñas de hoy, a las mujeres en las que se convertirán mañana y a la próxima generación”, agregó Naylor.