El oráculo de Davos
El Foro de Davos, organizado por el Foro Económico Mundial, se ha vuelto a reunir de manera presencial tras dos años marcados por la pandemia COVID, entre el 22 y el 26 de mayo de 2022. La celebración de esta cita anual, que reúne a los principales líderes mundiales para debatir sobre los problemas globales más urgentes en la búsqueda de soluciones a estos retos, me ha traído a la memoria el Informe de Riesgos Globales de 2015 (Global Risks 2015, 10th Edition, World Economic Forum), en el que ya apuntaba como segundo riesgo, en términos de impacto, la propagación rápida y masiva de enfermedades infecciosas, lo que demandaba la necesidad de un mayor nivel de preparación para grandes pandemias a nivel nacional e internacional para abordar este importante riesgo.
Cinco años más tarde de la publicación de este informe, el 15 de marzo de 2020, nos encontrábamos confinados y con la sensación de que esta crisis nos había pillado por sorpresa. Pese a que sabíamos que un evento de esta naturaleza era altamente probable, de gran impacto, reconocido y evaluado, no estábamos preparados para afrontar sus consecuencias de manera inmediata, lo que la analista Michele Wucker denomina un “rinoceronte gris”.
Hoy nos encontramos en un contexto en el que las crisis se suceden vertiginosamente, proporcionando una sensación de incertidumbre e inestabilidad. No queda otra que afrontar los riesgos, y si podemos disponer de unas predicciones, tendremos tiempo para prevenir y prepararnos ante riesgos tan devastadores.
El 11 de enero de 2022 se publicó la 17ª edición del Informe de Riesgos Globales de 2022 (The Global Risks Report 2022, 17th Edition, World Economic Forum) que acopia en poco más de cien páginas el análisis de las encuestas realizadas a más de mil personalidades de todos los ámbitos, que cuentan con una visión privilegiada y global del mundo actual. Habitualmente se hace coincidir la presentación de este informe anual con el Foro de Davos, que en esta edición tuvo que aplazarse por la creciente incidencia de la variante Ómicron. El informe, que recoge los riesgos globales del planeta, está ordenado en cinco temas: económicos, medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos, y los clasifica en función del nivel de impacto y su grado de incertidumbre.
Según la opinión de los expertos, se realiza una clasificación y priorización de los 10 riesgos más severos a escala global para los próximos 10 años, cuyos tres primeros puestos corresponden a temas medioambientales y los dos siguientes pertenecen a la tipología social:
- Efectos del cambio climático
- Meteorología extrema
- Pérdida de la biodiversidad
- Erosión de la cohesión social
- Crisis de medios de subsistencia
- Enfermedades infecciosas
- Daños humanos al medio ambiente
- Crisis de recursos naturales
- Crisis de deuda
- Confrontación geoeconómica
Es significativo ver cómo ha evolucionado la percepción del riesgo por parte de los expertos desde 2007 hasta 2020: el epicentro se ha movido de la temática económica a la medioambiental, ganando preponderancia tanto en impacto como en intensidad. El riesgo de inacción climática se considera como el que tiene mayor potencial de infligir un daño severo global.
El “clima extremo” y el “fracaso de la acción climática” se encuentran entre los cinco principales riesgos a corto plazo para el mundo, pero los cinco peligros a largo plazo más amenazantes son todos medioambientales. “Fracaso de la acción climática”, “clima extremo” y “pérdida de biodiversidad” también se clasifican como los tres riesgos potencialmente más graves para la próxima década.
Según la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (EPRG), la “erosión de la cohesión social” es el riesgo que más ha empeorado a nivel mundial desde el inicio de la crisis del COVID-19. Se percibe como una amenaza crítica para el mundo a través todos los lapsos de tiempo: corto, mediano y largo plazo, y es visto como uno de los más potencialmente perjudiciales para los próximos 10 años. Describe la erosión de la cohesión social como la pérdida de capital social y fractura de redes sociales impactando negativamente la estabilidad social, el bienestar individual y la productividad económica como resultado de la persistente ira, desconfianza, división, falta de empatía, marginación de las minorías, polarización, etc.
“Erosión de la cohesión social” (27.8%), “crisis de medios de vida” (25,5%) y “deterioro de la salud mental” (23,0%) son tres de los cinco riesgos que más se han deteriorado globalmente a través de la crisis, según la EPRG. Estos tres riesgos, y la pandemia misma («enfermedades infecciosas», 10,9%), también se consideran una de las amenazas más inminentes en el mundo.
En nuestro país se ha puesto de manifiesto, desde el inicio de la pandemia, una mayor incidencia de la depresión, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático en los niños, las niñas y los adolescentes.
El informe contiene un gráfico sobre los efectos de los riesgos globales, en el que se pone en relación los cinco principales riesgos potencialmente dañinos y los riesgos que se agravarán a consecuencia de estos, mostrando la relación y grado de participación de estos riesgos principales en las consecuencias previstas.
En la página web del Foro Económico Mundial, en su apartado dedicado al Foro de Davos, se puede explorar a través de los Mapas de Transformación las interconexiones entre los diversos asuntos globales, tres de ellos están relacionados directamente con el sector educativo:
- Educación, habilidades y aprendizaje
- ODS 04: Educación de calidad
- Diversidad e inclusión
Como artículos destacados presentados en esta edición anual, voy a hacer referencia a tres de ellos:
- Catalizando la educación 4.0: invertir en el futuro del aprendizaje para una recuperación centrada en el ser humano: informe desarrollado en consulta con expertos líderes en educación, presenta un enfoque para reinventar la educación de una manera que sea inclusiva, se centre en una amplia gama de habilidades para preparar a los alumnos para la Cuarta Revolución Industrial y aproveche la innovación tecnológica y pedagógica para poner a los alumnos en el centro del aprendizaje.
- Cómo el aprendizaje lúdico ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales y emocionales: Anne-Birgitte Albrectsen, aboga por la transformación de los sistemas educativos tradicionales para incorporar el desarrollo de habilidades sociales y emocionales a través del aprendizaje lúdico. Concluye que ahora es el momento de actuar: los niños necesitan estas habilidades para navegar en un mundo incierto e inestable agravado por el impacto de COVID-19 y la guerra en Ucrania.
- El aprendizaje experiencial y la realidad virtual remodelarán el futuro de la educación: Los doctores Ali Saeed Bin Harmal Al Dhaheri y Mohamad Ali Hamade presentan la infiltración en la educación del futuro del aprendizaje experiencial a través de la tecnología educativa, combinada con pedagogías innovadoras, el metaverso, la realidad aumentada, la realidad virtual y la realidad mixta. Destacan los beneficios de estas tecnologías en el aprendizaje de los alumnos, entre otros, aumentan la accesibilidad, la asequibilidad, la personalización del aprendizaje y la calidad de la educación, reduciendo la dependencia de otros materiales.
La lectura del informe nos da la prospectiva de contextos o entornos con impacto en la humanidad, en los que tenemos que desarrollar nuestro trabajo como docentes o inspectores, influyen en la orientación de las políticas educativas y actualizan los retos del sistema educativo. El Informe de Riesgos Globales de 2022 nos brinda anualmente la oportunidad de tomar el pulso al contexto global, actualizar los retos que se pretenden afrontar, valorando estas predicciones como posibles, evaluarlas y prepararse para sus consecuencias.
Nuestra renovada Ley Orgánica de Educación se hace eco de los retos medioambientales y sociales que menciona el Informe de Riesgos Globales de 2022, tomando como referencia los objetivos fijados por la Unión Europea y la UNESCO para la década 2020/2030. Requiere un esfuerzo colectivo para que el alumnado adquiera las competencias para afrontar los retos del futuro, no solamente desde el ámbito educativo, necesitamos el trabajo en conjunto de toda la sociedad, incentivando la solución temprana de problemas y el establecimiento de hojas de ruta que permitan afrontar los “rinocerontes grises”.