Paula Gª Valverde: "No hablar de suicidio evita que se pueda prevenir"
Paula Gª Valverde es psicóloga general sanitaria especialista en suicidio y experta en trastorno mental. Realiza su labor en la Asociación Española de Apoyo en Psicosis (AMAFE), trabaja ayudando a personas con cualquier diagnóstico de salud mental a buscar trabajo, mantener un empleo, buscar formación… en definitiva, en su carrera académica o profesional. Además, ofrece charlas de concienciación. Tiene perfil propio en las redes sociales para llegar a todo tipo de públicos.
Recientemente ha publicado su primer libro Prevenir el suicidio. Una guía para ayudarte a ayudar (Almuzara). Un libro que ofrece herramientas para ser capaces de reconocer las señales que alertan de una experiencia de suicidio y saber actuar ante esos casos.
¿Qué objetivo tiene el libro?
— La idea es que sea útil para todo el mundo. Esto no es un libro de una profesional para otros profesionales, sino de una persona para otras personas. Yo escribí el libro pensando en que si lo lee un chaval de 16 años, una persona de 40 años o de 70, les tiene que ser útil a todos independientemente de lo que hayan estudiado. ¿Por qué? Porque realmente a todos nos puede ocurrir, o bien que atravesemos por una experiencia suicida, o bien que conozcamos a alguien que esté involucrado en un proceso así. La idea es que todo el mundo sepa detectar las señales y sepa actuar. Es parte de la cultura popular, más o menos sabemos cómo hacer una RCP, sabemos cómo detectar si a alguien le está dando un ictus… pues un poco lo mismo con la experiencia suicida. El objetivo es ver las señales a tiempo para poder reaccionar.
Porque realmente a todos nos puede ocurrir, o bien que atravesemos por una experiencia suicida, o bien que conozcamos a alguien que esté involucrado en un proceso así
"¿Hay suficientes libros sobre este tema?
— Pues sobre suicidio hay muchísimo escrito de profesionales para profesionales y hay muchísimo escrito de supervivientes o de testimonios en primera persona. Pero creo que no hay mucho escrito en este formato divulgativo accesible para todos los públicos, porque al fin y al cabo lo que intento es que todo el mundo se profesionalice. Sobre todo con las herramientas, los libros en los que hay herramientas para saber qué hacer no son muchos.
¿Cómo surge la idea?
— La idea surge hace un año. Yo hice el año pasado el máster de prevención, intervención y postvención en suicidio porque llevo diez años en la red de salud mental y por desgracia a los psicólogos no nos enseñan, ni en la carrera ni en el servicio sanitario, nadie nos habla de suicidio. Precisamente, trabajando en salud mental yo veía que a mi me faltaban herramientas.
Como soy muy activa en LinkedIn ese año, Ibai Llanos, el youtuber y streamer, publicó en sus redes sociales que se suicidó su amigo Gabriel Chachi, que también era streamer. A raíz de hablar de ello en LinkedIn, me encontró mi editora Ana Belén Valverde, estuvimos hablando de publicar un libro porque se me veía joven, con un aire diferente y tenía un perfil muy profesional. Desde Almuzara querían hacer algo divulgativo, que fuera por un lado para profesionales, pero también para que sirviera a la población general. Es un reto difícil, pero muy bonito. Concibo el libro como aprender a ver estas señales y aprender a reaccionar. Las señales que indican que alguien puede estar sufriendo, alguien puede estar pensando en hacerse daño. Para evitar que esto suceda, o por desgracia, en el último capítulo, cómo acompañar a alguien que ha perdido a una persona por suicidio.
Precisamente, trabajando en salud mental yo veía que a mi me faltaban herramientas
"¿Se puede evitar realmente el suicidio?
— Sí, se puede, se ve y es bastante más barato de lo que pensamos. Creo que en parte los gobiernos, los ministerios o las entidades a las que les corresponde no dedican tantos recursos económicos y profesionales porque deben pensar que es muy caro. Sin embargo, es tan barato como saber preguntarle a alguien cómo está. En el libro le doy mucho énfasis a la actitud de escucha, de interés genuino, de ayuda, de romper con la soledad que percibe una persona que está atravesando una experiencia suicida. Escuchar la respuesta genuina al qué tal estás.
En la sociedad estamos muy acostumbrados al “¿Qué tal? Bien, ¿y tú? Bien” y ya está, y entre eso y no hablar no hay nada. Es importante fomentar una conversación profunda, transparente, de saber escuchar y luego saber qué hacer con esto que me cuentas, saber qué hacer con las emociones que me transmite una persona. Algo que creo que está muy patente en la sociedad es el te cuento que estoy mal, que estoy pensando en suicidarme y la persona que lo escucha no sabe cómo reaccionar o bien porque es un asunto delicado o porque me remueve algo mío personal. Y salimos con lo que yo llamo los “consejitos de mierda” el «anímate», «no lo pienses», «hay gente peor», «venga que tú saldrás». El libro lo que fomenta es evitar todas esas respuestas y cambiarlas por el «¿cómo te puedo ayudar?», «¿qué necesitas?», «me quedo aquí contigo», «te escucho», «vamos a buscar ayuda». Es importante que si no sabemos qué hacer transmitir a la otra persona que estamos ahí, que la escuchamos y no la vamos a dejar sola. Solamente con escuchar de verdad y acompañar de corazón, ya se previene muchísimo.
Solamente con escuchar de verdad y acompañar de corazón, ya se previene muchísimo
"¿Qué consecuencias tiene el silencio que hay alrededor de este tema?
— Mucho sufrimiento, tanto para la persona que está pensando en el suicidio como para sus familiares, amigos y allegados. Por ejemplo, no se registran todos los suicidios que ocurren, solamente se registran unos poquitos de todos los que hay. Hay otros que se esconden detrás de accidentes domésticos, problemas de salud, detrás de accidentes de tráfico… Una de las consecuencias es esta vergüenza y esta ocultación de no registrar realmente el impacto que tiene el suicidio o los intentos de suicidio, porque por cada persona que logra, desgraciadamente suicidarse, veinte lo intentan. Esto es una cifra que si no alarma no sé que puede alarmarnos.
Definitivamente, tiene un impacto grandísimo en la sociedad. Todos conocemos a alguien, lo sepamos o no, que ha intentado suicidarse o ha pensado en el suicidio, o ha perdido a alguien por suicidio, o está viendo cómo un familiar sufre mucho. Entonces este silencio lo que dificulta precisamente es el buscar ayuda. Tanto yo como persona que está pensando en el suicidio o yo como familiar, amigo, compañero de alguien que está viviendo una experiencia suicida o tiene un trastorno mental y no sabe cómo ayudar. La principal consecuencia es el aislamiento, es como si todo este tiempo hubiéramos intentado silenciar la violencia machista, ¿esto qué hace? Perpetuar este tipo de violencia y que no se haga nada. No hablar de suicidio evita que se pueda prevenir. De lo que no se habla no existe.
Todos conocemos a alguien, lo sepamos o no, que ha intentado suicidarse o ha pensado en el suicidio, o ha perdido a alguien por suicidio, o está viendo cómo un familiar sufre mucho
"¿Es necesaria formación para poder detectar esas conductas y actuar?
— No, tener ojos y oídos. Justo a raíz de publicar el libro, estoy recibiendo un aluvión de mensajes. Me siento súper agradecida por ello, porque ahora la gente se atreve a hablar. Me llegan muchos mensajes de “oye es que estoy empezando a ver señales en el instagram de un amigo y no sé cómo preguntarle”. Mi pareja, por ejemplo, es profesor y enseña en secundaria, me pregunta cómo puede saber si un adolescente está sufriendo y cuándo se tiene que alarmar por lo que está sucediendo.
Cualquiera que tenga ojos y orejas puede escuchar y ver a un familiar que sufra, a un hijo, a un compañero de trabajo, a un amigo… Qué barato es ser amable, qué barato es escuchar y qué barato es saber acompañar. No hace falta ser profesional, simplemente tener empatía y ganas de verdad de escuchar y de apoyar, y eso no te lo da ninguna formación.
No hace falta ser profesional, simplemente tener empatía y ganas de verdad de escuchar y de apoyar, y eso no te lo da ninguna formación
"A raíz de la pandemia los casos en jóvenes y adolescentes han aumentado, ¿hay factores de riesgo para que se den estas situaciones entre la población joven?
—Realmente ha aumentado en toda la población, en los adolescentes y en los mayores preocupa especialmente, ya que también han aumentado las autolesiones entre los adolescentes. Entonces, ¿qué hacemos con nuestros jóvenes que están sufriendo y no nos lo dicen? ¿Qué hacemos con los jóvenes que se autolesionan o con nuestros jóvenes que desgraciadamente fallecen por suicidio? Por un lado, el tópico de las redes sociales: los filtros, el estar contectado pero no, la necesidad que tienen de encajar. Parece que tengo que dejarme llevar y no ser yo mismo, tengo que intentar encajar en estas modas y no permitir mi yo más genuino, mi yo más original y mi yo más natural.
Por otro lado, el ser diferente también puede ser factor de riesgo. Pertenecer a una minoría: étnica, al colectivo LGTB, la precariedad o la situación económica y familiar en la que se encuentren los jóvenes. No tener acceso a algunos bienes básicos, a una buena Educación, no tener el apoyo familiar, el consumo de drogas, el consumo desmesurado de alcohol. Son factores de riesgo a los que hay que poner una mayor atención.
Los adolescentes están conectados pero se sienten solos, no están muy acostumbrados a hablar de sus emociones o a analizarlas o pensar en ellas. Se podría trabajar mucho más la relación con sus familiares, sus profesores y sus médicos. Los médicos de cabecera juegan un papel fundamental en la detección de trastornos mentales.
Los adolescentes están conectados pero se sienten solos, no están muy acostumbrados a hablar de sus emociones o a analizarlas o pensar en ellas
"¿Qué papel tienen las familias en la prevención del suicidio?
— Pienso que todas las familias tienen como objetivo cuidar del bienestar de sus hijos. Tanto cuidar físicamente y que no enfermen, económicamente para que no les falte ropa o los libros. Pero, parte de la finalidad de este libro, es que la familia se involucre en el cuidado emocional y en el cuidado de la salud mental de sus hijos e hijas. De sentarse a hablar honestamente de cómo estás, de escuchar, de cómo te puedo ayudar. Hagamos crecer adultos sanos, adultos independientes, adultos empáticos y que fomenten la ayuda mutua entre sí. Esto es regar cada día una plantita, como son nuestros adolescentes, para que en el futuro sean árboles sólidos capaces de ayudar y de ayudarse.
¿Y los docentes desde las aulas que pueden ofrecer?
— No les podemos pedir que hagan de psicólogos. Ya tienen mucho con poner los deberes, los exámenes, con las tutorías, con el atender a los jóvenes y a los padres. Pero sí es verdad que muchas veces, insisto, la actitud del profesorado influye muchísimo en el bienestar emocional de los adolescentes. Como te digo, mi pareja es docente en secundaria y él mismo nota cómo los chavales van más a él porque igual tiene una actitud más de broma o de ofrecer ayuda si lo necesitan. Esta actitud de escucha. Esta actitud de transmitir que no eres un alumno más, que da igual si sacas un 3 que un 8 porque no te define, eres una persona, tu vida es valiosa y tu mundo emocional es valioso. Esa actitud en los profesores va a ser lo que ayude muchas veces a los jóvenes. Porque también es de lo que se quejan: «ese profe es muy borde», «me intimida y no me voy a acercar». En ocasiones me han comentado en mi trabajo que los profesores acusaban a aquellos que se autolesionaban de querer llamar la atención.
Yo entiendo que haya profesores que ya están quemados. Tenemos que cuidarlos a ellos también, hay que cuidar a los profesores. Pero hay que cuidarles para que puedan quitarse este velo de enfado y de cansancio para que puedan ver realmente a las personitas que ellos también están educando. Los alumnos no aprenden solo las materias, sino que aprenden también cómo ser adultos funcionales. Los profesores también actúan como modelo y tiene que reflejar esa empatía y esa actitud de escucha.
Esto es regar cada día una plantita, como son nuestros adolescentes, para que en el futuro sean árboles sólidos capaces de ayudar y de ayudarse
"¿Crees que es necesaria una Educación en estos temas desde que se es pequeño?
— Sí, por supuesto. No podemos enseñar a los niños de cinco años cómo hacer para no suicidarse, sino que desde pequeñitos hay que fomentar la comunicación. El saber identificar nuestras emociones. Compañeros de trabajo y amigos míos profesores me han comentado que muchas veces les preguntan a los niños cómo están y no saben contestar cómo se sienten. Creo que desde pequeñitos nos tienen que enseñar a entender y ubicar qué emociones estoy teniendo, cómo las siento y cómo las siente mi cuerpo, cómo las gestiono, cómo las comunico, cómo las escucho cuando alguien me habla de su enfado, su dolor, su tristeza. Cómo pongo límites en la comunicación si siento que alguien me está incomodando. Aprender a comunicar, escuchar y ayudar es algo para todos los públicos, e insisto barato, es simplemente hablar. Es muy importante hablar y entender el mundo emocional de la persona que tengo delante.
Aprender a comunicar, escuchar y ayudar es algo para todos los públicos, e insisto barato, es simplemente hablar
"