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Muere Santiago Grisolía, discípulo de Severo Ochoa

El científico y divulgador, Premio Príncipe de Asturias de investigación, fue el primer alumno español de posdoctorado de Severo Ochoa.
RedacciónJueves, 4 de agosto de 2022
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Santiago Grisolía ha fallecido a los 99 años, tras un empeoramiento de su salud por la covid

«La bioquímica en España te debe mucho». Con estas palabras la ministra de Ciencia se despedía hoy de Santiago Grisolía, fallecido a los 99 años tras un empeoramiento de su salud a causa de la covid. El médico y bioquímico valenciano fue uno de los precursores de la divulgación científica moderna en España. En mayo de 2014 recibió de Juan Carlos I el título de Marqués de Grisolía por su «prolongada y encomiable labor investigadora y docente«.

El 7 de junio de 2016, cuando se hizo público el fallo de los Premios Rey Jaime I, ya cedió el testigo de su lectura por primera vez en la historia de estos galardones por motivos de salud. Pocos días después era ingresado en el Hospital Clínico de Valencia. Tras este episodio, continuó acudiendo a diversos actos públicos, aunque su participación en los mismos fue cada vez más reducida.

Custodiaba el testamento personal, el archivo científico y la biblioteca privada de Severo Ochoa

Licenciado en Medicina por la Universitat de València en 1944, el Ministerio de Asuntos Exteriores le concedió una beca para estudiar en el Departamento de Bioquímica y Farmacología de la Universidad de Nueva York, donde se convirtió en el primer alumno español de posdoctorado que tuvo el científico Severo Ochoa. Lo que en principio iba a ser una estancia de un año, se prolongó tres décadas.

Santiago Grisolía siempre hizo gala de haber sido discípulo del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1959, Severo Ochoa, con quien mantuvo una estrecha amistad. De hecho, ha sido hasta su muerte depositario de su testamento personal y científico, custodiando tanto su archivo científico como su biblioteca privada.

Su empeño en situar la ciencia y la tecnología españolas a niveles internacionales le llevó en las últimas décadas a promover congresos internacionales y escribir libros, como Vivir para la ciencia, donde censuró la falta de apoyo institucional y político al desarrollo de la investigación en España. También defendió en numerosas ocasiones que los ministerios de Educación y de Sanidad «deberían desaparecer» dada la transferencia de sus competencias a las comunidades autónomas.

En 1990 le conceden el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica “por su labor científica en el área de la Bioquímica, principalmente en la enzimología del metabolismo del nitrógeno relacionado con el ciclo de la urea y la degradación de las pirimidinas”. Cinco años después era nombrado asesor del presidente de la Generalitat Valenciana para Ciencia y Tecnología y un año después presidente del Consell Valencià de Cultura, cargo que aún ostentaba.

El mundo de la ciencia, la política y la cultura se despide de Santiago Grisolía

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