La mediación escolar, nueva función de la Inspección Educativa
La LOMLOE introdujo diversas modificaciones en la LOE que afectan a la inspección educativa entre ellos incorporó una nueva función a la inspección al añadir la letra h) al artículo 151:
- h) Orientar a los equipos directivos en la adopción y seguimiento de medidas que favorezcan la convivencia, la participación de la comunidad educativa y la resolución de conflictos, impulsando y participando, cuando fuese necesario, en los procesos de mediación
Esta función que en muchos casos se ejercía de facto por muchos inspectores queda así ahora refrendada e impulsada.
La mediación escolar es, en los tiempos que estamos viviendo, algo muy necesario y, en ocasiones imprescindible, para mejorar la convivencia en los centros educativos y, sobre todo, las relaciones entre los diferentes sectores que forman parte de la comunidad educativa e, incluso, dentro de cada uno de esos sectores (familias, alumnado, docentes, personal de administración y servicios, instituciones públicas y privadas que intervienen en un centro educativo, etc…).
Este argumento, por muy simplista que pudiera parecer, pretende poner el foco en algo que, sin desmerecer la indispensable labor preventiva, donde deben primar las normas consensuadas, prácticas y eficaces, algo muy importante a la hora de afrontar la convivencia en los centros educativos, hace poner el foco en la labor mediadora que nos permitirá llegar a una resolución pacífica de conflictos de forma educativa y reparadora, además de proporcional a los hechos ocurridos y gradual a las conductas desarrolladas.
Antes de nada, es bueno aclarar que vivimos en una sociedad cambiante de forma vertiginosa, compleja en las relaciones humanas y con un preocupante grado de conflictividad, por lo que, en numerosas ocasiones, tanto las normas de convivencia que se establecen por parte de los responsables de legislar como las establecidas por los mismos sectores que deben luego cumplirlas, no están adaptadas a las circunstancias y contextos reales en los que se produce el conflicto.
La mediación escolar debe buscar el consenso y acuerdo entre las partes distanciadas por el conflicto, de manera dialogada, reflexiva y pacífica y teniendo como referente el bien común para todos los que conviven en el centro educativo.
A partir de estas reflexiones previas, debemos pensar en las características que debe tener un buen mediador, sea del sector educativo que sea. Partiendo de una gran voluntariedad y espíritu altruista, el mediador debe ser alguien objetivo, neutral, con una gran empatía hacia los demás, conocedor de habilidades sociales y, sobre todo, estar apoyado en argumentos sólidos y convincentes, que permita a los implicados en un conflicto verse ayudados y acompañados en una necesaria reflexión, con espíritu conciliador y actitud positiva hacia el perjuicio provocado o recibido.
Para desarrollar adecuadamente ese difícil papel asignado al mediador es indispensable una eficaz y práctica formación, reglada y homologada por los Servicios de apoyo externo dedicados a ello
Para desarrollar adecuadamente ese difícil papel asignado al mediador es indispensable una eficaz y práctica formación, reglada y homologada por los Servicios de apoyo externo dedicados a ello, y acompañada siempre de un asesoramiento por parte de personas ajenas a la organización escolar en la que se ha desarrollado el conflicto, como son, principalmente, los Gabinetes de Convivencia, los responsables de proyectos como el de Escuela: espacio de paz y, esencialmente, la Inspección educativa, todos los cuales permitan garantizar, de manera adecuada, el éxito de la acción mediadora.
En los últimos años han sido muchos los estudios dedicados a la mediación escolar e innumerables las experiencias puestas en práctica por los centros educativos, conscientes de su vital importancia.
Sería interminable la mención de ejemplos en cada uno de estos grandes referentes, pudiendo caer en la injusticia de dejar de nombrar a alguien con igual o mayor mérito que otros y haciendo ver como buenas prácticas educativas aquellas experiencias ya desfasadas o superadas por otras muchas.
Sin embargo, es de justicia, recordar el esfuerzo de la Administración educativa en promover la innovación y la investigación educativa en relación a la mediación escolar, a través de la publicación de estudios contrastados de gran rigor y utilidad. En este sentido sirvan de referencia los trabajos y guías elaborados por autores de gran prestigio como José Antonio Binaburo, Mª Carmen Boqué, Beatriz Muñoz Maya, Antonio Daniel García Rojas, y otros muchos más.
Así mismo, ha sido notorio el esfuerzo en el reconocimiento de buenas prácticas educativas, a través de premios, certámenes, certificaciones y ayudas a centros que participan en convocatorias oficiales relacionadas con la mejora de la convivencia y, concretamente, de la mediación escolar y, finalmente, el esfuerzo por difundir buenas prácticas educativas de prestigio llevadas a cabo en los centros educativos, accesibles en plataformas educativas oficiales, tanto a nivel estatal como autonómico. El papel de los Observatorios para la Convivencia es un garante de esta importante labor de reconocimiento y divulgación de modelos de referencia. Animamos a consultar la web del Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar
En conclusión nos atrevemos a decir que, en relación a la mediación escolar, hay mucho camino andado, son muchas las personas que se dedican, de una manera u otra, a contribuir a su éxito y a mejorar su eficacia y efectividad, pero no debemos bajar la guardia ante una sociedad que cada día presenta mayor diversidad y complejidad de conflictos de convivencia y que, en muchas ocasiones, se reflejan en el día a día de las relaciones sociales y humanas en los centros educativos de nuestro país.
Para ello es indispensable contar con personas comprometidas, formadas y bien asesoradas en un tema crucial para la mejora competencial de toda la comunidad educativa en convivencia escolar.
Julio Montes Mérida es inspector de Educación de Andalucía