Dirección apasionante
Tras considerar los resultados de estudios previos, que dan razón de la ausencia de aspirantes a puestos directivos en los centros docentes, un equipo de investigadores de las universidades Ramon Llull y Autónoma de Barcelona pretende responder a esta cuestión: ¿es la dirección escolar un trabajo apasionante? Y buscan respuesta en una muestra de cerca de quinientos directivos de Chile y Cataluña.
El término «pasión», aunque no asimilable a «vocación», conlleva un claro y expreso compromiso con la actividad profesional, a la que se atribuye relevancia, así como una dedicación plena, sin recortar tiempo y empeño, y la capacidad de superar dificultades o retos. Para una descripción más fundamentada, se considera un Modelo Dual de Pasión (DMP) que diferencia la pasión armoniosa de la pasión obsesiva, a partir del modo en que cada una de ellas se incorpora a la identidad de quienes las presentan. En el primer caso, es armoniosa la pasión cuando se integra, autónoma y adecuadamente, con otras dimensiones o aspectos de la vida; de modo que, aunque apasionadamente, al grado de compromiso o la intensidad de la dedicación pueden ser flexibles, con una concentración alta en tareas estimulantes. En tanto que la pasión obsesiva toma el control o afecta a otras actividades personales, toda vez que influyen la aceptación por parte de otros y las percepciones o sentimientos de aceptación o autoestima, con derivaciones hacia la ansiedad y el desequilibrio emocional.
Los resultados de esta investigación permiten apreciar un alto grado de pasión armoniosa en los directivos que asumen, como elemento de marcada identidad, la dirección escolar. Por tanto, prevalecen los niveles de compromiso apasionado, sin alta determinación de contingencias como el reconocimiento profesional, las retribuciones económicas, la aceptación social o el impulso incontrolable y obsesivo hacia la tarea. Tal estado de la cuestión predispone asimismo una buena calidad de las relaciones interpersonales. Y se vincula, por otra parte, a una formación específica para el desempeño directivo; aunque esta requiera, sobre todo en el caso de nuestro sistema educativo, una mayor entidad. Particular interés tienen, además, las aportaciones, todavía imprecisas, sobre de qué manera la pasión docente se transfiere al ejercicio directivo. Esto es, cómo un docente apasionado devine, o puede devenir, en directivo apasionado; dado que la experiencia docente, en nuestro sistema educativo, es condición necesaria, pero no puede asegurarse que suficiente, para el ejercicio directivo.
En definitiva, aun con las limitaciones propias del diseño y el objeto de la investigación, que la dirección se asuma con pasión armoniosa es una predisposición óptima para la dirección profesional. Cabe, además, invertir los términos y, con ello, abrir nuevas líneas de investigación para comprobar si el estatus profesional de la dirección, con una previa y solvente formación inicial, conlleva un apasionamiento armonioso con el liderazgo directivo.