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Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

El Trastorno del Desarrollo de la Coordinación

Este trastorno impacta significativamente en el desempeño diario y en la participación de las niñas y niños. Algunos de estas dificultades pueden ser problemas en Actividades de la Vida Diaria (AVD).
Laura LópezLunes, 20 de febrero de 2023
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El Trastorno del Desarrollo de la Coordinación es una patología bastante común, aunque infradiagnosticada | © dreamyart

El Trastorno del Desarrollo de la Coordinación (TDC)  es un trastorno motor del neurodesarrollo que se define por la presencia de un retraso o dificultad en las habilidades de coordinación motora desde edades tempranas y sin que exista una causa aparente para ello. No puede ser explicado por una discapacidad intelectual o por un trastorno neurológico específico, congénito o adquirido, y no cumple los criterios de trastorno generalizado del desarrollo.

El nivel de desarrollo de la coordinación de movimientos (motricidad fina y gruesa) afecta al rendimiento y a la participación en las ocupaciones del infante, por lo tanto, podemos observar que realiza actividades significativamente inferiores a lo esperado para la edad cronológica del niño y también hay presencia de dificultad en la adquisición de hitos del desarrollo.

A continuación, se detallan algunos signos de alerta que se pueden observar y que pueden ser útiles para identificar problemas en el desarrollo de la habilidad de coordinación:

  • Dificultad para utilizar el tenedor, quitar el abrigo, secar las manos con una toalla (3 años).
  • No utilizar triciclo, saltar con los dos pies juntos (4 años).
  • Dificultad para limpiarse solo en el baño, vestido (5 años).
  • No recorta círculos ni escribe su nombre en mayúscula (6 años).
  • No se ata los cordones, no monta en bicicleta (7 años).
  • No es autónomo en la ducha ni en el peinado (8 años).

Este trastorno impacta significativamente en el desempeño diario y en la participación de las niñas y niños. Algunos de estas dificultades pueden ser problemas en las Actividades de la Vida Diaria (AVD). Se pueden observar necesidad de un mayor nivel de apoyo para participar de forma autónoma en ocupaciones como la alimentación (manejo de cubiertos, cortar, derramar líquidos), vestido (reconocer el derecho y revés de la ropa, atarse los cordones, planificar cómo vestirse), aseo e higiene en el inodoro (planificar y ejecutar como limpiarse), ducharse (qué productos utilizar, planificar la acción…

Dificultades en la educación

También se pueden observar dificultades en la educación. Se observan peores resultados académicos, dificultades en la lectura y en la escritura. En la escritura se pueden observar problemas en la pinza, en el trazado de las letras y números, lentitud al escribir… También se pueden observar dificultades en plástica (utilización de tijeras, compás, regla), Educación Física (dificultada para lanzar pelotas), idiomas, música… Aunque muestren un desarrollo intelectual y cognitivo adecuado para su edad, presentan problemas para el logro de diversos objetivos curriculares, ya que pueden coexistir con problemas de atención.

Profundizando más en la parte académica, la lectura se puede ver afectada por las dificultades visuoperceptivas que muchos de estos niños presentan y que afectan a su habilidad para percibir la forma, el tamaño y la orientación de los números, letras y las palabras. La escritura también se ve habitualmente afectada, esto puede ser debido a diversas causas: bajo tono muscular, inestabilidad en las articulaciones de los miembros superiores, tipo de pinza o presa utilizado, temblor o falta de control de los movimientos de las articulaciones de los miembros superiores. También es frecuente encontrar que a estos niños, debido a problemas de integración visuomotriz, les resulte muy difícil realizar la copia, especialmente de la pizarra al papel.

Otra área del desempeño que puede verse afectada es la participación en actividades extra escolares. Generalmente, rechazan apuntarse a actividades que impliquen movimiento coordinado, especialmente deportes de equipo.

También se observan dificultades en participar en el juego y actividades de ocio: los deportes suponen uno de los mayores retos para ellos, especialmente aquellos que implican objetivos y uso de materiales en movimiento (balones, pelotas), tienden a mostrar mayor interés por juegos sedentarios y solitarios. Como consecuencia, evitan socializar con sus compañeros, especialmente en momentos como el recreo, lo que puede implicar dificultades emocionales como la baja tolerancia a la frustración, la disminución del autoestima y la falta de motivación.

Repercusiones familiares

En conclusión, las actividades y ocupaciones en las que los niños y niñas con TDC tienen dificultades para participar son todas aquellas que requieran una adecuada planificación motora, integración bilateral, ajustes posturales y integración visuomotriz.

Todo lo explicado impacta también en el área emocional de los niños y niñas, provocando síntomas clínicos de ansiedad y/o depresión en mayor proporción que sus iguales. Además, los niños y niñas con TDC pueden tener comportamientos rígidos, es decir, resistencia a cambios, debido a la cantidad de fuerzo que tienen que realizar para planificar y ejecutar una actividad nueva.

También, tiene repercusiones en la familia: los padres presentan sentimientos de culpa y tratan de buscar terapias/profesores de apoyo que puedan favorecer el desarrollo de su hijo/a, lo que implica un coste económico y un esfuerzo familiar.

Es una patología bastante común, aunque infradiagnosticada, y afecta considerablemente a la participación de las personas en sus actividades de la vida diaria. En España, un 12,2% de los niños/as tienen riesgo de presentar un TDC, que puede coexistir con otros diagnósticos tales como: TDAH, disgrafía, TEA, discalculia, desordenes de procesamiento sensorial, problemas de lenguaje, entre otros.

En cuanto a la intervención, la evidencia científica asegura que los niños y niñas con diagnóstico de TDC necesitan intervención. Sin ella el 75% continuará con estas dificultades en la vida adultas. Por lo tanto la intervención desde Terapia Ocupacional es fundamental. Esta intervención irá orientada a mejorar la competencia motriz del niño/a de manera que pueda participar con motivación intrínseca y desempeñarse con éxito en las actividades de la vida diaria que le correspondan por edad.

  • Laura López Castro es terapeuta ocupacional
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