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¡Es la organización, colega!

Manuel Moreno GarridoMartes, 14 de marzo de 2023
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© ADOBE STOCK

El título de este artículo, es mucho menos contundente que la frase que usó Bill Clinton (Its the economy, stupid), en la campaña a la presidencia de Estados Unidos del 1900 contra George H. W. Bush, en 1992, aunque como aquella, pretende poner el foco de la explicación en un aspecto concreto, en este caso, la organización escolar.

No todo en la vida puede explicarse por la economía, a pesar de que algunos (quizás demasiados), pretenden que sea así. Pero mucho menos, en el ámbito educativo, todo se puede explicar por la organización escolar, aunque sí es uno de los factores que pueden aportar algunas claves para comprender lo que sucede.

Es evidente, que son muchos los factores que inciden en el desarrollo y los efectos del proceso educativo debido a su naturaleza multifactorial, (recursos, formación inicial y permanente, estructuras de asesoramiento, apoyos de la administración, etc.), pero en momentos de cambio, como consecuencia de la implementación de reformas, normativas o modelos curriculares nuevos, estos factores adquieren una relevancia más visible y las dificultades afloran y tienen un nivel de repercusión, tanto a nivel profesional como social, mucho mayor, podríamos decir, que, en algunos casos, llegando a la estridencia.

En estos momentos los centros y el profesorado se encuentran con la necesidad de integrar como elementos que configuran la práctica docente, conceptos y teorías que requieren una interpretación por parte de los mismos, que les permita construir significados compartidos y operativos,  que puedan convertirse en certidumbres y pautas de actuación y de toma de decisiones.

Son muchos esos conceptos o constructos, a veces meramente semánticos, que surgen en el universo normativo y aguijonean el inestable equilibrio de la práctica docente. Entre los mismos se puede citar el manoseado DUA, el aprendizaje competencial y las competencias específicas, las situaciones de aprendizaje, los saberes básicos…, por citar solo algunos que pueden considerarse novedosos. A estos elementos, que consumen gran cantidad de energías docentes para poder ser entendidos o interpretados, se unen otros que constituyen, y estos de manera sustantiva, el foco del trabajo docente y de preocupación de muchos centros; qué enseñar en un currículo excesivamente extenso, cómo hacerlo en los centros actuales,   la atención a la diversidad, identificando al alumnado y generando una respuesta a sus necesidades, la respuesta a las dificultades para una buena convivencia en aulas y centro, etc.

Sin ánimo, por tanto, de acotar los diversos elementos que determinan la complejidad de la educación, vamos a poner el foco en uno, que a mi juicio, tiene un nivel de incidencia importante en la vida de los centros: la organización.

La organización escolar, alude, básicamente, al conjunto de actividades que el personal escolar realiza en aras de estructurar la acción educativa durante la jornada escolar. En el contexto de este artículo, entendemos la organización como: El modo en que las escuelas funcionan en realidad cotidianamente (Ball, S).

Parece claro, que en un escenario de cambio, donde se generan diversas incertidumbres entre los actores que tienen que llevar a cabo el mismo, es necesario considerar los aspectos organizativos de los centros y el profesorado como un elemento esencial para establecer vías de actuación.

Entre los numerosos objetivos que se tienen que lograr, para conseguir eliminar algunas de las dificultades con las que el profesorado se encuentra como consecuencia de la complejidad del trabajo docente y de las novedades establecidas por las reformas, podemos considerar, por citar solamente algunos, los siguientes:

  • Conseguir entender las finalidades del trabajo docente en la actualidad.
  • Compartir, a nivel de centro los significados de los requerimientos, propuestas y modelos que se convierten en prescriptivos como consecuencia de los cambios normativos.
  • Establecer principios de actuación que tengan en cuenta la contextualización necesaria al entorno y la realidad del centro y de la comunidad educativa.
  • Configurar espacios y tiempos para la planificación y la evaluación del aprendizaje del alumnado.
  • Establecer un mapa realista de las necesidades de los alumnos y de sus puntos de partida en los procesos de aprendizaje.
  • Determinar, considerando las necesidades del alumnado como criterio, las necesidades del profesorado para darles respuesta.
  • Establecer las alternativas e itinerarios formativos necesarios para hacer viable dicha respuesta.
  • Garantizar un desarrollo coordinado de las medidas y actuaciones que se deben llevar a cabo por los equipos docentes.
  • Evaluar, de forma rigurosa los resultados, para obtener evidencias y volver a iniciar el proceso de planificación conducente a la mejora.

Estos objetivos, entre otros, suponen que los centros deben configurarse como organizaciones con capacidad de aprender, para lo cual se necesita que existan espacios y tiempos para la reflexión, la deliberación conjunta y la toma de decisiones compartida. Es por tanto imprescindible, que existan estructuras organizativas que permitan al profesorado sistematizar aspectos de su práctica para garantizar una mejora significativa de los resultados de aprendizaje de los alumnos y minimizar las dificultades que supone la intensificación del trabajo docente.

En este sentido la estructura organizativa de los centros, debería garantizar:

  • Tiempos profesionales compartidos, que permitan que el profesorado pueda construir una visión de centro sobre que es educar y cómo hacerlo hoy en día, y que garantice que los equipos docentes tengan un planteamiento común sobre cómo intervenir con los alumnos y alumnas de un modo coherente y ajustado a dicha visión.
  • Autonomía de los centros para organizar los agrupamientos y los tiempos de trabajo del alumnado, de manera que pueda llevarse a cabo un proceso educativo que potencie el aprendizaje significativo y el desarrollo de las competencias, a través de metodologías basadas en la resolución de problemas, proyectos de investigación, indagación y reflexión, retos intelectuales, etc., que con tiempos y agrupamientos como los actuales, presentan serias dificultades para llevarse a cabo.
  • Recursos formativos y de asesoramiento que garanticen que algunos de los problemas sustantivos que existen en los centros puedan resolverse de manera satisfactoria. Una formación permanente ligada a los problemas reales que existen en el centro y que posea calidad desde el punto de vista de la reflexión del profesorado sobre los mismos, el asesoramiento que desde los servicios de orientación es necesario para poder dar respuesta a las diversidades del alumnado, especialmente a aquellos que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, asesoramiento desde la inspección de educación que potencie una cultura de autoevaluación dirigida a la mejora a partir de las evidencias y, que a la vez, permita a los centros contar con la garantía de que sus actuaciones no colisionan con lo que viene establecido en la normativa vigente. En definitiva, hacer de la formación y el asesoramiento herramientas de apoyo a los centros y al profesorado para conseguir crear en los centros escolares unas condiciones organizativas, sociales y culturales que faciliten el desarrollo de propuestas de innovación y cambio.
  • Estructuras de coordinación que se centren en el aprendizaje del alumnado acordando cuáles son los procesos requeridos y cómo llevarlos a cabo; qué relaciones deben establecerse entre contenidos esenciales que permitan procesos superiores de pensamiento: hábitos y disciplina intelectual, razonar, relacionar, indagar, valorar evidencias, acceder y organizar la información, comunicar eficazmente en cada etapa y materia, también memorizar y reflexionar expresamente sobre los aprendizaje cognitivos, personales y sociales, relacionándolos con momentos de la escolarización, áreas y materias buscando su coherencia e integración.
  • Liderazgo pedagógico que permita sumar ideas, y contribuya a hacer posible un clima y una cultura pedagógica de la que participan tanto los discursos como las prácticas más concretas, tanto los procesos como los resultados, y que permita que toda la comunidad educativa se sienta escuchada y atendida. En este sentido modelos teóricos como el “liderazgo distribuido” o el “liderazgo disperso”, propuestos por Spillane y Dufour, respectivamente, suponen marcos para avanzar en ese tipo de liderazgo
  • Plantillas suficientes que permitan que las necesidades del alumnado son atendidas y donde queden incluidos, no solo perfiles docentes, sino otro tipo de perfiles profesionales que son necesarios para una adecuada respuesta educativa, profesionales del ámbito asistencial, psicopedagógico, social.
  • Recursos materiales polivalentes, valiosos y actualizados, que posibiliten que los libros de texto dejen de ser el gran mediador en el proceso educativo y garanticen una mayor adaptación a las condiciones y características del alumnado.

En definitiva, es la organización lo que ha de cambiar, logrando que los centros se conviertan en organizaciones valiosas y reflexivas para la mejora del aprendizaje de nuestro alumnado. Logrando que los centros se transformen en espacios de convivencia y aprendizaje, entre alumnado, profesorado y familias, rompiendo la estructura de “reinos de taifas”, que en la mayoría de casos existe y potenciando su transformación en comunidades profesionales de aprendizaje.

Y en eso, por favor, que la Inspección de Educación, no sea un obstáculo.

Manuel Moreno Garrido es Inspector de Educación de Murcia

Referencias bibliográficas:

Ball, S. J   (1994) “La micropolítica de la escuela. Hacia una teoría de la Organización Escolar”. Paidós. MEC

Escudero, J. M. (2009) “Comunidades docentes de aprendizaje, formación del profesorado y mejora de la educación”. Ágora.

Escudero Muñoz, J. M. (2011).”Las comunidades de aprendizaje y la reconstrucción organizativa y pedagógica de los centros escolares: Una visión panorámica.” Doc Policopiado. Universidad de Murcia

Fullan, M. (2002) “Los nuevos significados del cambio educativo”. Barcelona, Octaedro.

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