Las chicas hacen tareas "de hormiga" en las aulas y hablan menos en público
La norma de género femenina de la autoexigencia activa en las chicas la necesidad de hacer un buen trabajo y, con ello, de tomar el "rol de hormiga", trabajando para el grupo. © ADOBE STOCK
El informe Investigación-acción educativa para desvelar y gestionar cooperativamente desigualdades de género ha sido presentado en Vitoria por la directora de Emakunde, Miren Elgarresta, y dos de sus autoras, Patricia Martínez y Delicia Aguado, doctoras en Ciencia Política y Comunicación Audiovisual. El estudio, realizado con alumnos de Ssecundaria y universitarios, concluye que las normas de género afectan a los roles, tiempos y tareas que chicas y chicos asumen en los grupos de trabajo en las clases.
«Las actividades grupales generan dinámicas que quedan más ajenas al control del profesorado y en las que las lógicas de dominación tienen un efecto más visible», advierte este trabajo, que precisa que en los grupos mixtos «son mayoritariamente ellas quienes cogen las notas y proporcionalmente trabajan más que sus compañeros». «Las alumnas se encargan mayormente de comprar el material, el diseño de la presentación, buscar documentación, corregir el trabajo final y, en menor medida, exponer», de ahí que su trabajo sea más invisible.
La norma de género femenina de la autoexigencia activa en las chicas la necesidad de hacer un buen trabajo y, con ello, de tomar el «rol de hormiga», trabajando para el grupo. Esas normas de conducta de discreción que asumen las alumnas guardan también relación con el «síndrome de la impostora», esa falta de confianza que hace pensar que nunca se es lo suficientemente buena o se está lo suficientemente capacitada para ocupar el espacio público, de ahí que tomen menos la palabra en el aula y, cuando lo hacen, lo preparan más y se sienten menos legitimadas. Estas normas de género afectan también a la valoración de las distintas actitudes que se desarrollan en el aula. Así, las tareas y roles valorados son los que se desarrollan en lo público, y por el contrario son invisibilizados aspectos como la gestión emocional en los grupos, y los nervios o la inseguridad se penalizan.
El estudio destaca como contrapunto la oportunidad que ofrecen este tipo de trabajos colaborativos para desarrollar e impulsar roles y tareas más igualitarias. Para avanzar en una mayor igualdad en los centros educativos se propone poner en evidencia quién hace qué desde una perspectiva de género, para identificar la división sexual existente en el reparto de las tareas, revalorizar cada tarea de un trabajo sin fijarse solo en el resultado final y crear en los grupos un espacio educativo permeable a lo afectivo.