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¡Larga vida a las bibliotecas escolares!

Pasar del "almacén de libros" al "espacio de encuentro" es fundamental. Quienes han vivido esta transformación en sus centros la recomiendan. Requiere tener ilusión, formarse, contar con tiempo, con recursos, con un modelo definido, pero convertir la biblioteca escolar en el eje vertebrador de la vida del centro garantiza la mejora del aprendizaje y lograr una escuela más inclusiva y participativa.
Saray MarquésMartes, 22 de agosto de 2023
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Biblioteca escolar del CEIP do Cervo (Lugo). © XUNTA DE GALICIA

El reciente informe PIRLS ha puesto el acento en el descenso en la comprensión lectora de los niños españoles. Es la primera vez que se produce tal bajada desde que España empezó a participar en esta evaluación internacional de la IEA, en 2001, y esta caída, especialmente acusada en las chicas, hasta un casi empate entre los 520 puntos de ellos y los 522 de ellas, ha obligado a plantearse qué puede haber detrás.

Quizá las muchas pantallas, que están desplazando a los libros en casa y en la escuela, puedan tener algo que ver, pero, en lugar de buscar culpables, España debería aprovechar factores que, como se encarga de subrayar la IEA, pueden jugar a favor de la comprensión lectora, como las bibliotecas escolares y los profesores especializados.

Aprovechando que para la IEA es uno de los puntos fuertes en aras de la comprensión lectora (otros son el número de libros en casa o el gusto por la lectura), hemos querido tomar el pulso a las bibliotecas escolares, de la mano de diferentes expertas y expertos en la materia de Galicia, Madrid, Andalucía y Cataluña:

Cristina Novoa: Galicia como referente

A veces, como dice la profesora Guadalupe Jover, “miramos fuera” en lugar de apreciar “lo que tenemos muy cerquita”. Hace referencia al buen hacer de bibliotecas escolares como las de Galicia “consolidadas a lo largo de más de 20 años a pesar de los vaivenes políticos”.

Cristina Novoa, una de las artífices del éxito de la red gallega, sostiene que “la Administración ha hecho su función”, pero que la fortaleza de la red obedece sobre todo “al trabajo del profesorado y de las comunidades educativas” y a que “desde siempre se optó por equipos, no por una sola persona”.

¿Cómo lograr que las bibliotecas atraigan a los alumnos? “En Primaria no hay problema. En ESO es cuando los chicos se vuelven más reacios y es donde el modelo más ha cambiado. En Secundaria hay tres elementos que llevan a los chicos a la biblioteca: que tengan ordenadores, que se conviertan en espacios más atractivos y amables de lectura informal, más conectados con su forma de estar en el mundo, que permitan charlas sobre lecturas, clubes de lectura, etc. a modo de punto de encuentro, y que los fondos estén actualizados e incluyan cómics y audiovisuales”, plantea Novoa.

La experta considera fundamental que un centro educativo cuente con una biblioteca actualizada, con material literario pero también divulgativo, como un recurso clave para educar a los chicos y chicas del siglo XXI, con mucha más información de la que pueden aportar los libros de texto, “muy reduccionistas, que trasladan una sola visión del mundo”.

Explica cómo en Galicia más del 70% de las bibliotecas escolares se han actualizado gracias al plan de mejora. Cuando una biblioteca cambia “cambia la cultura pedagógica del centro: cambia la forma de trabajar el currículo, se crea un modelo de trabajo colaborativo con el profesorado y el alumnado, con la incorporación de las familias…».

La pena, lamenta, es que hoy existen comunidades autónomas con bibliotecas convertidas en “almacén de libros” y no en espacio de encuentro. Hubo una vez, en 2005, un programa de apoyo a las bibliotecas escolares, del Ministerio y las comunidades autónomas, en que si el Ministerio ponía 500.000 euros, la comunidad, otro tanto (Galicia solía poner algo más). Pero desde que este desapareció, con el cambio de gobierno, en 2011, las redes de BE ya pasaron a depender mucho más de la apuesta de cada comunidad. Ahí está Galicia, de las que más recursos les destina, pero también Andalucía, con una red de formación del profesorado muy potente, o Extremadura, con una avanzada herramienta de recursos digitales.

La biblioteca, en muchos casos, actúa como refugio, como muy bien relata Rocío Quillahuaman en su libro Marrón: “En mi primer día de clase en Barcelona, me escondí en la biblioteca del colegio porque no pude aguantar la angustia de enfrentarme a la hora del patio y a todos esos niños desconocidos”. Lo corrobora Novoa: “Las bibliotecas son espacios muy inclusivos, como lo son los clubes de lectura y los grupos colaboradores, con niños y niñas muy diversos, muchos de los cuales no encuentran su sitio en el patio. La biblioteca se convierte así en un espacio en el que estar a gusto, donde crecen en autoestima, aprenden habilidades sociales, a trabajar en equipo, a tomar decisiones, a poner una idea en práctica…”.

Desde su primera convocatoria en 2007, los clubes de lectura se han expandido a un buen número de colegios e institutos gallegos. Hoy están en 439 centros, más de 260 de ellos, de Secundaria. Son tan variados como los rangos de edad y los intereses (de manga, de inglés, de ciencia, de música…). Además, en el 25% de las bibliotecas hay clubes de lectura de adultos, de familias y profesorado. “Los clubes crean un ambiente a favor de la lectura en un centro muy interesante. Y permiten, por ejemplo, que personas de la comunidad educativa comuniquen diferentes talentos que no se descubrirían en las formas de trabajar tradicionales”, asegura Novoa, que habla de conversaciones en torno a la música alrededor del piano de la biblioteca, o de talleres de ganchillo o costura, de poesía, fotografía o radio en recreos activos en la biblioteca.

Habla Novoa del Covid, y de cómo, pese a que por ley desde 2006 (LOE) los centros educativos deben disponer de una biblioteca escolar, “la pandemia fue una excusa estupenda, se perdieron bibliotecas convertidas en aulas y se creyó que sin biblioteca se podía estar”. A este golpe, del que todavía se recupera la red, se suma el difícil relevo generacional, con una formación inicial deficiente en la materia y “con profesores jóvenes que están llegando a las aulas sin haber tenido un ejemplo en su vida académica”. “Hubo un perfil de personas en movimientos de renovación pedagógica, que empezamos haciendo lo que podíamos en las bibliotecas escolares en los ochenta y noventa, sin recursos pero con mucha ilusión, y ahora nos estamos jubilando”, relata.

En cuanto a la formación, aboga por la incorporación de un docente del claustro como coordinador de la biblioteca, con formación en biblioteconomía o pedagogía. “A partir de 400 alumnos sería interesante incorporar un técnico auxiliar, especialista en biblioteconomía. Tener personas formadas es fundamental, incluso más que los recursos económicos”, prosigue.

Paulo Cosín: esperanza en Cataluña

Como Novoa, Cosín entiende que la mejor estrategia para fomentar la lectura en los centros educativos es a través de “la especialización de la persona a cargo de la biblioteca escolar y lleva implícito la creación de una red, la dotación de fondos (y cómo seleccionarlos) y la formación (de una manera particular en la dinamización y motivación de la lectura)”. “Y debe ser una prioridad de todo el centro educativo”, subraya.

Pero, “salvo excepciones”, no está pasando. “No hay una política fuerte que apueste por ellas”. “Cada centro educativo debe tener un plan de fomento de la lectura que emane de la dirección, una biblioteca escolar y un responsable de esa biblioteca. Y esa persona tendría que tener tiempo, dotación de libros, formación y liderar ese plan de fomento de lectura. No es un plan que deba desarrollar el profesor de Literatura. No es su responsabilidad”, reflexiona.

“En los centros educativos se da una lucha por el tiempo. Como no hay tiempo para todo el currículo, el fomento de la lectura entra por donde puede y acaba en el profesor de Literatura. Pero este plan debe tener tiempo, dedicación, formación, y una persona responsable. Sin eso jamás funcionará”, insiste el autor de Para qué leer y La emoción de leer.

El reciente plan de fomento de la lectura de Cataluña es una señal de que las administraciones empiezan a entenderlo. “En ese plan por fin aparecen las bibliotecas escolares”, apunta Cosín, también director de la editorial Morata, que es partidario de ir más allá y apostar por un pacto social por la lectura, “muy en línea con el catalán y con lo que Portugal ha desarrollado en los últimos años, y seguirá desarrollando en los próximos, en que los dos ministerios, de Cultura y de Educación, y las diferentes comunidades autónomas, se coordinen.

El plan del Govern, que se empezará a desplegar a partir de septiembre, cuenta con 73 medidas para fomentar el hábito lector y la lectura en lengua catalana, con el objetivo de que en 2030 el 76% de la población lea al menos un libro por trimestre (y que el 40% lo haga en lengua catalana). Coliderado por Educación y Cultura, incluye la mejora de las bibliotecas escolares, con 4.656.007 euros hasta 2026. Arrancará con un piloto en 50 centros educativos (35 públicos y 15 concertados), todos ellos en Barcelona, que contarán con un equipo de seis bibliotecarios itinerantes y con un profesor con dos horas liberadas para gestionar la biblioteca. Además, otros 200 centros recibirán 2.000 euros para su fondo bibliotecario y mejorar su espacio. El objetivo es lograr que el 80% de los centros cuente con biblioteca escolar, frente al 56% actual. Incluye, también, medidas específicas para los niños procedentes de entornos vulnerables en que el hábito lector familiar es inexistente.

Cataluña es donde más ha descendido la habilidad lectora en los últimos años (17 puntos en PIRLS), y también donde se han perdido más bibliotecas escolares en funcionamiento.

CEIP “Andalucía”: un premio más que merecido

Ángela Molina es la directora de este colegio público de Sevilla que en 2006 se convirtió en comunidad de aprendizaje y que desde entonces soñó que, para mejorar, el colegio debía tener una biblioteca. Se creó una comisión ad hoc y se trabajó para crear una verdadera biblioteca, y no un almacén de libros y trastos viejos. “Desde el primer momento tuvimos claro que teníamos que contar con los mejores libros en literatura y conocimiento infantiles. Y nos pusimos en contacto, antes de inaugurarse, con la librería Rayuela de Sevilla, les planteamos proyectos. Queríamos que la nuestra fuera una biblioteca viva, el centro de la vida del colegio y del aprendizaje”, proclama Molina.

Adecentaron el espacio, Rayuela les cedió temporalmente cientos de libros, para que cada uno escogiera los que quería tener en préstamo, las personas de la comisión se empezaron a formar y a buscar referentes gracias al proyecto LIB Lectura y biblioteca, los niños y niñas decidieron el nombre en asamblea: Fantasía, también una mascota (Cangulibro)… “Así es como se va gestando la biblioteca, que nace con idea de que se convierta en el centro de todo lo que tiene que ver con la lectura y la escritura, no solo con el fomento de la lectura y el placer de leer, sino la lectura como instrumento de aprendizaje, de construcción de conocimiento”, rememora Molina.

No han sido años fáciles en el CEIP «Andalucía», pero la biblioteca ha servido para dar cohesión al centro y es uno de los espacios más valorados. Otro sueño, este en 2012, ha sido ampliarla y abrirla al barrio cuando el colegio esté cerrado. Y así es como la antigua casa de los porteros se está transformando en biblioteca, con el apoyo del ayuntamiento. A día de hoy está parcialmente abierta al barrio y acoge un taller de animación a la lectura para los niños y niñas del Distrito Sur.

Otro sueño: que los libros salieran al patio. Y así es como hoy hay un bibliopatio, con un rincón de lectura y un carrito con libros, de forma que en el tiempo de ocio la lectura esté presente.

Por todo esto, el CEIP «Andalucía», hoy con 15.000 ejemplares catalogados, se alzó este año con el Premio Nacional al Fomento de la Lectura. Les propuso una de las personas que gestionan la Librería Rayuela, la que empezó a ayudarles hace 17 años, y con este galardón este colegio de las Tres Mil Viviendas se ha convertido en el primer centro educativo en lograr esta distinción.

“Es un proyecto de biblioteca muy redondo, global, que incluye lectura en diferentes formatos, y que involucra al alumnado, pero también a las familias y a la comunidad, y también un factor que ha pesado es el contexto en el que estamos, que lo hace todo más difícil”, expone Molina, que confiesa que, de no haber sido maestra, habría sido bibliotecaria o librera.

“Desde que existe la biblioteca cada proyecto que venía al cole con una dotación presupuestaria, una parte ha sido para la biblioteca: PROA Plus, Impulsa… La biblioteca siempre ha sido una prioridad”, prosigue. Tanto es así, que en su centro hay nueve maestras en la comisión de bibliotecas, cuando solo puede registrarse a un 25%, que en un centro de 21 personas serían cinco.

Júlia Baena: los puntos sobre las íes

¿Le augura una larga vida a las bibliotecas escolares?
–Si las cosas siguen como hasta ahora, no, porque creo que no se está apostando lo suficiente por ellas y veo mucho desconocimiento de su papel educativo. Entre los principales retos:

  • Dejar de ver las BE exclusivamente como lugares donde se fomenta la lectura por placer. También deberían ser centros de aprendizaje y formación de usuarios: competencia lectora, competencia informacional, competencia mediática, competencia digital, etc. Por un lado, la biblioteca no es solo un lugar, un espacio: es un conjunto de sitios, servicios, actividades, proyectos curriculares… vertebrados a partir de un proyecto de biblioteca integrado en el currículum educativo del centro. La misión principal de la biblioteca escolar no es fomentar la lectura, es dar soporte al aprendizaje y al currículum educativo (el fomento de la lectura es uno de sus objetivos, pero no el único)
  • Al fomentar un concepto incompleto de lo que debe ser una biblioteca escolar, se están substituyendo gradualmente por las llamadas bibliotecas de aula, que por lo general (no siempre) consisten en pequeñas colecciones distribuidas por las aulas sin ningún diseño de colección, criterio ni conocimiento. También a menudo se suple la biblioteca escolar con la biblioteca pública. La biblioteca de aula es necesaria, especialmente en Infantil y Primaria; y es necesaria también la colaboración entre biblioteca pública y biblioteca escolar, pero no la substitución, sencillamente porque tienen objetivos y dinámicas comunes, pero no iguales
  • Falta de integración de la biblioteca en el proyecto educativo del centro
  • Incumplimiento de la Ley educativa, que establece que los centros educativos deben tener biblioteca escolar
  • Delegación excesiva de responsabiblidad y recursos en las familias: actualmente en los centro públicos son las AMPA’s o AFA’s quienes se hacen cargo de las bibliotecas escolares, si no en todo, sí parcialmente (recursos económicos para comprar libros, y en caso de contratar a un bibliotecario, legalmente solo puede contratar el AMPA, a diferencia de los centros privados y concertados)
  • A diferencia de las bibliotecas universitarias y públicas, las bibliotecas escolares no hemos sabido integrarnos con éxito en el mundo digital. Nos hemos quedado atrás, y la prueba es que la mayoría de bibliotecas escolares o bien no tienen dimensión digital (página web, redes sociales, repositorios digitales…) o bien las tienen, pero con muchas carencias. Otra prueba es que en la mayoría de bibliotecas escolares no se hacen actividades de formación de usuarios en alfabetización digital, informacional o mediática
  • Falta de recursos: tiempo de gestión para los responsables de biblioteca escolar y formación obligatoria, y por supuesto recursos económicos

¿Por qué este espacio es fundamental para la vida de un centro?
–Considero las bibliotecas escolares fundamentales porque, como indica el Manifiesto de la  Ifla/unesco (¡que ya tiene 24 años y sigue vigente!), son parte integrante del proceso educativo. Tenemos abundantes evidencias científicas en diversos países del efecto positivo que tiene la BE en la comunidad educativa: mejora de lectura y escritura, mejora del rendimiento educativo en general, mejor predisposición al aprendizaje, etc. Eso sin mencionar el papel social y cultural de la biblioteca, que no es pequeño.

¿Qué ha de tener una buena biblioteca escolar para cumplir su función?
–En la web del GTBE, del que formo parte, hay diversas infografías que pueden responder a la pregunta. En las Directrius i estándards per a les biblioteques dels centres educatius de Catalunya (página 36) el propio Departament indica qué es necesario a nivel de espacio, personal y colección, en función del centro.

Sin centrarme en los aspectos que mencionan las Directrius i Estàndards, yo diría que es imprescindible una persona formada al cargo, con tiempo de dedicación y recursos suficientes, y que la BE esté integrada en el proyecto educativo del centro.

¿Cómo se podría trabajar para mejorar la comprensión lectora?
–Sobre este tema no me atrevería a opinar; prefiero que respondan los expertos, como docentes y especialistas en didáctica de la lengua y la literatura. Ahora bien, por mi experiencia en clubes de lectura con alumnos, una actividad sencilla pero muy efectiva para mejorarla es hablar de las lecturas realizadas: conversación literaria. Otro aspecto evidente es tener una biblioteca escolar bien surtida y de calidad, y disponer de un Plan lector (PLEC) al cual la biblioteca escolar da soporte.

¿Cómo ha recibido el Plan de Lectura del Govern?
–Toda iniciativa me parece positiva, especialmente después de años de poca atención a las bibliotecas escolares. Ahora bien, creo necesario:

  • Aumentar los recursos humanos en la coordinación de las bibliotecas escolares (Puntedu)
  • Garantizar los recursos económicos en centros de barrios/municipios más desfavorecidos (la biblioteca escolar es un agente que favorece la igualdad de oportunidades y la equidad)
  • Establecer de manera más sólida una red coordinada y un modelo claro. En este sentido, las bibliotecas escolares de Galicia son un modelo a seguir
  • Asegurar una inversión suficiente y sostenida, para poder garantizar la continuidad del proyecto y que tenga algun impacto real y a largo plazo. Una vez más, Galicia es el ejemplo.

Júlia Baena es bibliotecaria escolar de instituto y profesora en la UB

Elisa Yuste: de bibliotecas a 'bibliolabs'

“Con respecto al papel que deben jugar las bibliotecas escolares es muy relativo. Las bibliotecas, en general, (las escolares también/por supuesto) han de concebirse en función de la comunidad educativa a la que atienden. Pero, en general, se afirma que debe ser el eje vertebrador de la práctica educativa de alumnado, profesorado y familias; un verdadero centro de recursos de información y lectura. Ahora, además, siguiendo el movimiento maker, se convierten en espacios de comunicación y aprendizaje creativos y, por supuesto, inclusivos, auténticos bibliolabs que se perfilan como las aulas de futuro de los centros educativos”, arranca Yuste, que explica cómo, en lo que respecta a las redes de bibliotecas “hay mucha disparidad a lo largo y ancho del país. Hay regiones, como Galicia, en las que sí están jugando este papel, en gran medida y de forma extensiva. Otras en las que hay mucho trabajo por hacer”. En cuanto al “qué debe tener”, “de nuevo, depende de la comunidad educativa a la que atienda. El equipo y los recursos son básicos. Pero también ha de ofrecer servicios y desarrollar actividades acordes a las necesidades de la comunidad educativa en la que esté inserta”.

Elisa Yuste es consultora en cultura y lectura

 

Ledicia Costas: "

En aquellos centros donde las bibliotecas escolares son ricas y están vivas, la comunicación fluye de otra manera. El alumnado de esos centros es entusiasta con todo lo que tiene que ver con el libro y la lectura. Las bibliotecas tienen que ser un lugar de celebración donde se motive, donde se enseñe a valorar los libros, donde sucedan cosas especiales. Donde los mayores acompañen a los más pequeños y cada uno tenga su espacio para aprender (también) a emocionarse con el acto de la lectura.

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