Las pantallas, las nuevas 'niñeras' de los hijos en verano

Los móviles, tablets, ordenadores…  y en general todas las pantallas (sin olvidarnos de la tradicional televisión) suponen en muchas ocasiones para los padres y madres un recurso indispensable para un hijo aburrido en verano. No será ni la primera vez ni la última que el niño o niña se encuentre con sus padres en la playa, o bien en un bar mientras sus mayores toman sus bebidas refrescantes, y ellos se encuentran resignados ante esta situación que consideran como tediosa. Ahí nace el problema de que, entonces, el hijo comienza a molestar, a ser insistente y pesado ante su aburrimiento y su necesidad de hacer algo y salir de ahí. Y como solución mágica aparecieron los dispositivos móviles para mantenerles inmóviles e hipnotizados durante prácticamente tiempo ilimitado (o hasta que dure la batería).

Esta historia seguro que todos hemos vivido o al menos visto. Y es que las pantallas se han erigido como las nuevas ‘niñeras’ de los hijos del siglo XXI, sobre todo a partir de la aparición de los smartphone. La aparición de estos dispositivos ha provocado que muchos jóvenes adelanten por la derecha a los mayores en cuanto a conocimientos digitales, y así se hace notar en entornos laborales donde, sobre todo los más mayores, son reacios a actualizarse, pero también ha traído consigo otros problemas y peligros a tener en cuenta de esta inmersión digital.

Ya es incluso frecuente que los hijos sean los encargados de poner a cargar los móviles de los padres (si es que ellos aún no tienen uno) para poder disfrutar lo máximo posible de contenidos online cuando salen de casa. Esta asimilación por parte de los más pequeños de salir de casa con sus padres y recurrir a las pantallas para no aburrirse es un mantra instaurado en sus mentes, si no antes ha habido una permisividad de los padres.

El aislamiento que les supone una pantalla a los niños, en especial a aquellos que tengan entre 2 y 5 años, puede suponer que estos tengan un menor desarrollo cognitivo y del lenguaje que aquellos que no pasan tanto tiempo delante de dispositivos, según Lucrezia Crescenzi-Lanna, experta en interacción entre menores y pantallas e investigadora principal del Child Tech Lab de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Según las autoridades, el tiempo de exposición que deben de tener los menores de las edades anteriormente mencionadas no debe sobrepasar la hora diaria, aunque el 75% de los menores de 2 años y el 64% de los que tienen entre 2 y 5 años sobrepasan esos límites, según el análisis de Global Prevalence of Meeting Screen Time Guidelines Among Children 5 Years and Younger, publicado en JAMA Pediatrics. Este tiempo de más delante de una pantalla, sobre todo para los más pequeños, provoca una falta de interacción con adultos, que es determinante para su correcto desarrollo, según Crescenzi-Lanna. «Cuando familiares, amigos y educadores se dirigen a ellos mientras les miran y sonríen, cuando comparten la atención hacia un objeto o una acción, están estimulando sus sentidos a través del juego y apoyando su proceso de desarrollo del lenguaje, de la atención y de las emociones» explica la investigadora.

Las redes y en general el mundo de internet no tiene límite de contenidos. Podemos pasar horas y horas delante de una pantalla que seguiremos viendo contenido nuevo y que cada vez sea más adictivo. Lo mismo les ocurre a los jóvenes, y por ello es tan importante poner límites, como el de una hora al día que hemos mencionado anteriormente. Sin estos límites, cada vez será más complicado implantarlos en los hábitos de los hijos, si siempre han estado acostumbrados a pasar todo el tiempo que quisieran delante de un móvil.

Este problema cada vez lo padecen más padres y madres, sobre todo con hijos de entre 5 y 15 años. Y es que el estudio De Alpha a Z, educando a las generaciones digitales, realizado por Qustodio, desvela que el 48% de progenitores reconocen tener dificultades para gestionar el tiempo de sus hijos ante las pantallas, a pesar de que el 80% crea que es necesario controlarlo. Esto conlleva en el 49% de las veces discusiones en los hogares entre ambas partes.

Para ello, los expertos dan algunas claves que los padres y madres pueden utilizar para encontrar la armonía entre la vida offline y online, en especial durante el verano. Aparte de los mencionados límites y horarios para las pantallas, es ideal que os hijos se sientan integrados y que sus gustos e intereses también tengan cabida en la familia. Por supuesto, no pueden faltar las actividades al aire libre, ya sea con amigos o familiares, pero sobre todo, es que los padres deben de ser el ejemplo de sus hijos, y respetar ellos mismos las normas que instauran en la convivencia en cuanto a la desconexión.

Muchas veces los jóvenes, aparte de por costumbre o hábito, recurren a las pantallas para no sentirse solos. Es importante atender a esta sensación, ya que su uso excesivo, a pesar de que sea un ocio más, puede conllevar estrés o ansiedad, sobre todo cuando son despegados de las mismas. “Esa generación ha nacido y ha crecido con las redes como parte indispensable de su vida hasta el punto de que, a veces, llevar a cabo formas de socialización frente a frente con otras personas les serían imposible”, explica José Manuel Requena Garmendia, director del centro de Mentalia Usurbil.

Según el reciente estudio anual de IAB Spain, algo más de 28 millones de españoles entre los 16 y los 70 años navegan habitualmente por las redes sociales. En el caso concreto de jóvenes y adolescentes, el 98,5% está registrado en alguna aplicación social, con las ventajas y, a la vez, con los riesgos potenciales que ello conlleva.