Sócrates y la alfabetización del alumnado con discapacidad intelectual
Decía Sócrates que el único mal verdadero es la ignorancia. Parece que, en lo relativo a la alfabetización del alumnado con discapacidad intelectual, nos ha estado costando un poco librarnos de ese mal. Hemos tardado en saber que muchas de las formas tradicionales para alfabetizarlos, que enseñaban las palabras a modo de logogramas y dibujos, subestimaban a muchos de estos niños enormemente. También hemos tardado en descubrir que programas científicamente informados, sostenidos en el tiempo y exquisitamente diseñados, llegan a alfabetizar a buena parte de este alumnado.
Algunas cosas hemos tardado en saberlas, pero otras las sabemos ya. Por ejemplo, que el nivel de alfabetización de los niños con discapacidad intelectual es muy bajo en contextos más y menos cercanos. Sabemos también que leer es muy importante para este alumnado: lo hace más autónomo y le da una vida con más oportunidad sociales y laborales. Algunos estudios observacionales indican también que algunos de los avances en la investigación educativa sobre cómo enseñarlos a leer no han llegado a las aulas. No se trata de buscar culpables. Este alumnado tiene problemas lingüísticos y cognitivos que complican mucho su alfabetización. No obstante, hay algunos datos de que, quizás, podríamos hacerlo mejor.
Necesitamos más recursos, medios técnicos y formación, pero antes, es necesario tomar conciencia de que hay un problema. Conocerlo, entenderlo y hacerlo de todos. De lo contrario, el bueno de Sócrates seguirá teniendo razón.