¿Por qué el conocimiento especializado es indispensable para los más vulnerables?
Luchar contra el desconocimiento propio es un trabajo que no acaba nunca, que se ejerce sin esperanza. En lo relativo a la atención a la diversidad en los centros educativos, dicho esfuerzo constituye un imperativo moral para todos. Por ello, hay cierto consenso en que es deseable que todos y cada uno de los profesionales que trabajan en un colegio conozcan mejor cómo atender las diferentes casuísticas que presenta un alumnado diverso y heterogéneo. Sin embargo, de manera un poco paradójica, algunos han defendido que, para que esto ocurra, es conveniente la eliminación de las figuras de los especialistas de Audición y Lenguaje (AL) o de Pedagogía Terapéutica (PT). El razonamiento que se esgrime es el siguiente: ¿para qué necesitamos especialistas en atención a la diversidad si cada uno de los maestros debería ser un especialista en este tema? Según ellos, tener profesionales especializados en esto supone delegar en algunos maestros una tarea que debe ser de todos. Me gustaría explicar por qué no estoy de acuerdo.
Lo cierto es que, para defender la figura de los especialistas de AL y PT, me basta con ojear algunos de los últimos trabajos de investigación que he revisado y que están desperdigados por mi escritorio. En uno de ellos, Kelly Burgoyne y su equipo estudian los errores en el habla de los niños con Sindrome de Down, describen cómo estos interfieren con su aprendizaje de la lectura e indican qué podemos hacer al respecto. En otro de ellos, Amanda Van Horne y sus colegas detallan cómo usar una técnica de reformulación sistemática para mejorar la capacidad de los niños con Trastorno del Desarrollo del Lenguaje de producir oraciones complejas dentro de un currículum de ciencias. En un tercero, Karen Engel y Linnea Ehri desarrollan un programa educativo para mejorar la comprensión lectora de los niños con Trastorno del Espectro Autista, que parecen mostrar dificultades para activar, en base al contexto, el significado correcto de palabras polisémicas en la comprensión de frases. Llevo años leyendo una o dos investigaciones al día que son similares a estas. Me sigue abrumando mi inmensa ignorancia ante un tema al que he dedicado ya tanto tiempo. La absoluta ausencia de certezas ante las necesidades de unos niños que, inevitablemente, me señalan como una persona incompetente para ayudarlos. Y, sin embargo, me pregunto: ¿de verdad podemos prescindir en los centros educativos de profesionales especializados en estos temas tan específicos? Otra duda viene a mi mente: ¿eliminar a estos especialistas de los centros educativos puede provocar que se beneficien de este conocimiento solo aquellos que puedan pagarlo externamente?
Si se afirma que todos los docentes deben tener una mayor formación en atención a la diversidad, estoy de acuerdo. Si se defiende que la atención a la diversidad es algo que compete por igual a todo el profesorado del centro, estoy de acuerdo. Sin embargo, no estoy de acuerdo en que haya que eliminar a los especialistas de PT y AL de los centros educativos. No solo creo que no hay que retirarlos, sino que creo que necesitamos muchos más en los colegios de los que ya tenemos. Además, espero que aquellos especialistas que me lean puedan disculparme, lo deseable es que estén mucho mejor formados y, paradójicamente, aún más especializados de lo que están. He visto a algunos especialistas que, por desgracia, parecen carecer del conocimiento esencial que requiere una supuesta especialización. Es muy probable, además, que los planes de estudio y la exigencia que se establecen desde las universidades para certificar su cualificación merezcan un debate a fondo. En mi humilde opinión, puede que asumir algunas de estas dolorosas verdades sea primer paso para defender su figura.
Julián Palazón es doctor en Ciencias de la Educación, psicólogo y pedagogo en la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de Valencia.