Toni García Arias: "En España no existe una política educativa, lo que existe es una politización de la educación"
Toni García Arias es el único español finalista en la edición de este año y es uno de los maestros más galardonados de nuestro país. En 2028 fue elegido Mejor Docente de Primaria de los premios Educa Abanca y en 2021 el Global Teacher Award de la AKS Fundation, además de recibir diferentes premios a sus proyectos educativos a lo largo de su carrera. Toni ha escrito varios libros de educación, está considerado por diversas revistas uno de los influencers educativos más reconocidos tanto en España como en Latinoámerica y es colaborador habitual del programa de televisión Horizonte, de Cuatro TV, presentado por Iker Jiménez.
¿Qué crees que se ha valorado de tu trabajo a la hora de hacerte finalista del premio?
–Lo que más ha destacado el jurado han sido los proyectos que he realizado en el aula a lo largo de todos estos años de labor docente. Especialmente, los valores que he intentado transmitir a través de ellos. Han valorado muy especialmente mi proyecto “Desde el conocimiento mutuo”, que fue el primer hermanamiento entre un colegio español y un colegio marroquí para fomentar la integración del alumnado inmigrante. También han destacado mi proyecto “Ni un abuelo sin su sonrisa”, durante la pandemia, con las residencias de personas mayores y “De niño a niños” con Aulas Hospitalarias.
¿Cómo ves la situación actual de la educación en España?
–Creo que seguimos estancados. Pero lo más dramático es que no solo no estamos solucionando los problemas que llevamos años arrastrando, como la ratio, el abandono escolar o la falta de inversión, sino que tampoco estamos dando respuesta a los nuevos problemas y desafíos que han ido surgiendo, como el acoso escolar o los problemas de disciplina, incluidas las agresiones sexuales entre menores o los problemas de salud mental.
Entonces, ¿estamos mejor o peor que antes?
–Todo lo que no sea avanzar es retroceder, así que, ahora mismo, a mi juicio, sin caer en catastrofismos, estamos peor.
Lo más dramático es que no solo no estamos solucionando los problemas que llevamos años arrastrando, como la ratio, el abandono escolar o la falta de inversión, sino que tampoco estamos dando respuesta a los nuevos problemas
¿Cómo podemos hacer para mejorar esta situación?
–Es imposible que exista una educación integral del individuo sin filosofía, sin ética y sin arte. Todo ello ha ido desapareciendo poco a poco de las aulas. Ese es el primer paso; recuperar una educación humanista. Se nos llena la boca hablando constantemente de competencias, pero parece que existe un enfoque competencial destinado única y exclusivamente al mercado laboral más que a la propia vida de los niños.
Por otro lado, nuestro currículo es excesivo. Muchos docentes están ahogados por un currículo que es muy difícil de abarcar. Por ello, en lugar de profundizar en unos cuantos contenidos básicos, se superficializan cientos de contenidos secundarios.
Por otra parte, no cabe duda de que, para lograr esa educación personalizada que tanto se nos vende, no puede haber aulas de 45 metros cuadrados con 25 alumnos donde existen cinco niveles curriculares diferentes, dos alumnos con desconocimiento del idioma y tres con necesidades educativas especiales.
Otro aspecto que debemos mejorar es la inversión. Pero una inversión que no esté única y exclusivamente dirigida a la compra de tecnología. También necesitamos instrumentos, material de Educación Física, caballetes de pintura, trajes para obras de teatro, salones de actos, laboratorios de química ya desde Primaria.
Y también debemos recuperar esa autoridad que los docentes hemos perdido o, mejor dicho, que nos han quitado desde la Administración hasta la justicia, dejándonos muchas veces absolutamente abandonados frente a las problemáticas con determinados alumnos y determinadas familias. Poner de nuevo en valor la educación y a los docentes, eligiendo solo a los mejores y ofreciéndoles una formación de calidad, no basada en modas que no tienen nada de científico, es absolutamente fundamental para el éxito educativo.
¿Se atribuyen al profesor responsabilidades que le competen a las familias o a otros elementos de la sociedad?
–Sí, sin duda. Y ese es uno de los graves problemas que sufrimos hoy en día en el ámbito educativo.
¿Por qué?
–En mis charlas siempre pongo el mismo ejemplo. Cuando un niño se porta mal en una cafetería, muchos padres dicen señalando para el camarero, “te va a reñir ese señor”. Pero ese señor no tiene que reconducir la conducta de ese niño; son sus padres los que tienen que hacerlo. Sin embargo, los padres de hoy en día no quieren ser los malos de la película. Y yo lo entiendo. A veces no tienen tiempo, llegan cansados, pero es su responsabilidad. Los niños no deben pagar jamás los problemas de los adultos.
Es imposible que exista una educación integral del individuo sin filosofía, sin ética y sin arte. Todo ello ha ido desapareciendo poco a poco de las aulas
¿Cómo ves a las nuevas generaciones en cuanto a salud mental, dependencia de las tecnologías, violencia, pornografía…?
–Los datos están ahí: los problemas de salud mental en niños y adolescentes, la dependencia a la tecnología y las agresiones sexuales se han disparado entre los menores en los últimos años. Es evidente que tenemos un problema. Y ese problema tiene unos responsables, que somos los adultos encargados de educar y de velar por la seguridad de nuestros menores. En primer lugar, los padres, que son los primeros responsables de educar a los hijos, y, en segundo lugar, los docentes, responsables de reforzar esa educación, de enseñarles contenidos y dirigir su aprendizaje y de velar por su seguridad en los centros escolares. Pero también tiene una responsabilidad la Administración, que debe de dotar de especialistas en el ámbito de la salud mental a los centros educativos para detectar lo antes posible este tipo de problemas.
Pero no todo serán cosa malas, seguro que la mayoría de alumnos son buenos estudiantes, ¿no crees?
–La inmensa mayoría de los alumnos son buenos alumnos y buenas personas. Y, en los casos en que no son “tan buenos alumnos ni tan buenas personas”, los culpables no son los niños. Un niño no nace en el campo y se cría gracias a la lluvia y a la tierra. Si su comportamiento no es el adecuado, a excepción de trastornos asociados, lo que falla es la educación.
La inmensa mayoría de los alumnos son buenos alumnos y buenas personas. Y, en los casos en que no son “tan buenos alumnos ni tan buenas personas”, los culpables no son los niños
¿Estamos fallando a las nuevas generaciones?
–En mis charlas siempre lo digo: cuando hablo del aumento del consumo de drogas, de las violaciones, del aumento de las agresiones entre jóvenes o de las agresiones a los padres, de quien hablo mal no es de los menores, es de nosotros como sociedad, porque somos nosotros los que los estamos dejando desprotegidos a nuestros menores frente a todos esos problemas. Les dejamos un móvil en las manos con acceso a contenido inadecuado sin ningún tipo de control, les dejamos que sus referencias morales sean youtubers o tiktokers con ningún mérito, les eliminamos todos los problemas dejándolos sin herramientas para enfrentarse al fracaso o a la frustración, los educamos en el egocentrismo y en el egoísmo más absoluto, les decimos que el éxito en la vida es el dinero rápido, el petardazo, el salir en un reality o el tener un canal de Twitch con millones de seguidores. Como sociedad, debemos replantearnos qué modelo estamos ofreciendo a nuestros menores.
¿Qué responsabilidad de esta situación atribuyes a la política educativa?
–Las políticas educativas son la base para una educación de calidad. De hecho, el currículo, la ratio o la inversión las determinan las políticas educativas. El problema es que en España no existe una política educativa. Lo que existe es una politización de la educación. Llevamos años y años donde los políticos juegan con la educación de nuestro país, que es como decir que juegan con la educación de nuestros niños. En cuarenta años, los diferentes partidos políticos no han sido capaces de dejar al margen sus demagogias para lograr un pacto de estado por la educación que sea duradero. Cada cuatro años cambiamos de ley, de terminología y de documentos. Y los profesores estamos cansados de tanta arbitrariedad. Lo único que se consigue con esto es que con cada nueva ley, el docente se sienta más y más apartado de las leyes de educación.