La tecnología como catalizador para una mejor competencia lectora
Es indiscutible la importancia de la competencia lectora en cualquier ámbito de nuestras vidas, puesto que esta habilidad no solo nos capacita para entender textos, sino que también desempeña un papel crucial a la hora de adquirir nuevos conocimientos, desarrollar el pensamiento crítico y comunicarnos de manera eficaz.
Sin embargo, España se enfrenta a una realidad preocupante: la comprensión lectora de los niños de 4º de Primaria ha empeorado en siete puntos desde 2016 hasta 2021, una bajada similar a la registrada en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Unión Europea (UE), que rompe con la tendencia más positiva de los últimos años. Esto plantea una pregunta imprescindible: ¿cuáles son las causas de estos resultados deficientes y cómo podemos revertirlos?
Algunos investigadores sugieren que la pandemia de la COVID-19 podría haber afectado al aprendizaje de los niños y niñas, pero incluso los expertos aseguran que se necesita una evaluación más profunda para confirmar esta hipótesis. Por otro lado, hay quienes señalan factores como el uso excesivo de dispositivos móviles desde temprana edad como la causa de esta crisis. No obstante, la tecnología puede ser una magnifica aliada en el aprendizaje si se utiliza de manera equilibrada y pedagógica.
¿Podemos considerar la tecnología como una ayuda efectiva para la educación? Sí, si la educación digital que reciben los menores es apropiada. Esto implica que tanto familias como docentes deben interiorizar que la tecnología va más allá de simplemente proporcionar un dispositivo y supervisar tareas.
Su verdadero valor está en dotar las herramientas digitales como medio adicional y complementario para fomentar oportunidades de lectura diversificada. Esto hará que los estudiantes activen y fortalezcan sus habilidades, pero ¿y si un estudiante tiene un conjunto limitado de destrezas? En este caso, debemos entender que la incorporación de nuevas metodologías de enseñanza debería ser un proceso gradual.
Los estudiantes necesitan tiempo para aprender y aplicar nuevas formas de aproximarse al texto que les permitan una mejor y más profunda comprensión lectora.
La lectura en papel conserva una relevancia innegable en nuestra era digital. A pesar de la creciente presencia de tecnologías modernas, mantener la tradición de leer en formato impreso proporciona una experiencia sensorial única, donde el tacto del papel y el olor de las páginas se entrelazan con la trama de la historia que permanece fijada en la memoria del lector apoyada en la materialidad del libro, elementos que el ámbito digital no logra replicar.
Este vínculo tangible con el material impreso no solo nutre la conexión emocional con la lectura, sino que también fomenta la comprensión lectora e invita a la reflexión.
Aunque nos adaptemos a las innovaciones tecnológicas, preservar y fomentar la práctica de la lectura en papel es la base para la mejora de la competencia lectora.
Una vez interiorizada la importancia de contar con una variedad de fuentes de lectura, se vuelve esencial abordar el papel de las familias y de todos los agentes de la comunidad educativa en este contexto, el cual, en algunos casos, se presenta como un desafío para los más jóvenes.
Según el Informe Distrendia Mobile (2021), 7.6 millones de españoles se consideran adictos a los dispositivos móviles. Esto implica que hay niños y niñas que observan cómo sus familias pasan un promedio de 5 horas diarias frente al móvil, según datos de Data.ai, una plataforma de análisis de mercado de estos dispositivos
Según el Informe Distrendia Mobile (2021), 7.6 millones de españoles se consideran adictos a los dispositivos móviles. Esto implica que hay niños y niñas que observan cómo sus familias pasan un promedio de 5 horas diarias frente al móvil, según datos de Data.ai, una plataforma de análisis de mercado de estos dispositivos. En este sentido, resulta imperativo que las familias y docentes asuman el papel principal como mediadores de la lectura para los más pequeños, al mismo tiempo que enseñan un uso responsable de estos dispositivos; dos aspectos que, lamentablemente, presentan deficiencias en España.
En este escenario es de suma importancia la vinculación de los adultos en la educación digital de los más jóvenes, además de entender que la tecnología no se limita a máquinas o inteligencia artificial, sino que su valor real radica en cómo la empleamos y, especialmente, en cómo enseñamos a los jóvenes a hacerlo. La tecnología debe ser un componente esencial en cualquier plan de estudios, pero, sobre todo, desde la perspectiva de apoyo, herramientas y, sobre todo, orientada a fomentar el pensamiento crítico y a conocer fuentes. Además, debe tener una finalidad motivadora, alentándolos a crear un ambiente en el que la lectura se convierta en una experiencia atractiva.
La crisis en la competencia lectora también se atribuye a la disminución generalizada de dos habilidades cognitivas vitales para la concentración: la memoria y la atención. Es imperativo enseñar a gestionar las distracciones digitales y a cultivar hábitos de lectura, en los que se invierta tiempo y atención adecuados para la comprensión y reflexión profunda sobre el material leído.
Para conseguir estos objetivos, se requiere un enfoque holístico que abarque tanto el desarrollo de habilidades cognitivas como la creación de un entorno cultural y educativo que valore y fomente la lectura. Esto conlleva dedicar tiempo y atención significativos, no solo para comprender el texo sino para reflexionar sobre él, reconociendo así la importancia de la lectura en el proceso educativo.
¿Qué debemos hacer entonces para recuperar los índices de comprensión lectora? En primer lugar, dotar a nuestros jóvenes estudiantes de herramientas, tanto digitales como tradicionales, para mejorar sus habilidades básicas y ayudarles a transformar la avalancha de información y conocimiento que les inunda.
En segundo lugar, leer, leer y leer. Los más pequeños deben coger el hábito de la lectura desde las primeras infancia y conseguir que este vaya en aumento a lo largo de los años. Lo que sí es cierto es que para desarrollar la competencia lectora no se debe leer por leer, sino que es necesario llegar a obtener información complementaria, inferir, cuestionar, criticar, para así emitir juicios y formar ideas propias.
Comprender un texto va más allá de solo leer, es un proceso mental mediante el cual se asimila, se piensa, se razona, se juzga y se dota de significado a todo el proceso lector.
En tercer lugar, es crucial brindar apoyo a los niños y niñas en el desarrollo de sus habilidades lingüísticas. Para lograrlo debemos leerles textos atractivos según su edad y madurez cuando aún no son capaces de hacerlo por sí mismos.
Hay muchas formas de llevarlo a cabo: leerles cuentos completos, o incluso leerlos a medias (un párrafo cada uno), o dejar que sean ellos quienes lean solo las palabras más importantes cuando aún están aprendiendo a decodificar. Si son más mayores, estar a su lado mientras leen es fundamental porque estrecha los vínculos afectivos, además enseñarles a reflexionar o a imaginar, fomentando así su madurez cognitiva y lectora.
Para todo ello, es imprescindible integrar material educativo diversificado y de calidad, que incluya tanto lo analógico como lo digital y que, sobretodo, tenga en cuenta el rigor pedagógico imprescindible en cualquier producto educativo.
En Vicens Vives nos esforzamos por integrar estos elementos con el objetivo de fomentar el aprendizaje práctico y cultivar las habilidades básicas de los más jóvenes.
Carme Anglès es directora de proyectos educativos de Lengua y Literatura de Vicens Vives.