Implante coclear : ¿Hay regresión a los 16 meses de la implantación?
La sordera, hipoacusia o deficiencia auditiva; es definida como aquella patología auditiva a nivel sensorial que presenta un nivel de audición deficitario a partir de los 20 dB; es decir; la capacidad sensorial de la recepción de los sonidos del habla se ve afectada en la vía auditiva y por tanto afecta en sí misma a la comprensión y desarrollo del lenguaje humano.
Dependiendo del nivel de dB al que afecte la audición tendremos una clasificación de la hipoacusia o sordera desde el leve (20 a 40 dB) es decir, todo aquello que esté por encima de 20 o 40 no será escuchado; hipoacusia moderada (40 a 60 dB) todo aquello que esté por encima de 40 o 60 no será escuchado, hipoacusia severa de (70 a 90 dB) y profunda o cofosis a partir de 90 o 100 dB; esta última implica una pérdida total de la audición.
La importancia de la clasificación cuantitativa en dB de la sordera es importante ya que dentro de la gráfica o audiograma encontramos una franja de las frecuencias y los dB dónde se encuentra la escucha y recepción de los sonidos del habla humana. Esta franja oscila entre de los 20 a 70 dB y de los 250Hz frecuencia de sonidos graves a los 4000 Hz en los sonidos agudos.
Aquellos sonidos que percibimos combinados entre sí forman nuestro código lingüístico común, con el cual nos comunicamos y comprendemos parte del mundo que nos rodea. Pero, ¿qué sucede cuando nuestra discapacidad auditiva afecta a esa franja de sonidos del habla?
En este caso, la sordera nos impedirá recibir de forma normotípica el código del lenguaje y, por tanto, encontraremos una falta de comprensión de la información que recibimos, que afectará a cómo decodificamos la información, y la respuesta que emitiremos será incorrecta, inconexa y carente de significado.
Es necesario saber su momento de aparición a lo largo del ciclo vital, pues si esta aparece en los primeros años de vida, la detección, evaluación e intervención deben realizarse de forma precoz, para que el niño/a junto con su familia puedan desarrollar un código común de comunicación. En este caso, como veremos a continuación, el logopeda es una parte fundamental en el desarrollo lingüístico.
Dependiendo del momento de aparición, la sordera puede clasificarse en tres grandes bloques:
- Sordera o hipoacusia prelocutiva: Esta aparece previo al desarrollo del lenguaje, es detectada entre los 2-3 años de edad, aunque suelen presentar síntomas de alerta de hablantes tardíos o niños/as más pasivos y lentos en cuanto a su desarrollo lingüístico y en el resto de áreas. Una intervención precoz nos puede ayudar a un desarrollo del lenguaje efectivo; desde el punto de vista bilingüe, en estos casos las ayudas técnicas y la lengua de signos serán unos aliados ideales para el desarrollo lingüístico, ya que no contamos con ninguna estimulación auditiva ni lenguaje anterior.
- Sordera o hipoacusia perilocutiva: Esta aparece o es detectada en el momento en el que el niño/a niña se encuentra en pleno desarrollo del lenguaje; por lo que contamos con una base previa y suelen ser sorderas que, aunque graves, presentan restos auditivos que han permitido un desarrollo del lenguaje previo. Por ello, es importante contar con un equipo multidisciplinar de profesionales, que trabajen en conjunto para la detección, evaluación e intervención.
- Sordera o hipoacusia poslocutiva: Aquella sordera que aparece una vez ha sido desarrollado el lenguaje, sordera que ha tenido una evolución lenta y de clasificación leve y que, por tanto, ha permitido un desarrollo del lenguaje previo. Esta sordera también suelen cursar con síndromes como el Síndrome de Usher, síndrome que cursa con sordo-ceguera y que suele tener en ocasiones como esta una aparición repentina. La intervención para preservar y conservar el lenguaje, habla, voz y las habilidades socio-comunicativas son imprescindibles. En este caso, el trabajo conjunto para que la persona obtenga todas las herramientas y una identidad de persona sorda lleva un complicado proceso de adaptación.
Para poder realizar una intervención correcta y eficaz, en este caso, el logopeda debe presentar conocimientos de alternación y tipos de intervención con personas sordas, ya que dependiendo del tipo de sordera y la parte orgánica que esta afecta el niño/a puede presentar unas ayudas técnicas diferentes: implantes cocleares o audífonos; sin dejar de tener en cuenta los restos auditivos presentes y el modo de comunicación utilizado hasta el momento de aparición de la patología.
Dependiendo de la parte orgánica afectada y la zona auditiva, podemos encontrar tres tipos de sordera: en primer lugar encontramos la sordera de trasmisión o conducción, que suelen ser las sorderas más leves, que afectan a las partes físicas de la audición en su mayor parte (pabellón auditivo, conducto auditivo externo, tímpano y cadena de huesecillos, partes trasmisoras del sonido incluido el oído interno ). Dentro del audiograma encontraremos una separación entre vía ósea y vía área de 15 dB o mayor.
En segundo lugar, la sordera neurosensorial, que afecta directamente a la vía ósea, la pérdida es a partir de 21 dB por esta vía y, además, observamos que el sonido por esta vía entra de forma deficitaria a la cóclea o directamente es inexistente.
Y, por último, la sordera mixta, donde sordera de conducción y sordera neurosensorial están en una misma pérdida auditiva, por tanto en este caso encontraremos una afección de ambas vías.
Una vez definidas las causas de las sorderas y el tipo de sordera según el momento de aparición, el nivel en db de pérdida auditiva y su localización; los síntomas de alerta que puede presentar un niño o niña con hipoacusia son los siguientes:
- Hablante tardío. Desarrollo del lenguaje deficitario, a partir de los 12 / 18 meses de edad.
- No se gira ante sonidos fuertes ni responde por su nombre.
- Constante moqueo, infecciones/otitis de repetición.
- Solo responde si nos sentamos frente a él/ella.
- Necesidad de apoyo o lectura labial. El niño/a se fija en nuestra boca de forma excesiva cuando hablamos y nos comunicamos con él.
- Equilibrio o motricidad afectada debido a la afección dentro del oído.
Una vez explicados estos síntomas de alerta, es importante que tanto las familias como los profesionales trabajen en equipo para llegar a que el niño/a niña se comunique de forma correcta y eficaz para proporcionarle una mayor autonomía. Esto implica que se realice una intervención integral y que la familia participe de forma activa en la terapia.
En el caso de oralización de niños sordos podemos utilizar diferentes métodos, como son los gestos naturales, la comunicación total de Benson Schaeffer o lengua de signos, eligiendo uno de ellos para combinarlo con la oralización y la preservación de los restos auditivos. Esto proporcionará a la familia un código de comunicación en las actividades de la vida diaria dentro de edades tempranas.
Desde el ámbito logopédico, si nos centramos en las etapas del desarrollo del lenguaje, el correcto funcionamiento sensorial de los órganos receptores del habla y del lenguaje para un desarrollo integral del mismo es de vital importancia. Por ello, el uso de ayudas técnicas como pueden ser los implantes cocleares y los audífonos deben estar presentes dentro de la terapia. Pero ¿Cómo accedemos al lenguaje a través de ellos?
A continuación exponemos un ejemplo: Imaginemos que el oído lo dividimos en dos partes: la parte del oído externo hasta la cadena de huesecillos es una ciudad y la parte del oído interno es otra ciudad. Yo, en este caso, que soy el sonido, como pasajero quiero pasar de una cuidad a otra, pero no hay puente que me permita cruzar; digamos que en este caso tanto el audífono como el implante son los puentes que nos pueden ayudar a que el sonido vaya de una ciudad a otra sin problema y que esa información nos llegue al cerebro.
Por tanto, cuando implantamos a un niño que necesita una ayuda técnica debemos fijarnos como logopedas en varios aspectos:
- Tiempo de aparición de la sordera, antecedentes y causas.
- Método de comunicación e idioma utilizado en casa. (Entorno primario).
- Evaluación del nivel lingüístico actual, saber de dónde partimos.
- Aceptación de la sordera por parte de la familia. Asegurándonos que saben qué es y a qué nos afecta en el desarrollo del lenguaje.
- Implantación. Lectura de audiometrías y comprensión de las mismas. Tipo de implante utilizado, mapeo: nivel de audición que alcanza con el implante.
- Métodos de apoyo visual para el desarrollo del lenguaje.
- Conocimiento de la lengua de signos para conseguir un bilingüismo eficaz.
Como logopedas debemos tener en cuenta que no solo las fases de rehabilitación del implante sino que además la comprensión y calidad de la información que nos llega es lo que nos proporcionará un mayor desarrollo verbal en el futuro del niño; por tanto, tenemos que tener en cuenta que las fases del implante deben realizarse siempre teniendo en cuenta a la familia para que entiendan el tipo de intervención. No es lo mismo realizar la intervención en gabinete o en el hogar, en un entorno más aislado o en otro con ruidos externos que serán una barrera para la audición de los mensajes y la información. La rehabilitación del implante coclear actualmente está en un año en hospital en niños y seis meses de rehabilitación logopédica en adultos; pero estudios recientes de anales de hipoacusia en EEUU han demostrado que la intervención logopédica eficaz se consigue con un enfoque centrado en la familia y donde todos los entornos son partícipes de la creación del código común.
Por tanto, para concluir, la regresión del implante con respecto al desarrollo del lenguaje puede estar ocasionada por un rechazo del proprio niño al implante, por un nivel de mapeo que no alcance los sonidos del habla para una comprensión del lenguaje eficaz, o por el método de intervención utilizado.
No obstante, debemos seguir investigando de forma más activa las partes positivas y negativas de la implantación de niños sordos, analizar el entorno y comparar con aquellos niños que solo utilizan métodos orales, métodos signados y métodos mixtos para ver en cuáles de ellos, después de ser implantados, hay una regresión del lenguaje oral o cuáles continúan su desarrollo lingüístico óptimo.
- Elizabeth Jurado es logopeda de Proyecto3 Psicólogos