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Parábolas y paradojas educativas

Antonio Montero Alcaide
Inspector de Educación
18 de enero de 2024
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El pensamiento, los análisis y las reflexiones educativas suelen sostenerse en los principios que aportan las teorías, generalmente debidas al saber de quienes las establecieron. Aceptado esto, ha de estimarse asimismo el importante valor de las ideas que se formulan tras largo tiempo de ejercicio docente, con diversidad de cometidos y responsabilidades. Todavía más, si se reúnen tales ideas y juicios en las páginas de un ensayo, no ajenas al conocimiento de reputados autores, que den cuenta del valor de la experiencia. Bien entendido que esta no es valiosa por el solo transcurso del tiempo, sino con el ejercicio o el desempeño suficientemente acompañado de buenas prácticas.

Así, una publicación reciente, de Antonio Lara Ramos, docente en distintas etapas del sistema educativo, con ejercicio de responsabilidades administrativas y políticas en ese mismo ámbito, además de inspector de educación, toma forma de ensayo titulado La sociedad que (des)educa. María Antonia Casanova, inspectora asimismo, con un amplio y reconocido ejercicio, tiene el acierto de incorporar esta obra a la cuidada colección Aula Abierta, de la editorial La Muralla, iniciada hace más de tres décadas, que ella dirige, con una ya nutrida, variada y significativa colección de aportaciones relevantes en el ámbito educativo. El subtítulo del ensayo es atrayente, Parábolas para los tiempos que corren. Y, tras la lectura, no resultará extraño pensar en “paradojas” cuando se dice “parábolas”, juego de palabras al margen. El título lo sugiere, con bien pensada ambivalencia, ya que debería prevalecer el carácter educativo de la sociedad –repetido está, “la tribu educa”– y, paradójicamente, no resulta así. Mas también la paradoja se advierte, claramente, en algunas valoraciones del autor que pueden tenerse como muestras del escepticismo –una forma algo atenuada del pesimismo– y, en ocasiones, de la frustración.

Los capítulos del ensayo reclaman una lectura que se hace recomendable por lo profesionalmente vivido y lo expresamente afirmado por el autor. Valga esta “irritante conclusión”, debida a la experiencia: “Al cabo de más de cuarenta años de estar en muchos sitios, de tener contacto con la realidad de la escuela desde todos los ángulos, de sentir las pulsaciones que marcan el ritmo de la vida diaria en las aulas, llego a la conclusión –irritante conclusión– de que la política española durante la democracia ha sido el mayor enemigo de la educación en España, que le ha impedido crecer como se merecía”. Rotunda, además de irritante, conclusión, como tantas otras que se reparten entre las páginas del ensayo, y de especial interés son las referidas al ejercicio docente. Sin que, al cabo, falten las razones para la esperanza, paradojas al margen o precisamente por ellas: “En la educación, afortunadamente, casi siempre podemos encontrar una puerta abierta a la esperanza”.

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