20 años de enseñanza bilingüe y la controversia sigue: "Es negar la ley de la gravedad"
Entre quienes se oponen al currículo, uno de los argumentos más repetidos es que los niños aprenden menos contenido.
A partir del próximo curso, el profesorado madrileño impartirá Ciencias Sociales (Primaria), Geografía e Historia (ESO) e Historia e Historia del Mundo Contemporáneo (Bachillerato) en español, en lugar de utilizar una lengua extranjera, mayoritariamente inglés. «Nada hay más demagógico que la realidad: las hijas de Felipe VI estudian Historia en inglés, los hijos del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, están matriculados en Highlands School… Las élites sociales se están formando en inglés y entienden que no perjudica a sus hijos», añade Lorenzo, que teme el próximo informe PISA, el primero que evaluará las competencias en idiomas.
Dicha evaluación internacional trienal, cuyos malos resultados ha impulsado al Gobierno a lanzar el próximo curso un plan de refuerzo de matemáticas y comprensión lectora, medirá por primera vez el conocimiento de lenguas extranjeras entre el alumnado de 15 años, junto a las habituales áreas de matemáticas, ciencias y lengua. Entre quienes se oponen al currículo, uno de los argumentos más repetidos es que los niños aprenden menos contenido cuando no está en español y que los profesores españoles de inglés no tienen un nivel adecuado para enseñar la lengua. En contraposición, sus defensores argumentan que el bilingüismo ayuda a los niños a su futura inserción laboral, estimula sus capacidades y predispone al aprendizaje de otros idiomas.
La Academia de Ciencias de EEUU avala el modelo
«Hay miles de estudios que avalan que se puede alfabetizar a través de dos lenguas, lo reconoce también la Academia de las Ciencias de Estados Unidos. No se puede negar la evidencia, es como negar la ley de la gravedad, la ley de la termodinámica o el genoma del ADN», añade Lorenzo, uno de los científicos más citados dentro de su área de estudio. El catedrático de Filología Inglesa de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) invita también a Madrid a analizar las pruebas diagnósticas de la selectividad, actual EBAU, que reflejan que «los rendimientos de los centros bilingües y no bilingües son similares e incluso superiores en algunos casos en los primeros».
«Hay ahora una formación lingüística y metodológica mucho mayor que hace 20 años», cuando comenzó a extenderse a gran escala el bilingüismo en la escuela, agrega Lorenzo, que recalca que «esto no es un invento de una comunidad autónoma o ayuntamiento sino que obedece a más de treinta directivas y recomendaciones de la Comisión y Parlamento europeos, que además lo han financiado». ¿Por qué no traemos –concluye– a las instituciones europeas y abrimos un debate sosegado?
Falta una evaluación sistemática y homogénea
En similares términos, el profesor de la Universidad de Córdoba Víctor Pavón, quien lleva varias décadas centrándose en el estudio de esta cuestión, critica que la mayoría de las autonomías no hacen una evaluación sistemática ni homogénea de los resultados y algunas han dejado de apostar fuerte por el programa a nivel presupuestario. Además de Madrid, hay centros de Castilla-La Mancha y Castilla y León que se están desmarcando del programa, pero en otras regiones «está creciendo», añade Pavón, responsable de la implantación de las titulaciones bilingües en su universidad. Sobre todo hace falta financiación para la formación del profesorado, a nivel lingüístico y metodológico, y corregir el escaso nivel, en general, del alumnado, explica Pavón, que llama la atención respecto que en España no se imparten grados específicos ni en Magisterio ni en Filología.
Tras recordar que España siempre se sitúa a la cola de los países de la OCDE en cuanto al manejo de un idioma distinto al materno, Pavón explica que dirige una investigación a nivel estatal para conocer el dominio del inglés y los contenidos. «No se evaluará si el alumnado tiene un nivel B2 sino si realmente tiene conocimiento para explicar, describir, interactuar de forma lingúística en la parte más académica», añade Pavón, que espera a finales de verano tener terminado esta investigación, encargado por la Asociación Enseñanza Bilingüe (AEB).
En opinión de este profesor, en ningún caso hay que abandonar este modelo sino «mejorar su implementación práctica», lo que pasa por una mayor formación del profesorado –en especial a nivel metodológico– y ayudar al alumnado a elevar su nivel de inglés. «Hay evidencia científica de que sí funciona, pero también hay evidencias de que si se hace mal los resultados son desastrosos», concluye.
En el curso 2021-22, 1.807.646 alumnos no universitarios usaron una lengua extranjera como lengua de enseñanza. De ellos, 1.535.941 participaron en programas de aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera, según los últimos datos del Ministerio de Educación. En Primaria destacó Murcia (89,8%) y Navarra (63,2%) con los mayores porcentajes de jóvenes en programas de aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera. En Secundaria, este porcentaje supera en nueve comunidades el 25%, destacando Andalucía (49,3%), Murcia (47,3%) y Madrid (44,5%).