Luis Jerónimo: "Los jóvenes lo tienen todo, pero no tienen las herramientas para ser conscientes y disfrutarlo"

Luis Jerónimo acude a la videollamada unos minutos tarde y con la lengua fuera. Viene de dar clase, supongo que de Geografía e Historia. La verdad, esperaba un perfil más de alto ejecutivo, más CEO, para un colegio privado de línea cinco de barrio acomodado. Y más, tratándose del Colegio ‘Estudio’. Pronto veo que será difícil encasillarle porque no responde a modas, ni a sesgos ideológicos. Se ve –y me gusta porque la conversación promete– que es, sobre todo, profesor. Que no es poco.

¿Ha fracasado la llamada nueva escuela a la luz de los últimos resultados PISA?
–Creo en los sistemas de evaluación de calidad y de la importancia de medir niveles para mejorar, pero haría una reflexión sobre cómo se hacen las pruebas y qué países obtienen los mejores resultados, para así pensar hacia donde queremos ir.

Muchos de los colegios que estamos en CICAE nos hemos adherido a esta nueva educación de la que tú hablas y aplicamos metodologías activas y nuestros resultados en PISA son magníficos. En mi opinión, la variable determinante no es tanto la metodología utilizada, sino cómo ejercemos nuestra labor docente.

Si no es en las metodologías, ¿dónde pondrías el foco?
–En el docente. Aunque esta opinión es totalmente impopular abriría ese debate pedagógico y mediático en el que el docente siempre es la víctima. Obviamente no todo tiene que recaer en esta figura, pero habría que hacer una evaluación y un debate profundo sobre la mejora sistemática de la escuela.

Ya tenemos un culpable, ¿hay otros?
–Habría que considerar la variable de las familias, los medios de comunicación… es decir, el contexto social en su conjunto. El debate sobre el fracaso de los sistemas educativos es muy profundo y muy social.

¿Y el exceso de digitalización?
–Desde el punto de vista del marketing todo es blanco o negro, compro o no compro. A nosotros se nos acusa muchas veces de ser antitecnología. Nosotros no somos antitecnología, simplemente somos una escuela que cuestiona si realmente una tablet aporta algo a un niño de tres años que está trabajando en un entorno real tridimensional para desarrollar una visión espacial y no en una simulación de ese espacio.

Hace unos años aconsejaban que los niños no estuviesen expuestos a la televisión por cuestiones de desarrollo y de repente pasan diez años y las pantallas son lo mejor.

¿Os habéis sentido juzgados?
–Somos una escuela singular con un corpus de familia y potente culturalmente que tiene claro lo que quiere para sus hijos. No nos hemos sentido cuestionados en ningún momento.

Y, claro, allí no entra un móvil…
–Siempre hemos sido un espacio libre de adicciones digitales, es algo que anula a los alumnos. Cuando hacen uso de él en el aula se les retira y se devuelve al final de la jornada con naturalidad.

¿Estáis contentos con la decisión que tomasteis?
–Sí, hace años pusimos en marcha un programa genérico que se llama “Salud Digital” con Guillermo Cánovas, experto en estas cuestiones. Es un programa centrado en hacer consciente a los alumnos, docentes y familias de los efectos negativos del uso masivo y sin sentido de dispositivos digitales, con el efecto amplificador en redes sociales y otros efectos colaterales como el bullying, las adicciones de videojuegos, los controles parentales… Trabajamos desde la sensatez.

Otra etiqueta que tiene el Colegio Estudio es la de promover un constructivismo en el que el alumno decide qué debe aprender y qué no…
–Como decían los latinos, la virtud está en el término medio. Tú tienes que generar marcos de aprendizaje controlados  y adecuados al nivel evolutivo del alumno y que esté consensuado con la comunidad. La escuela decide lo que es abordable y lo que no. Ahora bien, soy partidario de modos naturales del aprendizaje como los estímulos o como construir tus propios conocimientos y aprender entre iguales.

Vamos que no sois constructivistas radicales…
–Desde el punto de vista de la psicología la norma es fundamental y el establecimiento de límites. Si no se establecen se genera baja resiliencia, baja asertividad, no te dota de herramientas para afrontar problemas futuros. Creo en la educación de base constructivista, pero los entornos y la dirección los generan los profesionales.

Veo que también apostáis por las humanidades.
–Puestos a buscar la excelencia por qué no puedo tener ingenieros altamente cualificados con un espíritu crítico exacerbado. Tiene su parte mala porque acabas cuestionándolo todo con una formación artística y humanística extrema… Pero lo que queremos son personas que puedan transformar y mejorar a la sociedad a la que se incorporan.

Todos los alumnos que están en el colegio se forman en humanidades, no queremos quedarnos compartimentados y decir yo sé sólo de física y no me importa nada mas.

¿La falta de espíritu crítico y de reflexión son el caldo de cultivo de los problemas de salud mental de los jóvenes?
–Los fenómenos humanos son complejos y se interpretan y completan con el estudio de las diferentes variables que los componen.

Vivimos en una revolución tecnológica que ha generado en la sociedad una necesidad de respuesta inmediata. Comprender en que entorno te encuentras para poder disfrutar y ser consciente de las ventajas que tienes implica también ser consciente de cómo está el resto del planeta.

Estamos generando inconscientemente un altísimo nivel de estrés y de insatisfacción en nuestros alumnos. Lo tienen todo, pero no tienen las herramientas para ser conscientes y disfrutarlo.

Los psicólogos dicen que se encuentran jóvenes que académicamente son muy brillantes, pero con un gran vacío existencial, ¿te cuadra este perfil?
–El trato humano es fundamental en nuestra institución. Por el programa que tenemos la relación con los alumnos es muy particular y cercana, por tanto, no tenemos muchos casos de este tipo que describes.

Pero es ciento, que cada vez es más frecuente encontrar a niños con un profundo vacío existencial. Tenemos alumnos educados, pero con una base ética y moral no tan asentada. Es algo que trabajamos en la institución, valores morales que lleven a la empatía y a la colaboración.

También se os tacha de ser un colegio más que laico, laicista, contrario a todo lo religioso. ¿Esto es así?
–Somos un centro laico heredero –los estatutos de fundación así lo reflejan– de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Los fundadores estaban en contra de la injerencia política y religiosa. Los estatutos recogen que la ILE es apolítica y laica, se referían a la limitación de la religión y la política como determinante en la enseñanza.

Hoy en día, nosotros ofrecemos Religión a las familias, pero nos enfocamos en el hecho cultural, artístico, estético y espiritual de la religión como complemento de aquello a lo que la ciencia no puede dar respuesta, pero no hacemos catequesis católica.

A los de humanidades nos resulta fundamental conocer el sustrato cultural y ético moral de occidente y sabemos que la religión cristiana, después de un par de milenios, ha determinado cómo es occidente y nuestra cultura. Nosotros no ocultamos a los estudiantes esta influencia de la cultura cristiana, no somos anticlericales. Esto es un centro plural.

También se os ha vinculado con la izquierda política española. ¿Otra etiqueta?
–Esto va por barrios, en la transición venían hijos de un presidente de Gobierno que no era del partido socialista, los hijos del vicepresidente del Partido Socialista, hijos de diputados por el PSOE, pero también por el Partido Popular… Una cosa es lo que se dice y lo que parece y otra, la realidad.

Dejémonos de chismes y volvamos al aula. ¿Os preocupa la Inteligencia Artificial?
–Siempre que hemos implementado tecnología ha sido con un sentido pedagógico. Hay escuelas que han reaccionado porque han visto una oportunidad de marketing y de atracción de «clientes», como dicen ellos.

Nosotros, con tranquilidad, estamos impartiendo talleres de IA sobre todo para aprender a hacer un uso responsable de la herramienta. Este avance científico técnico nos lo planteamos como una oportunidad que nos aporta y sin caer en su lado nocivo como la posibilidad que tienen los alumnos de copiar… Hay que dar la vuelta a la tortilla: puedes rediseñar las tareas para casa para que no las resuelvan con esta tecnología.

Terminamos con novedades. Creo que habéis adquirido un nuevo centro…
–Así, es. En nuestros planes no estaba contemplado ampliar y buscar nuevos centros, pero por una serie de circunstancias encontramos un colegio preexistente que tenía dificultades para continuar su proyecto. Era de base constructivista, con similitudes en enfoque al nuestro. Además, me pesó mucho la posibilidad de que más de veinte profesionales se quedaran en la calle y más de 70 familias se quedara sin un colegio de proximidad al que estaban muy vinculados.

¿En que se diferencian el mítico Colegio ‘Estudio’ de Aravaca y ese nuevo de Conde Orgaz?
–Estudio es un colegio en línea cinco, un centro muy potente, pero tiene dificultades para pilotar nuevos proyectos al ser muy grande. El patronato tomo la decisión y este nuevo centro, al ser línea uno, lo vi como una oportunidad para poner en marcha de forma más ágil proyectos o estrategias que logísticamente es mas complicado de implantar aquí.