Together 4 Integration: las mujeres migrantes ponen voz a sus inquietudes
El segundo encuentro dentro del proyecto Together 4 Integration, proyecto cofinanciado por la Unión Europea.
Together 4 Integration, el proyecto Erasmus + que se propone mejorar la acogida e integración de refugiados y migrantes en los tres países participantes (Polonia, Eslovenia y España) con la financiación de la Unión Europea, mantiene su pulso movilizador en este primer año de actividad.
Así, Siena Educación –editora del periódico MAGISTERIO– organizó el pasado 28 de febrero en Madrid el segundo focus group en España. Por su parte, las fundaciones Pontes y Sursum siguen desarrollando iniciativas en paralelo en Polonia y Eslovenia, respectivamente.
En vísperas del 8 de marzo el protagonismo fue para mujeres migrantes en España, para componer un retrato diverso (en procedencias y en situaciones vitales), al que también contribuyeron las entidades Acción Contra el Hambre, La Rueca, Fundación Senara, La Merced Migraciones y Cáritas.
Recogemos a continuación, a modo de conclusiones, lo que dio de sí la cita. Por razones de seguridad, las mujeres, procedentes de Venezuela, Paraguay, Colombia, El Salvador, Guinea y México, aparecerán citadas con nombre ficticio cuando sea necesario.
La mayoría de las mujeres participantes contaban con familiares residiendo en España cuando llegaron al país, lo que hizo un poco más fácil la transición. En aquellos casos en que las mujeres llegaban completamente solas a España, la ayuda de las entidades del tercer sector se volvió indispensable.
Algunas de ellas llegaron como solicitantes de asilo y ya disponen de su NIE (Número de Identidad de Extranjero). Otras están a la espera de su «carta blanca extranjera». Una de las participantes contaba con doble nacionalidad, entre ellas, la española. Otra, también con doble nacionalidad, una de ellas, italiana, puede permanecer en España, al contar con el certificado de la Unión Europea.
Hay coincidencia entre las participantes en la tardanza a la hora de conseguir la cita previa de extranjería. Alguna de ellas ha tenido que estar llamando durante una semana seguida. Otras reconocen que personas cercanas han llegado a pagar para conseguir esa cita.
Con respecto a la cita, Wendy (nombre ficticio), recomienda «paciencia, leer bien los requisitos y llevar copias extra para que no te cancelen la cita».
El motivo más repetido para dejar su país es la existencia de mejores oportunidades formativas y laborales en España. Varias de ellas señalan la falta de estabilidad laboral en América Latina, y los sueldos bajos, que hacen complicado independizarse.
«En este país puedes ser todo lo que quieras ser», proclama Julia (nombre ficticio) entusiasmada.
La mayoría de ellas está en búsqueda de una «comunidad» en el nuevo país, en la que sentirse integradas, ya sea conformada por españoles o por migrantes como ellas.
Esto no es sencillo cuando llegan a la casa de algún familiar, o cuando están esperando para poder empezar su formación o un trabajo, afirman. Pero, al mismo tiempo, alguna de las mujeres asegura que gracias a las formaciones en las que participaron pudieron conocer gente nueva.
La soledad en los primeros meses es una experiencia común. Las que tienen familia en España explican que sus familiares trabajan «y no quieres sobrecargarles con tu mochila [por el proceso de cambio de país]», mientras que a los que se quedaron «quieres hacerles sentir que todo está bien».
Una de las mujeres cuenta que, en su caso, aunque intentó empezar a hablar español cuanto antes, tuvo que esperar a que empezara el nuevo curso para poder unirse. «Sin duda todo hubiera sido más fácil si hubiera podido ir al colegio nada más llegar», apunta.
Por lo demás, no se han sentido discriminadas por ser «migrantes», definen la sociedad española como «multicultural» y valoran que, por lo general «no se juzgue a las personas y se respete su personalidad». Una de las participantes sí reconoce haber sido rechazada de algunos trabajos «por ser joven y venezolana».
La mayoría de las participantes no perciben diferencias significativas en el proceso de integración de mujeres y hombres migrantes. Con todo, algunas reconocen haber recibido ofertas de trabajo «sospechosas», y una de ellas manifestó que desconfía de las entrevistas de trabajo cuando quien las realiza es un hombre. Dos de ellas aseguraron haberse encontrado con trata de blancas, y una especificó que, al ofrecerle trabajar a altas horas de la noche en un bar, en condiciones dudosas, inmediatamente declinó la oferta.
Tampoco, explican, hay diferencia en el trato de las instituciones. Una de las mujeres, víctima de violencia de género, agradeció la ayuda que recibió de las mismas cuando más la necesitó, aunque echó en falta un mayor acompañamiento posterior.
Entre las áreas de mejora mencionan una mejor información del proceso para contar con atención sanitaria, o un mejor acompañamiento para lograr ayuda psicológica, o una mayor claridad de los procesos que incumben a la población migrante.
Todas las mujeres coinciden en que el mejor consejo que pueden dar a alguien que esté a punto de migrar es «paciencia», pues se trata de un proceso largo y muchas veces frustrante.
También le recomiendan «no dejarse pisotear» (en lo que respecta, por ejemplo, a condiciones laborales como contratos fraudulentos, horarios abusivos o salarios indignos).
Y, por último, mantener una actitud positiva. Como dice una de las participantes: «Cada día aprendemos algo nuevo profesional y personalmente». Y otra añade: «Lo que siembres te ayudará en el futuro».
Las mujeres participantes, jóvenes y sin cargas familiares, no refieren problemas para conciliar vida laboral y familiar.
Solo una de las participantes es madre, y sí reconoce que ha tenido que pedirle a una amiga el favor de recoger a su hija del colegio, al ser diferentes su horario laboral y el horario escolar. Por lo demás, ha asegurado que su hija se ha integrado perfectamente en su centro educativo.
Todas las mujeres agradecieron su ayuda a las entidades, fundamentales para afrontar las dificultades que puedan surgir.
Al ‘focus group’ acudieron en representación de estas entidades África Moreno Jaime, de Cáritas Madrid, en concreto del Campus Cáritas Madrid; Néstor Villa, de La Rueca; Ermes Viriato, de La Merced Migraciones; Paula Sánchez de la Blanca, de Acción contra el Hambre, y Almudena González, de Fundación Senara, que complementaron desde su perspectiva las aportaciones de las mujeres migrantes.