Allende la Mar Océana y la banda sonora de Puy du Fou
El tercer episodio –tras la Cetrería Real y A Pluma y Espada– en el recorrido que hemos propuesto para la visita a Puy du Fou España es la reconstrucción de las circunstancias del primer viaje de Colón a América llamado Allende la Mar Océana (espectáculo inmersivo, ya que en él el espectador va recorriendo los escenarios, que combinan escenas palaciegas, portuarias y el interior del barco, con una duración aproximada de 25 minutos, en horario continuo de miércoles a domingo de 12:00 a 14:45 y de 16:00 a 18:30).
Nos da la bienvenida a él nada menos que la reina Isabel la Católica, en una escena que se presenta como sucedida antes del Descubrimiento –en la que accede a financiar el viaje de Colón– pero que en realidad condensa en el breve diálogo con el Almirante la voluntad expresada por la Reina sobre el conjunto de la empresa americana, ya que le compromete a «extender la Palabra de Dios hasta los confines del mundo» y prohíbe «que los indígenas residentes y habitantes de dichas Indias y Continentes sufran algún daño o sean tratados injustamente». Unas órdenes que presuponen ya el contacto con los indígenas y nos sitúan más bien en el encuentro de Colón con los Reyes Católicos en Barcelona en 1493, después de que el navegante les hubiera relatado por carta que los habitantes de las Indias parecían pacíficos y fáciles de convertir al cristianismo.
La buena relación de Isabel la Católica con Colón, en cambio, no puede prolongarse más allá del segundo viaje del Almirante, en el que ignoró las órdenes de la Reina al capturar a más de un millar de indios. El relato, por tanto, condensa las intenciones de la Monarquía Católica sobre América, expresadas en el afán evangelizador y de justicia impuesto en el mismo año 1493 a los Reyes Católicos en la bula con que el papa Adriano VI les daba posesión de las nuevas tierras, y repetido posteriormente en el Testamento de Isabel la Católica (1504), en las Leyes de Burgos promulgadas en 1512 por Fernando el Católico, y finalmente –tras las fuertes discusiones en las que se admitió que ni siquiera una bula papal puede autorizar a quedarse con tierras que ya tienen dueño– en las Nuevas Leyes de Indias promulgadas por Carlos V en 1542.
Sin necesidad de mencionar fechas, u otros personajes aparte de Isabel y Colón, como recurso educativo, Allende la Mar Océana no solo nos acerca a la esencia de la Historia, sino también al conocimiento –podríamos decir parafraseando la novela de Tim O’Brien sobre Vietnam– de las cosas que llevaban los hombres que lucharon (en este caso descubrieron); las estrecheces y angustias del viaje se pueden revivir en cierta escala –no del todo realista, ya que si hubiera que meter a tanto público en los escasos 20 metros de longitud de la Nao Santa María, habría que hacer muchas horas de cola–, y si realmente tuviéramos que experimentar los olores y sabores generados por la presencia de 90 hombres en un barco de apenas seis metros de calado durante tres meses… la visita sería sencillamente insoportable.
La penumbra del recorrido, una vez dentro del barco, nos permite experimentar mejor las sensaciones de movimiento –en este caso de las paredes y techos, y por tanto de las cosas que de ellas cuelgan en el barco–, la angustia ante las tormentas y el regocijo por llegar a tierra. Aunque al final recorreremos un kilómetro dentro del espectáculo, conviene no apresurarse, para captar cuantos más detalles mejor. La decoración del espectáculo corre a cargo de Pilar Revuelta, directora de arte ganadora del Óscar a la mejor dirección artística en 2007 junto a Eugenio Caballero por la película El Laberinto del Fauno.
Una sinfonía para el viaje de Colón
Entre los aspectos a los que conviene prestar atención, y que hacen más interdisciplinar a este espectáculo, está la Música, ya que podemos escuchar en él una banda sonora (publicada como playlist de Youtube) con ocho temas instrumentales de duración superior a los tres minutos (llegando el segundo casi a los cinco), que podrían estudiarse casi como una sinfonía. El primer tema, Últimos preparativos (obra del inglés Samuel Pegg y del suizo Nathan Stornetta), tiene unos aires que nos recuerdan a las aventuras de los hobbits, y su leit motiv, se transmite a la siguiente canción (Euforia de los marineros, compuesta por el británico Martin Batchelar y Stornetta), acrecentando la épica con nuevos instrumentos, reforzados por elementos de percusión y coros en Tierras Incógnitas (de los mismos autores); una nueva canción de Pegg y Stornetta (Primeros Murmullos) ralentiza el ritmo para dar aire de intriga, que pasan de lo tétrico a una cierta calma en Falsas Esperanzas (Batchellar y Stornetta), para retomar un clímax épico de plenitud orquestal en Tempestad (Pegg y Stornetta).
Los mismos autores dan muestra de su versatilidad al pasar a la mayor calma y sencillez instrumental en Últimas Oraciones (que culmina en un Ave María acompañada por acordes de guitarra y trompeta). Las flautas de sabor céltico con que abría esta sinfonía reaparecen en la última canción, Nuevo Mundo (de Batchelar y Stornetta), cuyos solos del leit-motiv son acompañados finalmente por la orquesta y un suave final a cargo del violín.
Este primer acercamiento a la música en Puy du Fou se completará sobre todo con la obra principal de Stornetta, que puede escucharse en el espectáculo nocturno El Sueño de Toledo. Pero este tendrá su capítulo aparte, que será el final de esta serie. Nuestro recorrido habrá de pasar antes por al menos tres episodios diurnos más, entre ellos el que podemos contemplar dentro del castillo que vemos en el centro del Parque.
