¿Celebramos el Día de los Simpson filosofando? Tres grandes preguntas de la filosofía a través de tres capítulos
A fines de los 80 llegó a la televisión con una advertencia: Los Simpson es una serie para adultos. Le acompañaron protestas de algunas asociaciones de televidentes. Incluso el expresidente norteamericano George Bush y su mujer le dedicaron críticas, a las que el equipo de guionistas respondió con un capítulo especial en el que eran vecinos de la familia de Springfield. Pero esto no fue algo novedoso, pues la serie se ha caracterizado desde sus inicios por mantener un diálogo constante con la sociedad. Esa es una de las claves.
Durante 35 temporadas el equipo del director Matt Groening ha tenido tiempo de hacer desfilar por la pantalla a multitud de famosos de diversos ámbitos: científicos, músicos, humoristas, periodistas, políticos, deportistas… En unas ocasiones con sus voces interpretadas por las propias personas representadas y en otras como referencia indirecta al famoso. En definitiva, parece que la serie ha tratado de dialogar con el contexto social de su tiempo atreviéndose con todo. El éxito de su intuición sociológica ha llegado a inquietar a muchos, que han querido ver predicciones en el argumento de algunos capítulos.
El éxito de su intuición sociológica ha llegado a inquietar a muchos, que han querido ver predicciones en el argumento de algunos capítulos
La filosofía, cómo no, presente en todos los ámbitos de lo humano, no solo se ha vuelto una herramienta importante para analizar las situaciones que viven sus personajes, sino que, además, encuentra en la serie una forma eficaz de abordar las preguntas clásicas del ser humano. Veamos algunas de ellas conectándolas con capítulos que pueden servirnos para reflexionar con nuestros estudiantes.
El tema viene de largo. Platón se había preguntado en La República por las cualidades ideales para un gobernante. A lo largo de un texto apasionante encontró que el gobernante ideal debía ser aquel que pudiera llegar a conocer “la justicia”, un conocimiento que venía de la práctica de la dialéctica, es decir, a través de un diálogo pautado al que solo se podía acceder a través del alma racional. Según la filosofía platónica, en principio, todos contamos con tres tipos de alma, pero solo quienes destacan por la razón podrían ejercer el gobierno. Estos son los filósofos.
La idea del Rey Filósofo tuvo repercusiones a lo largo de toda la historia. Para empezar, en su propio tiempo Platón fue invitado a ser consejero en Siracusa del tirano gobernante: quería ser un filósofo rey. La historia es bastante interesante, Platón terminó vendido como esclavo primero, y luego (pues sí, hubo un luego, ya que volvió a intentar ejercer de consejero en Siracusa) se tuvo que exiliar. En la Carta VII el filósofo manifestó que todo aquello fue un error, pues su verdadera filosofía “no se transmite por palabra” sino a través de una convivencia humilde, el diálogo sincero, y desde luego, no a través de esa actitud pretenciosa de quienes se creen sabios.
En el capítulo Salvaron el cerebro de Lisa un comité de inteligentes, en el que, por supuesto está Lisa, se ocupa del gobierno de la ciudad. El principal problema que se les presenta es que los deseos que guían la razón de los listos no coinciden con los de los gobernados, y, de hecho, ni siquiera coinciden entre ellos mismos.
El capítulo nos permite profundizar en varios problemas: ¿qué tienen los miembros de este comité en el gobierno que los lleva al fracaso? El equipo de guionistas de Los Simpson elije con cuidado quienes deben ser “los inteligentes” que lo componen. Entre ellos están: un científico extraño metido en su mundo, un vendedor de cómics apasionado de la cultura alternativa (un nerd), un director de escuela pusilánime y sin vocación, una ejecutiva ambiciosa. A través de estos estereotipos podemos preguntarnos muchas cosas sobre el valor de la inteligencia, pero en este caso, ¿por qué son incomprendidos cada uno de estos personajes? o, más precisamente, ¿por qué fracasa en el capítulo su gobierno de los inteligentes? Pero si trasladamos el tema a nuestra vida real ¿qué valor tiene la inteligencia en la política?
¿Es la familia Simpson una “familia disfuncional”? Si buscamos el término en Google, encontraremos una imagen de nuestros protagonistas entre los primeros diez resultados, así que, sí, debe serlo. En uno de los episodios de la primera temporada, incluso, acuden a la consulta de Dr. Marvin Monroe.
Tras el descubrimiento del campo de la psicología con Freud, surgieron varios autores que consideraron que este nuevo conocimiento era una buena herramienta para comprender al ser humano y guiarlo en su tensión frente a la sociedad (así lo vieron los miembros de la Escuela de Frankfurt). Otros autores se centraron en su valor terapéutico, fijándose en el proceso que podía guiar al individuo para permitirle resolver sus propios conflictos para vivir en un mundo de locos (sin la necesidad de hacerle frente, que le exigían los de la Escuela de Frankfurt). El debate está aún abierto.
En el episodio Hogar, agridulce hogar es la familia al completo quien visita al terapeuta. Y aunque no es el único episodio en el que la psicología cobra protagonismo, es importante tener en cuenta que la situación de violencia, machismo, negligencia, alcoholismo y muchas cosas más que caracterizan a la familia están ahí desde el principio, y es algo que sus personajes reconocen y que pretenden cambiar (de maneras cada una más ridícula que la anterior) sin llegar a conseguirlo nunca. Pero pensémoslo un momento: ¿por qué no se divorcian Homer y Marge?
La situación de violencia, machismo, negligencia, alcoholismo y muchas cosas más que caracterizan a la familia están ahí desde el principio, y es algo que sus personajes reconocen y pretenden cambiar sin llegar a conseguirlo nunca
Bueno, de hecho, ha ocurrido. La pareja se divorció en la temporada 27, aunque no tardara mucho en volver a casarse. Y es que, a pesar de las dificultades, la familia insiste y permanece unida. Es como si volvieran una y otra vez a ese capítulo en el que la terapia del Dr. Marvin Monroe fracasa y ellos obtienen una pequeña compensación económica con la que compran un nuevo televisor. Son 35 temporadas para las que, según algunos fans, el divorcio sería un cierre perfecto.
Pero ¿no hay otra salida? La pregunta es la del principio: ¿deben las terapias ayudarnos a acomodarnos y funcionar dentro de una sociedad demente? ¿deben servirnos para emanciparnos de la sociedad, de la familia, de lo que sea que nos pone mal? Este era el debate que abrieron los miembros de la Escuela de Frankfurt frente a los neofreudianos.
Seguramente nos hemos encontrado en situaciones en las que debemos establecer un sistema de normas con nuestros estudiantes. En este capítulo que vamos a presentar, los estudiantes, ellos mismos, deben ponerse normas para sobrevivir. El capítulo Das Bus en la temporada 9, es en realidad una adaptación de la novela de William Golding El señor de las moscas.
La situación que presenta el capítulo comienza, como suele ocurrir, de manera absurda: durante una excursión escolar el autobús naufraga en el océano, y así, los compañeros de la escuela de Bart y Lisa terminan en una isla desierta donde deben aprender a convivir y aceptar que es más fácil imaginar “radio cocoteros” y “monos mayordomos” que hacerlos realidad. De la misma manera el argumento nos lleva a cuestionar nuestras sociedades, ¿vivimos en la pura ilusión cuando pensamos que nuestras democracias se construyen sobre el consenso?
En el campo de estudio de la ética hay un debate recurrente. De un lado se argumenta que hay un mínimo de normas que deben establecerse independientemente de cuál es el ideal de vida que cada comunidad tiene; del otro, se dice que nadie se motiva a seguir ninguna norma (por mínima que sea) si no va unida a algún tipo de bien deseado por la comunidad.
Los primeros son los autores de las éticas dialógicas. Plantean una serie de normas para establecer una comunidad de diálogo ideal: todos los implicados por las decisiones deben poder intervenir en igualdad de condiciones, sus intervenciones deben expresarse en un lenguaje lógicamente comprensible, se debe suponer que quien interviene dice lo que verdaderamente cree, siente o piensa. Desde su punto de vista, no se puede concretar un sistema de vida bueno pues cada uno (o cada comunidad) la vive según sus propios valores; pero si se pueden proponer unas reglas que sirvan para todos.
Los segundos dicen algo así como: “¿os habéis creído que los humanos somos robots? ¡No se pueden seguir unas normas por propia voluntad si no es porque uno pone el corazón en ellas!” Así que proponen diferentes tipos de valores, o alguno defiende que cada cultura pone los suyos.
Y entonces, ¿cuál es el mejor procedimiento para sobrevivir a una situación como la que vive la clase de Bart?
Hay mucho escrito sobre Los Simpson, libros de filosofía también. Lalo Tovar publicó en el 2021 Yo sonreiré por las dos, y hace años que salió La filosofía de los Simpson; también hay artículos indexados en revistas científicas que analizan la serie desde diferentes disciplinas.
En la cultura popular han abierto brecha, y se encuentran desde peluches para bebés, hasta pandillas llamadas «los Simpson» que dejan su marca en las paredes del barrios… Hay caramelos, drogas alucinógenas en el mercado negro, camisetas, tatuajes, ¡qué será lo que no hay! Con razón nuestros estudiantes los conocen. Pero ¿los han pensado? Y, ¿por qué logran «predecir» el futuro (si es que en verdad lo predicen)? Ese es también, un tema para la filosofía.
¿Tú qué piensas? Si hay algún capítulo que hayas utilizado en tus clases, o tienes alguno que estás pensando en utilizar y te gustaría saber cómo sacarle el jugo, puedes escribir en el apartado de Comentarios.