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Hablan los inspectores: Tres generaciones comparten su visión del estado actual de la educación

Hace hoy 175 años nacía la Inspección de Educación, una institución clave para la educación y para la sociedad. Con tal motivo, le damos la palabra a tres inspectores en activo para que compartan sus reflexiones y anhelos.
RedacciónMartes, 2 de abril de 2024
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© RIKKYAL

Tres inspectores de educación responden a las preguntas de MAGISTERIO coincidiendo con el 175 aniversario de la creación de la Inspección de Educación, el 2 de abril de 1849.

En momentos distintos de su carrera profesional, nos responden Francisco García Moles, Rosa García Mendive y María Villanueva Lope.

El más veterano, Francisco García Moles, se dedica a la educación desde el 1 de septiembre de 1980. En sus 44 años como funcionario docente ha tenido el «privilegio» de ejercer como maestro, secretario, jefe de estudios, director e Inspector de educación los últimos 33 años. Actualmente continúa en activo, «con la misma fuerza, ilusión y confianza en el valor transformador de la educación».

Recuerda cómo, en 1991, al acceder a la inspección educativa, era uno de los inspectores más jóvenes de España, «algo que el tiempo se encarga de relativizar». Hoy García Moles se encuentra entre los inspectores más veteranos de nuestro país.

A lo largo de estos años ha ejercido como inspector en Mallorca, Menorca y la Comunidad de Madrid. También desempeñó cargos de coordinación en los diferentes destinos en los que ha estado y fue Inspector Jefe de Baleares entre 2013 y 2015.

Lo que siempre quiso ser Francisco, desde niño, fue maestro. Como otros muchos niños, el haber tenido la suerte de ser alumno de esos maestros que empatizan, que dan lo mejor de sí mismos, con paciencia y con una sonrisa en los labios, lo puso  frente a un espejo en el que le gustaría verse reflejado.

Francisco García Moles: Aprender de los "referentes"
  • ¿Qué le llevó a convertirse en Inspector de educación?
  • ¿Qué aspecto sería fundamental para mejorar la educación de este país?
  • ¿Con qué lastre es importante acabar?

A lo largo de mi experiencia como docente y como director, tuve también la oportunidad de entrar en contacto con diferentes inspectores de educación. Siendo maestro, recién ingresado, tuve la oportunidad de contactar con Bartolomé Rotger Amengual, por entonces, Inspector jefe de educación de Baleares. El Sr. Rotger, a nivel nacional, fue un inspector “referente”, de su época, como lo fueron otros compañeros suyos, como Gonzalo Gómez Dacal o Eduardo Soler Fiérrez, al que tuve el honor de conocer, cuando nuestros caminos se cruzaron, siendo él ya un inspector veterano y yo un inspector que empezaba su trayectoria profesional. Siendo jefe de estudios, tuve la oportunidad de impulsar la realización de varios cursos de formación sobre temas de organización escolar, que impartió el inspector Jesús Rul Gargallo, un gran inspector, persona muy dotada intelectualmente, experto en temas educativos y un gran comunicador. Su figura también fue un acicate para mí.

Lo mejor de todo esto es que, más de treinta y tres años después de mi ingreso en la Inspección educativa, si pudiera volver atrás, me gustaría volver a ser Inspector de educación.

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Más de treinta y tres años después de mi ingreso en la Inspección educativa, si pudiera volver atrás, me gustaría volver a ser Inspector de educación

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A la Inspección llegué, como tantas cosas en esta vida, por una serie de circunstancias que se fueron dando a lo largo del tiempo. Además de la docencia, también me ha gustado mucho, desde siempre, el mundo de la organización y de la gestión escolar.

A los pocos años de mi ingreso en la docencia, tuve la oportunidad de ser secretario. También ejercí de jefe de estudios, un trabajo que también me gustó. Posteriormente, las circunstancias me llevaron al ejercicio del cargo de Director. Fueron años de compañerismo, de ilusiones compartidas, algunas de las cuales se hicieron realidad, de problemas por resolver y algunos resueltos, de retos por alcanzar y algunos pocos conseguidos.

 

No existen recetas mágicas para mejorar la educación. De haber existido, nos habríamos podido ahorrar la mayoría de las ocho leyes orgánicas que se han promulgado en los últimos 44 años, la mayoría de las cuales aprobadas por gobiernos socialistas. Después de cinco intentos “orgánicos” los auténticos problemas de nuestro sistema educativo siguen exigiendo soluciones. Y, lamentablemente, la quinta Ley que han promulgado, la LOMLOE, no mejora en nada lo que las cuatro que hicieron antes tampoco resolvieron.

Si repasamos en inventario, de esas ocho  leyes, la primera, la conocida como el Estatuto de Centros Escolares, la hizo el gobierno  de la Unión de Centro Democrático (UCD) y de las otras siete, el Partido Popular solamente hizo una, que no se aplicó, y una modificación de la Ley Orgánica de Educación, que también había promulgado el PSOE y que, aunque modificada, es la Ley que ha seguido y sigue en vigor, dieciocho años después, independientemente del color del Gobierno de cada momento.

El PP sólo hizo la Ley Orgánica de Calidad de la Educación de 2002, conocida como LOCE, que José María Aznar tardó dos  gobiernos y  seis años en elaborar  y promulgar, y seis meses más en aprobar el calendario de aplicación de la Ley.

Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) tardó poco más de cuarenta días en demostrarnos que se podía  paralizar en seco la aplicación de una Ley Orgánica mediante un Real Decreto que modificaba el calendario de aplicación de la Ley, lo que en la práctica equivalía a su “derogación” de hecho.  La derogación «de derecho» se produjo en mayo de 2006 por la promulgación de la LOE. Siete años después,  durante el primer Gobierno de Mariano Rajoy, entró en vigor una nueva Ley Orgánica de Educación, que no fue ni eso, simplemente fue una  modificación de la LOE,  me refiero a la conocida como LOMCE, cuyo calendario de implantación postergó su implantación hasta el curso 2015-16. Por eso, un amigo mío dice que el PP, de las ocho leyes educativas,  sólo ha hecho una Ley de Educación, que prácticamente no se aplicó y “media Ley”, porque la LOMCE simplemente fue una modificación de la LOE socialista.

Hoy en día, los problemas de nuestro sistema educativo no son tantos de “cantidad”, como de “calidad”. El discurso teórico de la “calidad”, lo tenemos demasiado escuchado y “manido”, pero no podemos afirmar que el sistema ofrezca a todos los alumnos, garantías mínimas y necesarias para que realmente aprendan. Aprenden los de siempre, los que aprenderían incluso sin escuelas, pero los alumnos que presentan dificultades de aprendizaje, sean del tipo que sean, todavía no están atendidos como necesitan y como se merecen.

 

A mi juicio, el principal lastre de la educación en España es la falta de concordancia y de coherencia entre el “discurso pedagógico”, que suena muy bien, y los  problemas reales de aprendizaje de los alumnos, que siguen, muchas veces y en gran manera, sin ser abordados de una manera realista y rigurosa. Y esto, a mi juicio, es muy grave.

No es serio, ni socialmente admisible,  que  la LOMLOE, actualmente en vigor, fije que los contenidos básicos de las enseñanzas mínimas requieren el 50% de los horarios escolares para las Comunidades Autónomas que tengan lengua cooficial y el 60% para aquellas que no la tengan y existan Comunidades Autónomas que lo único que han hecho ha sido “copiar y pegar” ese 60%  de contenidos “básicos” en sus Decretos  de currículo autonómicos y obviar su responsabilidad de fijar el 40% restante. Algunas de las otras, exactamente lo mismo, su 50% ni está ni se le espera

Otro de los problemas que tenemos es la moda de la “pseudo innovación”. No es realista y es hasta perjudicial pensar que todo el mundo “innova”. La innovación educativa es algo muy importante, muy serio y beneficioso, pero solamente cuando se trata de procesos bien fundamentados, diseñados, aplicados con mesura y con sentido común.

Además de lo anterior, en el mundo educativo existen personas que se dedican a repetir, de una forma consciente o inconsciente, determinados “mantras” que terminan imponiéndose en nuestras conversaciones y terminan distorsionando nuestras convicciones.  Es cierto que sobran reformas educativas, pero también es cierto que tenemos pendiente la auténtica reforma educativa, la que aborde de una manera objetiva y sin intereses partidistas los verdaderos problemas de la educación.

Rosa García Mendive: Contribuir a la mejora de la calidad desde el "epicentro" de la Administración educativa
  • ¿Qué le llevó a convertirse en Inspectora de educación?
  • ¿Cómo ha cambiado la labor de inspector/a de educación en las últimas décadas? ¿Qué logro destacaría y qué reto sigue pendiente?
  • ¿Qué aspecto sería fundamental para mejorar la educación de este país?
  • ¿Con qué lastre es importante acabar?

 

Para responder a esta pregunta es necesario explicar algo de mi historia profesional, procedo del Cuerpo de Profesores de Secundaria, especialidad de Orientación educativa. A lo largo del tiempo esta especialidad ha incrementado su labor en todas las etapas educativas, asesorando a profesores y equipos directivos en diversos aspectos que trascienden lo pedagógico. La experiencia profesional tras varios años transitando por diferentes etapas me ofrece una perspectiva amplia del sistema educativo, de las fortalezas y los retos que se plantean en cada una de ellas. A esto se añade la visión que se obtiene desde la singularidad de la propia especialidad, puesto que se realizan funciones de orientación y docentes simultáneamente.

Esta experiencia previa me lleva a plantearme mi desarrollo profesional, que podría haberse materializado de muy distintas formas. Lo que hizo me decantarme por la inspección educativa fue el inicio de los estudios de Derecho y el anhelo de poder contribuir a la mejora de la calidad educativa desde el epicentro de la Administración educativa. Al fin y al cabo, la inspección educativa tiene funciones enraizadas en la aplicación del derecho en materia de educación, como el velar por el cumplimiento en los centros educativos de las leyes, reglamentos y demás disposiciones vigentes que afecten al sistema educativo, la de supervisar, evaluar y controlar, desde el punto de vista pedagógico y organizativo, el funcionamiento de los centros educativos. La inspección educativa tiene igualmente otras funciones más relacionadas con el asesoramiento, orientación e información a los distintos sectores educativos que conectan con la especialidad de procedencia.

Por otra parte, no solamente ha influido la derivación natural de la propia carrera profesional sino también otros aspectos más “emocionales”, como es la imagen positiva de los inspectores e inspectoras de educación, el sentido de justicia en la aplicación de la norma y la lealtad institucional.

 

Considero que existe un incremento paulatino de tareas asignadas a la inspección educativa en colaboración con otros servicios, por ello se está transformando en un servicio transversal dentro de la Administración educativa, lo que desdibuja las funciones que tiene atribuidas.  Existe, por tanto, una tensión entre las labores propias de la inspección educativa (artículo 151 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, que en su última redacción ha eliminado el punto h) Cualesquiera otras que le sean atribuidas por las Administraciones educativas, dentro del ámbito de sus competencias) y las realizadas en los Servicios de Inspección Educativa.  Por otra parte, hay un intento de especialización en áreas temáticas que pueden ser propias de la inspección y tenderían a la profesionalización, y otras áreas que no son más que una extensión de las funciones asignadas a otros servicios.

Esta realidad, ha influido en el descenso de las visitas giradas a los centros, en la profundidad con la que se abordan tareas rutinarias de la inspección educativa, y que acaban generando poco valor en los centros. Existe, además, una pérdida de actualización pedagógica que permita a la inspección educativa asesorar a los centros docentes, debido principalmente a la falta de formación institucional, la cual suele estar más enfocada a temas legales.

Como logro o hito quiero destacar que desde 1995 el acceso al Cuerpo de Inspectores de Educación (CIE) se realiza mediante concurso-oposición, teniendo que garantizar en la convocatoria los principios de igualdad, mérito y capacidad, así como el de publicidad. Han pasado casi treinta años y todavía queda mucho por hacer, la tensión entre el control y la independencia de este cuerpo es histórica y actual. El acceso es la clave.

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La tensión entre el control y la independencia de este cuerpo es histórica y actual. El acceso es la clave

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Siguiendo con esta argumentación tenemos un gran reto por delante, que va a ser decisivo para la inspección de las próximas décadas, y que nos va a retratar en muchos aspectos. Este no es otro que el futuro real decreto que regule el acceso, los aspectos comunes de la inspección, el desarrollo profesional, la formación, y la evaluación. En este real decreto debería establecerse por fin el nivel 28 o superior, reivindicación histórica del CIE y para la cual sobran razones.

 

Los docentes cumplimentan con diligencia las tareas y proyectos que se demandan por parte de la Administración, aunque se solapen, sean contradictorios, o les sobrecarguen de trabajo, la voluntad no es el problema. La participación en la elaboración de proyectos o normativa que les afecta suele circunscribirse a un grupo reducido en el que por regla general no se les ha dado cabida. Esto produce la desafección hacia las normas en las que no han tomado parte y en no tener tiempo para entender profundamente la tarea encomendada, o pensar que no es relevante o que existe volatilidad o poca certeza en su aplicación. Desafortunadamente nos centramos en el “hacer” y en el “cumplir”, la carga burocrática se asume, pero los centros siguen su funcionamiento como de costumbre, sabedores de su escasa autonomía. Es necesario replantearse qué exigimos a los centros, simplificar la documentación y los procesos, aunar y cohesionar los planes solicitados, dotarles de recursos pedagógicos, facilitar las formaciones de centro y favorecer que puedan poner el foco en lo pedagógico.

A mi modo de ver nos tenemos que dotar de un “minimalismo” burocrático que preste las garantías necesarias, que ayude realmente a los centros a realizar sus funciones, y les permita poner el epicentro en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado. Por otra parte, hay que mejorar la formación que reciben nuestros docentes, con especial acento en la previa a implantar cualquier tarea que les sea encomendada. Y ante todo fomentar la participación del profesorado y la autonomía de los centros.

 

Claramente, la escasa participación de los docentes en las decisiones y la premura con la que se implantan las reformas, así como la falta de un pacto de mínimos a nivel estatal.

Es lógico que cada gobierno quiera y deba realizar sus propias políticas educativas, lo que no lo es tanto es que la educación de un país esté a la veleidad de la inmediatez de los resultados electorales. Se hace necesaria una estabilidad que fortalezca a las instituciones y a los centros escolares.

Nos falta invertir tiempo en repensar qué se pide a los centros, simplificar los procesos y la documentación, así como programar las tareas para repartir la carga burocrática a lo largo del curso escolar.

María Villanueva Lope: De inspección y control a asesoría y acompañamiento
  • ¿Qué le llevó a convertirse en Inspectora de Educación? 
  • ¿Cómo ha cambiado la labor del inspector de educación en las últimas décadas? ¿Qué logro destacaría y qué reto considera que está pendiente?
  • ¿Qué aspecto sería fundamental para mejorar la educación de este país?
  • ¿Con qué lastre es importante acabar?

 

No entraba en mis planes, pero después de haber sido jefa de estudios cuatro años de manera obligatoria descubrí una parte de la educación que desconocía. Posteriormente cambié de centro y volví al aula como docente y notaba que me faltaba algo. Tenía una necesidad de saber, de aportar ideas, de cambiar cosas… y pensé que, desde la Inspección, podría realizar una función importante dentro de la comunidad educativa.

Mi familia está compuesta por cinco miembros y cuatro de ellos nos dedicamos a la educación. Las sobremesas son eternas y los debates sobre cómo se deberían hacer las cosas, interminables. Mi madre, maestra jubilada, inculcó en mis hermanas y en mí la importancia que siempre han tenido los docentes. La educación, como uno de los pilares fundamentales de nuestro país, debe ejercerla gente preparada, pero sobre todo con vocación.

Nuestra profesión sin vocación carece del ingrediente más especial. Los docentes influyen, guían, marcan, impactan, inciden, acompañan… a los alumnos. Una buena docente de la etapa de infantil despierta en los niños vivencias básicas y primordiales para asentar la base de sus vidas. Los docentes de primaria continúan esa labor y los preparan para la etapa siguiente. Los de Secundaria marcan definitivamente a los adolescentes, quienes buscan referentes en un estado de casi desconocimiento absoluto de la fase por la que están pasando, la adolescencia.

Acompañar a los equipos directivos y a los docentes desde la inspección es la función que quería como inspectora y es a lo que me dedico en la actualidad.

 

La labor del inspector/a de educación ha experimentado una profunda transformación en las últimas décadas. Se ha pasado de un modelo de inspección y control a un modelo de asesoría y acompañamiento, con el objetivo de mejorar la calidad educativa y garantizar la equidad en el sistema educativo.

De manera resumida se pueden concretar esos cambios en el enfoque, las funciones, la metodología y la incorporación de las tecnologías. En cuanto al enfoque, decir que lo que el inspector/a busca es una mejora continua a través del acompañamiento y asesoramiento. Se han ampliado las funciones, incluyendo la evaluación del sistema educativo, la participación en la elaboración de políticas educativas y la formación del profesorado. Se han incorporado nuevas metodologías de trabajo, como la observación directa, la evaluación de impacto y la investigación educativa y, por último, se han integrado las tecnologías digitales en el trabajo de los inspectores, facilitando la comunicación, la gestión de la información y la elaboración de informes.

A destacar como logro la mejora de la calidad educativa en España, situándola a la vanguardia de los rankings internacionales. Se debe perseguir la profesionalización del profesorado y se debe conseguir una mayor equidad; la inspección educativa tiene que velar por el cumplimiento de la normativa educativa y por la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación.

 Como retos pendientes, la reducción de la carga administrativa, la adaptación a los nuevos contextos educativos y mejorar la comunicación entre la inspección educativa, los centros educativos y la comunidad educativa en general.

 

No hay un solo aspecto a mejorar, sino varios, pero considero que el punto de partida podría estar en fomentar una cultura de aprendizaje continuo y colaborativo. ¿Cómo? potenciando la formación del profesorado, reconociendo y valorando la labor docente, favoreciendo la colaboración entre docentes, implicando a las familias en la educación y dotando a los centros educativos de los recursos necesarios.

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No hay un solo aspecto a mejorar, sino varios, pero considero que el punto de partida podría estar en fomentar una cultura de aprendizaje continuo y colaborativo

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Otros aspectos relacionados directamente con los que acabo de mencionar son una mayor motivación del profesorado, una mejora del clima escolar, mejores resultados académicos y una mayor equidad educativa para reducir las desigualdades educativas.

Cabe destacar que esta es solo una perspectiva, y que la mejora de la educación es un tema complejo que requiere la colaboración de todos los actores implicados.

 

Evidentemente la burocracia está asociada a la labor del inspector/a y deshacerse de ella es algo que no se contempla. Esta carga administrativa limita considerablemente el tiempo que los inspectores pueden dedicar a su función principal: la asesoría y el acompañamiento a los centros educativos.

Los cambios de norma son muy frecuentes y dificultan en muchas ocasiones la propia docencia, generan confusión e inestabilidad en los centros educativos. El docente debe conocerla para poder aplicarla, pero la puesta en marcha de todo lo novedoso cuesta. Es importante buscar un equilibrio entre la innovación y la estabilidad.

Otras limitaciones del sistema educativo español sobre las que habría que hacer hincapié son: alta tasa de abandono escolar temprano, desigualdad educativa, falta de innovación educativa, rigidez del sistema educativo, escasa inversión en educación, falta de formación del profesorado, evaluación del sistema educativo, falta de participación de las familias

En definitiva, el sistema educativo español tiene muchas limitaciones que deben ser abordadas para mejorar la calidad educativa. Es importante destacar que estas son solo algunas de las limitaciones del sistema educativo español. La lista completa de limitaciones es mucho más extensa.

Además, es importante recordar que el sistema educativo español también tiene muchas fortalezas, entre ellas se encuentran la universalidad de la educación, la gratuidad de la educación obligatoria y la alta tasa de alfabetización.

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