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Blob test o test de los monigotes: cómo sacarle partido en clase

Si has usado alguna vez el famoso 'test del árbol' siguiendo las interpretaciones que se repiten en multitud de páginas en internet, no has usado el test del árbol. En este artículo te cuento el objetivo que le dio el autor Pip Wilson y te oriento sobre cómo filosofar con tus estudiantes (o con quien desees) a partir de esta fantástica herramienta.
Ársel ÁlvarezMiércoles, 5 de junio de 2024
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¿Qué es el 'test del árbol'?

Pip Wilson ideó el Blob Tree en los ochenta como una herramienta para trabajar las emociones a través de un lenguaje visual. Poco a poco su uso se difundió, y se amplió a diferentes tipos de grupos y edades. Hoy día podemos encontrarlo como herramienta válida en entornos escolares, pero también en proyectos de intervención social, o incluso de recursos humanos en las empresas.

También ha crecido. En la página del autor podemos encontrar otros recursos basados en la misma idea.

En este post encontrarás una secuencia de momentos para trabajar con la herramienta, pero siéntete libre de suprimir las que consideres que no se adaptan a tu contexto, o incluso incluir algún momento nuevo y diferente. En internet encontrarás muchas páginas que asignan a cada monigote un significado; sin embargo, aquí te ofrezco una estrategia constructivista para conceptualizar con el grupo los significados.

¿Por qué filosofar con el test del árbol?

La filosofía se caracteriza por ser el arte de crear conceptos. Estos conceptos pueden abrir caminos que se entrelazan, se pierden y encuentran, en lo que el filósofo Gilles Deleuze definió como un plano. Se trata de una manera de entenderlo muy gráfica. Nuestro pensamiento se ciñe a ese plano dentro del cual realizamos nuestra investigación científica, o comprensión del mundo. Vivimos nuestra vida dentro de este plano.

Pero la realidad tiene mucho más para ofrecer. Nuevos territorios que podremos descubrir si somos capaces de encontrar nuevos conceptos. Y en torno a ellos, nuevamente, se formará irremediablemente otro plano con nuevas experiencias, nuevas oportunidades y también nuevos conflictos que se mostrarán entonces a nuestro pensamiento.

Para este autor, lo que nos incita a conceptualizar no es un resultado científico, sino un acontecimiento. Se trata de una experiencia que en principio es inclasificable, innombrable. ¿Quiénes en nuestro entorno son más propensos a experiencias que no consiguen nombrar?, o también: ¿Quiénes desconfían de los nombres dados porque no terminan de encajar del todo con lo que sienten? Seguro que tienes ya la respuesta en mente: nuestros jóvenes y adolescentes.

La herramienta que vengo a presentarte sirve para indagar sobre las experiencias que estamos viviendo en nuestra vida y convivencia, orientarnos en el camino de conceptualizarlas y abrirnos a un nuevo plano de comprensión. Y, por supuesto, para los jóvenes es una buena herramienta para filosofar sobre su situación.

El ejercicio de simbolización que hacen las personas a las que se aplica el test depende del imaginario que cada participante proyecta sobre los personajes, por eso es importante validar su interpretación personal independientemente de la interpretación estandarizada que figura en los manuales. A continuación os presento algunas claves.

Primer momento: análisis del árbol

¿Por qué alguien puede sentir la necesidad de subirse a un árbol? Permitamos que los adolescentes jueguen con la respuesta. Una tormenta de ideas puede ser ideal para este momento. Las anotaremos todas en la pizarra dejando a su lado un espacio para la segunda.

¿Qué simboliza el árbol? Cada estudiante, o cada grupo de estudiantes, puede elegir una interpretación. A partir de ella, la lista de «necesidades» anotada al lado puede cobrar un sentido nuevo que trataremos de explicitar. Por ejemplo, si hemos dicho que el árbol simboliza «nuestra convivencia en el aula» quizá la necesidad de «ver más lejos» que alguien puede haber dicho se reinterpretaría como «aprender cosas nuevas». O también, otro ejemplo, si simboliza «el desarrollo de mi vida», y si alguien ha señalado la necesidad de «disfrutar de la naturaleza», podríamos reinterpretarla como «saber disfrutar de lo que nos rodea». Otras «necesidades» que pueden aparecer son, por ejemplo: «buscar soledad», «pasárselo bien», «relajarse», «encontrar frutos», «explorar», «tener una aventura», «comprobar si soy capaz»…

Segundo momento: análisis de los personajes

Los participantes van a analizar la situación que el test de los monigotes presenta, para lo cual utilizarán la hoja sin las numeraciones. Se les pide que analicen cada uno de los veinte personajes en privado. El profesor recorre cada uno describiéndolo y pidiéndoles que lo numeren. También les puede pedir que uno a uno describan la situación, pero con las siguiente advertencia: deben limitarse a describir lo que se ve, los hechos, sin hacer por el momento ninguna alusión a los sentimientos o lo que está pasando (pues cada uno puede tener diferentes interpretaciones).

Una vez hecha la descripción, con el objetivo de activar la capacidad de empatía, se les sugiere que recuerden algún momento en su vida en el que se han sentido como creen que se siente cada uno de los personajes.

Al finalizar el análisis es el momento de preguntarles. ¿Qué quieren los estudiantes analizar con este árbol? Para ello podemos votar entre las diferentes opciones que puede simbolizar el árbol. También si lo necesitamos para trabajar algún problema concreto en el grupo de clase podemos elegir nosotros, por ejemplo, «nuestra convivencia en el curso» o «mi relación con mi familia».

Tercer momento: uso del árbol

Pip Wilson sugiere que cada participante elija dos de los monigotes. El primero representará su situación presente, mientras que el segundo expresará aquella situación en la que le gustaría llegar a estar. Son el «yo presente» y el «yo futuro». Y, aquí, es importante dejar claro a qué nos referimos con «futuro»: ¿Qué proceso estamos considerando y qué momento del mismo?. Por ejemplo, puede ser «el final de curso», «el desarrollo de un proyecto en grupo»; o, si hablamos de la familia, puede ser «nuestra mudanza», «el nacimiento de mi hermana», etc.

Cada uno intervendrá su hoja coloreando ambos de diferente manera, pueden incluso complementarlos dibujando algún objeto que consideren importante para representarse a sí mismo.

A continuación llega el momento de representar a los demás. Los estudiantes pueden escribir los nombres de aquellos que le acompañan junto a aquellos monigotes que creen que más les representan. Hay que tener en cuenta que un mismo monigote puede servir para representar a diferentes personas, cada una con un motivo diferente.

Cuarto momento: interpretación de los resultados

Dependiendo del tema que hayamos decidido trabajar podemos recoger los trabajos para analizarlos nosotros mismos o podemos proponerles a los estudiantes un análisis colaborativo.

Podemos realizar una exposición pegando los trabajos en clase y dando un tiempo para visitarlos como si se tratara de un museo, o hacer grupos de trabajo para compartirlos y compararlos. Se trata de producir una actividad que les de a cada uno la oportunidad de comparar su situación con la de los compañeros, o incluso ver cómo es percibido por los demás.

Cada estudiante puede terminar el trabajo con un trabajo escrito o con un diálogo en clase. Podemos basarnos en las siguientes preguntas:

  • ¿Qué diferencia hay entre mi «yo actual» y mi «yo futuro? ¿Qué estoy dispuesto a aportar para llegar ahí?
  • ¿Qué visión tienen los demás de mí? ¿Qué preguntas les podría hacer a quienes tienen esta visión?
  • ¿Quiénes no aparecen en la presentación? ¿Qué papel podría darles en mi árbol?
  • ¿Qué «yo futuro» de mis compañeros es más llamativo para mí? ¿Qué puedo preguntar para averiguar su significado?

Este último momento será clave para conseguir encontrar nuevos conceptos que nos permitan nombrar las experiencias que estamos viviendo.

Te animo a que cuentes tu experiencia. ¿Cómo te fue con el test del árbol?

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