Cómo hacer a los alumnos protagonistas de la explicación del Holocausto
Entre las tragedias del siglo XX, el Holocausto es una de las que con más claridad muestra la facilidad con que hasta los pueblos más cultos pueden deslizarse hasta la barbarie. Pero incluso esa locura tiene sus razones y hay que saber explicarla, aunque sea ilusorio pretender que el conocimiento es garantía de un «nunca más». El conocimiento se asienta mejor cuando el que aprende es protagonista y esto es lo que pretenden las expediciones itinerantes que el Museo del Holocausto (Yad Vashem) pone a disposición de los centros escolares españoles.
Cómo entró el Holocausto en nuestro currículo
Parece innecesario recordar que los crímenes de la Segunda Guerra Mundial, particularmente los cometidos por los nazis, provocaron en repulsa que las Naciones Unidas, nombre que se dieron los Aliados contra Hitler, proclamaran el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos y condenaran el genocidio. Pero la conveniencia de dedicar un día a conmemorar las víctimas judías del nazismo, al Holocausto, conocido en lengua hebrea como Shoá, fue muy posterior, y en ello España no ha ido particularmente rezagada: en 2004 el Gobierno español estableció el 27 de enero, aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, como Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad. La Asamblea General de la ONU hizo lo propio casi un año más tarde, en 2005.
Dos años más tarde, el decreto 1467/2007 que establecía los contenidos mínimos del Bachillerato en la Ley Orgánica de Educación (LOE), incluía en la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo el «antisemitismo: la singularidad del genocidio judío».
Junto a la Segunda Guerra Mundial y otros genocidios, el Holocausto ha formado parte del ámbito de Historia en la ESO desde que se estableció su currículo a fines de 2014. Con el tiempo, sin embargo, su singularidad se ha diluido, hasta el extremo de que a fines de 2020 la LOMLOE ya solo menciona en la disposición adicional 41ª, al hablar de los valores «que sustentan la democracia y los derechos humanos», que conviene estudiar culturas diversas, como la gitana, otras minorías étnicas y conocer «hechos históricos y conflictos que han atentado gravemente contra los derechos humanos, como el Holocausto judío y la historia de lucha por los derechos de las mujeres«.
¿Qué harías si te encontraras con Hitler por la calle?
Vayamos, pues, más directos, a mencionar ciertos recursos que permiten sacar el Holocausto del bosque genérico de las cosas de cierto interés. La sucursal española del Museo del Holocausto (Yad Vashem España) comenzó en septiembre de 2021 a ofrecer la primera de las tres exposiciones itinerantes, diseñadas por historiadores y organizadas por el Departamento ready2print del Museo del Holocausto en Israel, titulada Shoá, ¿Cómo fue humanamente posible?
De esa primera ronda de exposiciones, recogí una anécdota significativa, ya que tras acompañar a la visita de la exposición en el instituto donde trabajaba, el comisario que la explicaba, un alumno de 4º de la ESO del propio instituto, preguntó a modo de resumen a sus compañeros qué harían si se encontraran con Hitler por la calle. Una de las asistentes contestó:
―Yo me haría un selfi con él.
Hacerse un selfi con Hitler es algo que se les ocurre a algunas de las personas que se topan con él en la película Ha vuelto, dirigida en 2015 por David Wnendt como eco de la novela con que el año anterior imaginó Timur Vermes la vuelta a la vida del dictador en el mismo lugar, el jardín de la Cancillería del Reich, en donde fue quemado su cuerpo. Lo peculiar de esas escenas, en las que al menos dos mujeres se hicieron selfis con el actor que daba vida a Hitler (Oliver Masucci), es que fueron, según parece, espontáneas, y por tanto se saldrían del guion de esa comedia o falso documental.
Más allá de la anécdota, el olvido del mal o su banalización, al que ya hacía referencia Hannah Arendt en su famoso libro sobre Eichmann, siempre será un enemigo contra el que luchar; en mi caso, el suceso sirvió para introducir una obra sobre los Mártires cristianos bajo el Nazismo, y para todos bien puede ser ocasión para prestar atención a recursos como estas exposiciones ofrecidas por la Yad Vahem y cuyo funcionamiento me explica su responsable, Celilia Levit, profesora de Historia del Pueblo Judío en el Centro de Estudios Ibn Gabirol – Colegio Estrella Toledano.
«Nuestra propuesta -explica la directora del proyecto- radica en dar formación académica y metodológica a diferentes grupos de alumnos de cada Instituto o universidad para guiar las exposiciones. Nuestro objetivo es propiciar el empoderamiento juvenil, los valores democráticos y la participación de los jóvenes a través de la enseñanza de la Shoá. Reflexionar
acerca de la importancia de poseer y mantener una sociedad libre y democrática y que este mensaje se multiplique desde los alumnos guías a todos los que recorran».
Educación entre pares
La clave es, pues, que sean los propios alumnos quienes enseñen. Además de la exposición sobre las razones de la Shoá, que Levit define como «más cronológica y conceptual», hasta ahora se ha ofrecido otra titulada «Manchas de luz, ser mujer en el Holocausto» y una tercera titulada «Estrellas sin cielo, los niños de la Shoá». Cada una está formada por 20 paneles de gran calidad «que se hacen en Jerusalén y nosotros los imprimimos». En el curso 2024-2025 se ofrecerán, además, una exposición sobre «Los justos de las Naciones» y otra sobre «El arte en el Holocausto».
«Para mí lo más interesante -continúa Levit- es la formación online de los estudiantes que van a ser comisarios de las exposiciones, porque, aunque los profesores tienen que enseñar sobre el Holocausto,y se esfuerzan, a veces todo queda en un apéndice de un libro. Este curso tiene cierta profundidad, a pesar de que es online. Yo me encuentro con alumnos muy interesados, sin tantos prejuicios como los mayores, con ganas de saber, ya que no tienen ni idea de qué es un judío. Hablamos bastante de los orígenes del odio, repasando libros de historia, lo hacemos bastante interactivo. Los chicos responden muy bien. Tratamos de rescatar la vida, la resistencia, la dignidad del ser humano».
La formación de los alumnos-comisarios tiene lugar en «cinco encuentros teóricos bastante interactivos, porque trabajo con aplicaciones y el último día traigo un superviviente, online obviamente, puede estar en Madrid, Argentina o Israel, hablando en español, estamos una hora hablando, y eso abre perspectivas. Para no interferir en sus estudios son dos encuentros por mes, en octubre, de dos horas. Los alumnos que van a ser comisarios se ofrecen voluntarios, a veces los profesores les suben la nota y cuando acaban el curso y presentan la exposición en sus centros, luego Yad Vashem España les hace un certificado de haberse formado como guías».
La inscripción para el curso 2024-25 está abierta desde el 12 de junio y se puede solicitar escribiendo a la coordinadora (cecilialevit@yadvashemspain.com), o mediante un formulario de Google. La primera fase de formación, para los que se apuntan en verano, comienza en octubre, instalándose las exposiciones entre enero y mayo. En febrero se abre una convocatoria de repesca, que suele ser minoritaria. Según la página de las exposiciones, hasta el curso 2022-2023 visitaron la primera 14.000 personas gracias a 50 exposiciones y 215 alumnos formados, mientras que la segunda (mujeres) fue vista por 8.000 personas en 28 institutos, gracias a 120 alumnos formados y la tercera (sobre los niños) por 4.800 personas en 16 centros, gracias a la formación de 100 alumnos.
Los españoles justos entre las naciones
Al rememorar a los nueve españoles que han recibido de la Yad Vashem el título de justos entre las naciones, conviene recordar que, conforme al dicho del Talmud de que quien salva una vida salva a la Humanidad, van desde el gran Ángel Sanz Briz, que salvó a 5.200 judíos húngaros (muchos más que los 1.200 de Schindler, pero él no tiene película), hasta el encargado de negocios agrícolas en Berlín –José Santaella y su esposa alemana Carmen Waltraut-, que salvó a solo tres personas, pasando por otros encargados de negocios en París –Eduardo Propper (salvó a entre 1.500 y 4.000, también más que Schindler)- y Grecia –Sebastián de Romero (salvó a 600)- que como los dos anteriores obraron siempre por cuenta propia para salvar a los judíos de nacionalidad española e incluso a los que no eran ciudadanos españoles, a pesar de las órdenes oficiales de desentenderse de ellos.
La propia Yad Vashem, en cuya página española se honra la memoria de Sanz Briz con una foto del monumento que tiene en Zaragoza, recibió en 2007 el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.