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Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

Fin de curso

El huracán educativo también necesita su ojo. Cada año vuelve a ser un lienzo en blanco. Ojalá que haya sido un curso alegre, interesante, lleno de inspiración. Y con errores lo suficientemente valiosos, como para hacernos mejores.
Lourdes Bazarra y Olga CasanovaMiércoles, 12 de junio de 2024
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© ADOBE STOCK

A partir de mayo, en todas las Salas de Profesores, en el despacho de Directores y Jefes de Estudio, de coordinadores, debería haber una foto de Verstappen, de Alonso o de Sainz, pilotos de Fórmula 1. Porque un colegio se parece mucho al volante (el DRS, así se llama el volante de los coches de fórmula 1) que tienen que manejar.

Para entender el paralelismo, basta con que os demos los datos  que describen este singular volante:

  • 20-30 botones
  • 8 velocidades
  • Giros de 270 grados
  • Más de 3.000 cambios de marcha

Si el volante del fin de curso es también un DRS.  Si tuviera botones, seguro que ahí estarían las evaluaciones, las notas finales, los documentos de la Administración, las salidas de fin de curso, la entrega de notas, los Festivales, las entrevistas con los padres, la preparación de los materiales de verano, previsión de bajas y contrataciones, recoger las clases…Y, por si fuera poco, planificar el próximo curso.

No es extraño que al fin de curso le puede su propia velocidad. Sus urgencias. Seguro que Lennon, si hubiera trabajado en un colegio, personalizaría para los que trabajamos en la escuela una de sus frases de referencia Vida es lo que está pasando mientras sumas finales de curso.

Pero si uno consigue pararse, si creamos un espacio para mirar lo que describe estos 10 meses, es posible que nos sorprendamos. Por eso, uno de los regalos que nos hace junio, y que casi nadie conoce –sólo nosotros– viene cuando los niños ya no están y el centro es silencio. Entonces se nos cuela por la puerta la reflexión. Y viene a cogernos de la mano mientras retiramos murales, mapas de ideas, fotos, libros, avisos. En ese rato en que intentamos devolver claridad al escritorio del ordenador… Ese instante, que debería durar más tiempo, es el que nos permite escuchar qué hemos hecho con esos 10 meses.

No sabemos si a los lectores también os pasa, pero a nosotras nos recuerda siempre mucho al final de la Navidad, cuando han pasado los Reyes Magos, y dedicamos la tarde a recoger el belén, el árbol, y guardamos los adornos en cajas. Ese silencio con uno mismo. Ese silencio de ser consciente de lo vivido y de imaginar cómo será la próxima. Cómo seremos nosotros.

El fin de curso no debería ser un cierre sino un balance desde el que coger impulso. Que los alumnos, los profesores, los Equipos Directivos, los Padres, ¡la Administración Educativa!, hagamos pie en lo aprendido para tomar impulso hacia el próximo curso.

Hacer un balance supondría concretar evidencias sobre:

  • lo conseguido
  • los procesos finalizados e interiorizados
  • lo que ha quedado pendiente
  • lo descubierto necesario, que queremos poner en marcha el próximo curso

La calidad y el sentido de servicio de un profesional se muestra en su capacidad para convertir su experiencia y su desempeño… en aprendizaje. Da igual el ámbito de responsabilidad desde el que desarrollemos nuestro trabajo. La vida empieza muchas veces, pero su vocación no es la de repetirse sino la de avanzar y mejorarse. Hay una frase de Lledó que para nosotras es parte de nuestra brújula:

“La esencia de la educación es mostrar el mundo como posibilidad”

(Emilio Lledó)

Dicen que hasta los ciclones tienen su espacio de reflexión. Allí es donde sitúan su ojo. El ojo es la región donde las condiciones meteorológicas están más calmadas y, aunque está circunvalada por una pared simétrica de torres de tormentas, se caracteriza por vientos flojos y cielos despejados.

El huracán educativo también necesita su ojo. Cada año vuelve a ser un lienzo en blanco. Ojalá que haya sido un curso alegre, interesante, lleno de inspiración. Y con errores lo suficientemente valiosos como para hacernos mejores.

Buen final de curso a todos. Y unas vacaciones llenas de descubrimiento, de alegría y experiencias.

La vida nos dará otra oportunidad en Septiembre. Porque la vida comienza muchas veces… y eso es una suerte. 

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