La Escuela Montessori de Tenerife cumple seis décadas y homenajea a sus primeras docentes y a sus fundadores
‘El Mae’ y la ‘Seño Nieves’ con su alumnado, en los años 60, en la fragata Danmmark, un buque escuela danés con el que la Escuela Montessori estaba muy vinculado y cuyas visitas se producían cada vez que atracaba en el puerto capitalino.
En 1964, la educación, como la sociedad, en España estaba marcada por el régimen franquista y la Iglesia Católica. Fue en ese año cuando José Antonio Castro Álvarez, ‘el Mae’, y Nieves Fernández Díaz, una pareja de treinteañeros amantes de la docencia y aprendices de todo aquello que captaban en sus largos viajes por Europa haciendo autostop, verano tras verano, decidieron poner en marcha lo que, en aquel entonces, podría parecer una utopía: una escuela laica, de libre pensamiento y mixta.
Bajo el nombre de Parvulario Montessori, Antonio y Nieves fueron construyendo poco a poco, en el interior de dos pequeñas casas anexas, en el popular barrio de El Toscal de la capital tinerfeña, las aulas de un centro muy diferente al resto. Con un método pedagógico sustentando en el fomento de la autonomía y de la solidaridad del alumnado, así como en la formación de su propio espíritu crítico, inspirado en la pedagoga italiana María Montessori.
El trabajo de los padres, madres, los niños y las niñas, que acudían en verano a ayudar en las obras, dirigidos por ‘El Mae’, permitió a ‘la escuelita’, como así la llamaba cariñosamente él, crecer. Pese a ello, se daba la circunstancia de que, al no estar autorizada por el sistema educativo de entonces, su alumnado debía ir a realizar sus exámenes a otro colegio, en Primaria, y a otro instituto, en Bachiller Elemental.
José Guadalupe, uno de los doce niños y niñas que llenaron la primera clase del centro en el año 64, recuerda “el cariño y la familiaridad con la que siempre nos trataron la ‘Seño Nieves’ y el ‘Mae’. Ella, nacida en La Palma, realizó sus estudios de Magisterio en la Universidad de La Laguna, y fue, al inicio, la encargada de impartir clases a los más pequeños de las primeras promociones.
‘El Mae’, por su parte, inculcaba al alumnado conocimientos sobre “cómo interactuar con el mundo y desenvolvernos en él”. Si María Montessori afirmaba que “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”, Antonio Castro introdujo a su alumnado una muy parecida, y mucho más escueta: “Búscate la vida”. Recuerda José que “no solo la decía, sino que, además, nos enseñó a aplicarla. Como ejemplo, una de las actividades en Primaria era la rellenar impresos del banco e ir a ingresar una peseta”. Una actividad que no existía entonces en ningún currículum educativo, pero que les permitió experimentar en primera persona cómo funcionaba una caja de ahorros.
Otras muchas enseñanzas de la escuela procedían de su compromiso con la red de Escuelas Asociadas de la UNESCO, lo que siempre ha implicado la promoción en el centro de aspectos relacionados con la cultura, la paz, los derechos humanos, la igualdad entre las personas y el medio ambiente. Todos, presentes en las actividades, tanto en la escuela como en el entorno de la misma, y que pasan por la conmemoración del Día de la Paz y la No Violencia (DENIP) o el Día Internacional de la Mujer.
José, nacido en el año 59, pero también María José (1967) y Dácil Parrilla (1974), María del Cristo Bello (1968), Álex Cámara (1976), Nora Correa (1980), Xerach Morales (1983), Javier Fernaud (1997) o Alicia Muñoz y Sara Afonso (2005) expusieron durante una emocionante tarde sus experiencias y recuerdos más entrañables, pero también los más duros de su paso por la escuela.
Sin duda, dos de los más complicados, en sus 60 años de vida, se sucedieron cuando fue derruido el polideportivo donde el alumnado hacía ejercicio, y situado a apenas 100 metros de la escuela, denominada la Ciudad Juvenil, conocida como ‘La OJE’ (Organización Juvenil Española).
El otro momento, si cabe aún más complicado para la escuela, sucedió a principios de los 90, cuando el centro recibió un aviso de embargo bancario como consecuencia de la imposibilidad de hacer frente a las elevadas cláusulas de un préstamo para la compra de un solar cuyo fin era instalar las aulas de Secundaria.
Aquel aviso de embargo y, por tanto, la posibilidad de cierre del centro en el plazo de diez días, llevó a ‘El Mae’ a ponerse en huelga de hambre frente a la entidad bancaria. Finalmente, la presión de padres y madres, profesorado, y el propio alumnado, en lo que denominaron ‘Operación bloque’, hicieron que la dirección recapacitase y renegociase aquellas condiciones.
Meses después, se pudieron inaugurar las obras en el solar, para cuyo momento el fundador del Montessori se había dejado una coleta, que fue cortada por el padre de dos alumnos del centro, Salvador Romero, y enterrada bajo el suelo del nuevo edificio.
Fue a partir de entonces cuando Antonio y Nieves se plantearon la posibilidad de crear una fundación, con el fin de que, cuando ellos no estuvieran, su legado continuara y la filosofía del Colegio Montessori de Tenerife siguiera en marcha. Nació así la Institución Libre de Enseñanza ‘El Maestro” en 1998. Sin mucha actividad desde entonces, la misma cobró su total relevancia desde 2014, cuando Antonio Castro falleció repentinamente y, en 2018, cuando Nieves Fernández deja “huérfana” a la escuela de sus amores.
Hernán García recuerda que el matrimonio dejó como heredera universal de todos sus bienes a la Fundación, de la que él es actualmente secretario. “Un acto de generosidad y amor por el proyecto común que ambos habían creado con el deseo de que permaneciese en el tiempo, pese a su ausencia, y al paso de las generaciones”.
De aquella reactivación de la actividad de la fundación surgió la designación, como directora, de una antigua alumna y docente desde los años 90, María del Cristo Bello Linares, quien hoy trata, “desde la humildad, continuar con el legado que ‘El Mae’ y la ‘Seño Nieves’ nos dejaron”.
Y así se pudo ver en el encuentro del pasado 25 mayo. Con la consigna del famoso lema que repetía incansablemente ‘El Mae’, “búscate la vida”, fue el propio exalumnado, con el apoyo de la fundación y dirección del centro, quien organizó el acto, que permitió rendir homenaje a varias de sus docentes más longevas, la mayoría ya jubiladas, como la Seño Reme, la Seño Loly, la Seño Caty, la Seño Irene o la Seño Isabel, además de la Seño Cali, que, tras 39 años en el centro, continúa ejerciendo como maestra con la misma sonrisa que al inicio de su carrera. También se recordó a otro de los docentes más carismáticos, Mamel, fallecido hace nueve años.
El Mae y la Seño Nieves fueron también homenajeados en un acto que culminó con un gran aplauso y la visualización de un vídeo con infinidad de fotografías de la pareja y de las diferentes promociones que han pasado por el centro desde 1964. El alumnado pudo rememorar su infancia realizando un recorrido por las mismas; las que les vieron crecer y donde aprendieron a ser personas.
En el recuerdo, unas palabras de él: “¡Os prometo que la escuela no cerrará jamás!”; sobre un papel, unos versos de ella, escritos de su puño y letra: “Me iré… Pero un halo de optimismo rondará por un jardín de rostros infantiles, luminosos y reidores…, en la escuela de todos: Nuestro Montessori”.