Las mejores novelas históricas
Las novelas históricas más populares entre el público de lengua española suelen estar escritas en esta lengua, ambientarse en lugares propios de nuestra cultura y es raro que sean muy recientes: todas estas características, sin embargo, las contradice la última que acaba de entrar en el club de las que han vendido más de un millón de ejemplares en castellano (El tatuador de Auschwitz, del australiano Heather Morris, editada en 2018). Vamos a dar un repaso a estas novelas que pueden servir como recurso educativo en la asignatura de Historia, sobre todo cuando los alumnos tienen más tiempo para leer o más madurez, dado que no hablamos de novelas infantiles.
Novelas históricas con más de un millón de ejemplares vendidos en español
Nos gusta evadirnos, pero no demasiado lejos: y así los mayores éxitos de ventas se ambientan en Barcelona y Madrid, seguidos por otros lugares que fueron españoles. El estadounidense Gary Jennings fue el primero en colarse en la lista, en 1980, pero con una novela (Azteca) sobre la conquista de México. Para encontrar la primera novela extranjera tanto por autor como por tema, tenemos que esperar a El nombre de la Rosa de Umberto Eco, en cuanto enorme operación de ventas (más de 50 millones en todo el mundo), dentro de la cual unas ventas de 2 millones en el mercado de habla hispana no resulta tan rompedora ni muestra la calidad de Jennings.
A diferencia de los grandes ventas internacionales que, bien por ser clásicos (Tolstói, Victor Hugo, Dumas) o por ser puros productos de mercado, han pasado del millón en lengua española, es mucho más difícil que los autores de las más exitosas novelas históricas en castellano triunfen en otras lenguas. Los dedos de una mano bastan para nombrarlos: Ruiz Zafón, Pérez-Reverte, Falcones, Isabel Allende y María Dueñas. De ellos, Falcones es el que mayor rigor histórico muestra.
Por debajo de los dos millones encontramos la singularidad de Patria, de Fernando Aramburu, que nada tiene de evasión, dado que trata el tema más duro y triste de nuestra historia, y tampoco se aleja en el tiempo, pues abarca las décadas más duras del terrorismo etarra y en el lugar de su mayor arraigo.
Entre los más recientes, rompe con la norma de cercanía nacional El tatuador de Auschwitz, de Heather Morris (2018), que narra la historia de un judío eslovaco. Marca desde luego la diferencia entre la historia y la novela, porque el autor –al igual que el protagonista– no tuvo prisa por contar lo que había descubierto (o hecho): para no causar daño, el autor esperó a la muerte del protagonista, lo mismo que este esperó a hablar de lo que hizo en Auschwitz hasta la muerte de su esposa a la que había conocido en el campo.
Estas diferencias marcan también las razones del éxito de las novelas históricas: la curiosidad, la rareza, la singularidad y en definitiva el sentimentalismo de encontrar el amor en medio del odio; nada que ver con el rigor de los datos: por eso resulta un tanto absurdo que el Museo Memorial de Auschwitz llegara a desaconsejar la lectura de la novela, no porque deje de contar la esencia de la historia, que sin duda se capta, sino por errores tan irrelevantes como que no coincidan los números que llevaba tatuado un personaje, que el tren que los llevara a Auschwitz no pasara por tal o cual localidad, que un edificio mencionado no estuviera construido en esa época, o que no hubiera en ese campo camiones convertidos en cámaras de gas. El autor conoció y trató durante años al protagonista, y si decidió escribir una novela y modificar datos, desde luego no va en perjuicio de la comprensión de lo sucedido. Obviamente, no todas las novelas tratan con tanto respeto a sus personajes.
Pero vayamos ya con las novelas con menos de un millón de ejemplares vendidos en español, entre las cuales se encuentran algunas que se nos presentan como novedades (aunque la lista la encabeza una bien antigua).
Novelas históricas con menos de un millón de ejemplares en español
De nuevo encontramos a grandes clásicos de la literatura universal (Lampedusa, Manzoni, Pasternak, Dumas), a los que ha costado tiempo vendernos una historia ambientada en lugares lejanos, junto con clásicos españoles (Delibes o Vallejo-Nájera) y otros con una visión partidista de la historia (Grandes).
En la parte baja de la tabla, junto con novelas antiguas en portugués, aparecen los superventas en inglés que normalmente nos sitúan en el siglo XX y en la Segunda Guerra Mundial, ya sea recurriendo a historias paralelas de niños, como con la obra premiada con el Pulitzer de Doerr (La luz que no puedes ver), o centrándose en la Francia ocupada (El ruiseñor de Hannah y de El arquitecto de París de Belfoure), o en el aún más singular caso de la isla de Guernsey ocupada por los alemanes (en la obra de Shaffer y Barrows). Hay quien se atreve a introducirnos en la Inglaterra de Enrique VIII (con la trilogía En la corte del lobo, de Mantel, o La otra Bolena, de Gregory).
Como suele pasar, entre los libros más recientes, el éxito internacional es incomparablemente mayor que el logrado en lengua española (15 millones contra 300.000 para La luz que no puedes ver; 7 millones contra 200.000 para Guernsey; 4,5 millones frente a 400.000 para El ruiseñor), lo cual es un filtro relativo, ya que no triunfar en español, como hemos intuido, depende de las peculiaridades de un público muy apegado a su terruño e historia, más que de la calidad de la obra. Por eso no puedo terminar sin llamar la atención sobre una joya ya algo antigua, El puente de Alcántara de Frank Baer, documentada historia de la primera época del Al-Ándalus musulmán, en cuyo mapeo empleó el autor alemán cinco años, siendo el resultado tan excelente que está entre las obras recomendadas desde la Biblioteca Nacional española.