Verano: tiempo para mostrar lo aprendido durante el curso
Consultados sobre los medios a los que confían lo aprendido en la asignatura de Religión, algunos profesores me hablaron de campamentos y campos de trabajo, de recomendar obras de santos y novelas de tema religioso, de animar a sacrificarse en aspectos concretos como «un día sin chuches, visita a los abuelos, ayudar en la casa (hacer la cama, poner la mesa, ayudar a hacer la comida, barrer, fregar), la lectura de los evangelios y como plato estrella, grabar vídeos con amigos representando pasajes bíblicos y compartirlos».
Los alumnos, por su parte, dijeron distinguir entre el descanso del ordenador de la clase, que se va a pasar dos meses apagado, y el suyo, que no es la hibernación de un oso. Comprenden que la relación con Dios, sobre la que ha versado la asignatura, para seguir conectada, tiene que ver con vivir de fe. Junto a las parábolas evangélicas de la siembra y el crecimiento del grano, que nos recuerdan las lecturas de la 11ª semana, buscamos otra comparación que pueda serles útil.
La comparación del velero
La fe y la relación con Dios es un esfuerzo individual, pero también colectivo, que no exige nadar a brazo partido. La Iglesia es un barco en el que basta con permanecer para guardar la fe: al menos por temporadas sin esfuerzo, o sin uno notable, como sucedía con el grano sembrado. Esta comparación se desglosa en tres puntos:
- El barco, en el que se mantiene uno a salvo guardando la fe.
- El mástil que transmite el impulso del viento al casco de barco, a semejanza de cómo los sacramentos transmiten la gracia de Dios.
- Las velas y el timón, que permiten gobernar el barco, como la oración y el sacrificio permiten aprovechar el impulso de la gracia.
Punto 1 : recursos que ayudan a verse dentro de la Iglesia, desde campamentos a «caminos» de Santiago o similares; lecturas que han hecho tanto santos y partiendo de los santos, como San Ignacio de Loyola, que leyó, durante su forzoso descanso, vidas de santos que le ayudaron a convertirse. Aquí va una lista de vidas de santos (en su mayoría películas).
También protegen la vida como el casco del barco las lecturas, la cultura, uniendo fe y vida. Por eso en verano es útil escuchar a los que ayudan a elegir libros: de cultura general, como José Ramón Ayllón (en el índice de su libro Qué leer cuanto antes); de literatura española como José Ignacio Peláez (aquí su prólogo sobre el Siglo de Oro), de Filosofía y Cultura, como José Pérez Adán; o consultar las listas de agencias como Aceprensa, con sugerencias veraniegas para 2024, de literatura infantil y juvenil en 2023, 2022, 2021, novelas para las vacaciones en 2020...
Punto 2: Para conectar el casco y el mástil, la vida y los sacramentos, es bueno meditar la doctrina y la liturgia con ayuda de los que -aún sin ser santos, ya que están vivos- dan testimonio por ejemplo en canales de Youtube como los de esta selección. Seguro que tenemos cerca una parroquia con canal de Whatsapp u otras redes con las que mantenernos al día sobre la liturgia: valga como ejemplo el instagram @elsoploilustrado, del profesor @angelortiz0707 con una sencilla ilustración para el Evangelio de cada domingo.
Punto 3: Para orar sirven los textos litúrgicos leídos desde aplicaciones como Evangelizo, o buscar en la web las lecturas y comentarios, devocionarios, el Rosario, o la aplicación de Radio María, que puede abrirse -también existe la opción clásica de encender un aparato de radio- para rezarlo a diario a las 9:25 y las 19:00.
Y para el sacrificio sin el cual la oración es palabrería, sirven los consejos aportados al comienzo por los profesores, o la imaginación de cada cual. Si aún caben un par de recomendaciones -aunque supondrán una excepción a la mejor de todas, que es descansar del móvil durante las vacaciones-, recuérdese que es cosa de niños aprender idiomas (por ejemplo con Duolingo) o mecanografía (por ejemplo con AgileFingers).
A poco que sople el viento, si uno no avanza en verano será que tiene algún cabo suelto.