Nacho de los Reyes: "Se ha invertido la situación, al 99% de las familias les preocupa un exceso de pantallas en el aula"
Redes sociales, acceso a contenidos inapropiados, pornografía… Habrá que regular, sí, pero para Nacho de poco servirá sin una reflexión profunda sobre nuestros papel como educadores. Eso es lo que le ha llevado a lanzar, en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria, el Máster de Excelencia Educativa con el que quieren formar –sobre el terreno, en la propia aula– a los maestros y profesores que necesitan las escuelas de este tiempo nuestro, tan apasionante pero tan complejo y cargado de retos.
Ese MIR educativo que los políticos han sido incapaces de poner en marcha, aquí lo tenemos.
«Un maestro se hace maestro siguiendo a otros maestros», proclama el director del Colegio Nicoli, pionero, junto con la Fundación Internacional de Educación y la UFV en el lanzamiento de este máster, que aspira a formar de una manera mucho más consciente a los docentes de Infantil y Primaria. Nacho de los Reyes explica cómo los dos o tres meses habituales de prácticas se convierten en el máster en un año entero de prácticas remuneradas, con trabajo real con tutorías, elaboración de materiales, participación en juntas de evaluación, seguimiento de la clase, siempre con el acompañamiento de un tutor.
¿Y todo esto por qué? «Porque hacen falta maestros. Hacen falta profesores apasionados por aquello que a ellos les ha apasionado, y que sean capaces de comunicarlo, y esto es un tesoro para la vida de los colegios, para la vida del aula, para la vida de las familias… Y esto es una responsabilidad social clarísimamente, porque si los profesores fallan, falla el sistema, y luego nos damos cuenta de que el barco hace aguas por mil sitios y nos lamentamos, pero nos tenemos que preguntar qué hemos hecho para reforzar el trabajo, la creatividad, la inteligencia de los docentes, y cómo estamos favoreciendo experiencias educativas que dispongan una formación seria, específica», asevera De los Reyes.
Si los profesores fallan, falla el sistema, y luego nos damos cuenta de que el barco hace aguas por mil sitios y nos lamentamos
"Sobre la digitalización, Nacho se moja: «Creo que ha habido una ingenuidad muy grande, porque probablemente todos nos hemos visto inmersos en un contexto que implicaba una gran novedad y que tenía muchas posibilidades, pero creo que hemos sido ingenuos respecto de las implicaciones que tenía un contexto de estas características. En los colegios ha pasado lo mismo. Pienso en la incorporación de la digitalización: era algo necesario pero al mismo tiempo a veces lo hemos incorporado sin una cierta criticidad, sin sentido común o con mucha prisa. Yo creo que se están pagando ahora en gran medida muchas consecuencias de ello».
Explica el director cómo de 150 entrevistas a familias nuevas, «el 99% preguntaban con la inquietud y el deseo de que no hubiera un exceso de pantallas en el aula. Claramente se ha invertido la situación con respecto a hace 10 años, y ves colegios que están dando marcha atrás, ves una reflexión pública ya más seria, más consistente, frente al entusiasmo ingenuo que pudo haber en otro momento. También porque hay más datos».
Con la pérdida de la ingenuidad ha venido el desencanto, fruto de mucha expectativa incumplida «cuando se pide de manera exagerada a la digitalización, a cualquier metodología o a cualquier otra circunstancia más de lo que puede dar». Porque, a su juicio, la fuerza de un colegio, la fuerza de una propuesta educativa, no reside ahí, y la clave está en «saber manejar con inteligencia esas circunstancias sin esperar mucho de ellas y tampoco sin asustarse cuando puedan estar presentes, porque forman parte también de nuestra vida y hay que contar con ellas de manera inteligente».
Sobre la IA apunta que implica muchísimas posibilidades que ya nos están desbordando ahora mismo, porque no hay un marco educativo ni legal lo que hará que a los problemas que vayan surgiendo se llegue «un poco tarde». También alerta de que estamos en un contexto en el que cabe «mucha despersonalización», dado que la IA se está alimentando a sí misma, lo que genera un escenario muy extraño en el que será importante saber quién indica, quién maneja, quién corrige… La regulación, aunque difícil, llegará, pero «la IA va a desdibujar ciertas coordenadas que nos resultaban muy familiares» y obligará a redefinir la manera de estar en la clase, o de preguntar a los alumnos, con un mayor peso de la exposición oral, pronostica.