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Profesores para la motivación

Evitar que decaiga el interés didáctico es un reto común en los profesores de todos los niveles. Desde la escuela primaria debemos transmitir pasión por las ciencias sociales, la literatura y las áreas STEMs, y brindar a nuestros alumnos numerosas oportunidades para explorar otros idiomas, las artes y los deportes.
Jon Asier BárcenaLunes, 1 de julio de 2024
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Uno de los mayores retos que tenemos los profesores es cautivar al alumnado con las materias que enseñamos. Por ejemplo, cuando doy clases de eficiencia computacional les explico que, si bien el método de multiplicar que se enseña en la escuela primaria es el más intuitivo, no es ni el más eficiente ni el único utilizado por los programas de cálculo computacional. Después les cuento como en los años sesenta del siglo pasado, las élites de las matemáticas soviéticas conjeturaron que la forma clásica de multiplicar era inmejorable, pero también les expongo como Karatsuba, que en aquel entonces estaba preparando un doctorado, desarrolló el algoritmo con el que demostró que aquello sí era posible. He comprobado que este apasionante relato es capaz de motivar a los estudiantes para interesarse por las matemáticas computacionales, y a que no den nada por sentado.

Evitar que decaiga el interés didáctico es un reto común en los profesores de todos los niveles. Desde la escuela primaria debemos transmitir pasión por las ciencias sociales, la literatura y las áreas STEMs, y brindar a nuestros alumnos numerosas oportunidades para explorar otros idiomas, las artes y los deportes. Una motivación temprana en cualquiera de estos campos incrementa en los chicos y chicas el interés por aprender más, también por contribuir a la sociedad, a la vez que fortalece su autoestima. Por eso, siempre estaré agradecido a los profesores y mentores que durante la educación Secundaria me hicieron amar las matemáticas y la escritura, y me animaron a participar en concursos de debate. Con su guía y motivación, descubrí y cultivé intereses que han sido fundamentales a lo largo de mi trayectoria hasta el día de hoy.

Deberíamos despertar una motivación temprana de nuestros jóvenes para paliar tantas deficiencias que, por desgracia, son demasiado frecuentes en la educación preuniversitaria. Sin duda, es con la experimentación y con los trabajos de campo como uno puede suscitar interés por las ciencias naturales. A su vez, interpretar obras de teatro tiene el potencial de crear afición por la literatura. Y la lectura de novelas se debería utilizar para generar pasión por las ciencias sociales. En lo que a mi especialidad se refiere, las matemáticas se disfrutan saboreando la victoria de la lógica frente a las falacias, se fortalecen con la estadística y las matemáticas computacionales, así como gestionando los éxitos y los fracasos en la resolución de problemas.

En el ámbito de las matemáticas, para paliar dichas deficiencias existen un gran número de iniciativas particulares y de asociaciones científicas. La estadística, la programación y la resolución de problemas se fomentan, entre otras maneras, mediante la participación en concursos (por ejemplo, la Olimpiada Matemática). Desafortunadamente, estos no llegan a todo el alumnado ni suelen recibir el impulso de las diversas autoridades, aunque a veces, con insistencia, se consiga de ellas cierto apoyo financiero. En otras disciplinas también existen proyectos similares, que enfrentan al alumno a retos parecidos. Con esfuerzo y dedicación, los profesores podemos cultivar el amor de los jóvenes por el conocimiento, guiándolos para que descubran la verdad por sí mismos en cada uno de los ámbitos académicos, ayudándoles a construir un mundo donde la curiosidad y el aprendizaje sean pilares de un futuro prometedor.

Jon Asier Bárcena, ganador de la VII edición www.excelencialiteraria.com

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