Raúl Sanahuja (Epson): "Hay que compatibilizar material didáctico digital y analógico"

Charlamos con Raúl Sanahuja sobre las tendencias en el sector y el momento en que se encuentra la tecnología educativa, después del boom de hace unos años, que quizá en algunos casos llegó a abrazarse a lo loco a los últimos gadgets, sin una reflexión previa.

¿Qué aspectos conviene tener en cuenta en las decisiones tecnológicas de un centro educativo? 
–Lo primero es planificar en función de objetivos del centro. Esa debería ser la prioridad y no basarse en tendencias o en lo que hacen otros centros. Entre esos objetivos, habitualmente, encontraríamos responder a las necesidades de los equipos docentes, facilitar la capacidad de generar material didáctico adecuado, alinear dichas decisiones con planes estratégicos y de sostenibilidad o reducir costes y/o consumos energéticos.

¿Qué tendencias hay en tecnología educativa en estos momentos? ¿Qué tecnologías se han quedado desfasadas o han sido superadas por otras?
–Si echamos un vistazo a las principales tendencias en edtech (tecnologías educativas), basándonos por ejemplo en lo que aconteció en el congreso Edtech de Barcelona, hablaríamos del uso de la IA, la interactividad, las experiencias inmersivas o la no tan sorprendente vuelta del papel como soporte para generar materiales didácticos. No sé si hablaría de tecnologías desfasadas, pero sí de soluciones poco alineadas con la realidad y exigencias actuales, como la impresión láser, por ejemplo. Debemos avanzar hacia recursos de menor impacto medioambiental. También existe el debate público sobre el uso de pantallas individuales, quizás debiendo ser superadas por experiencias compartidas, interactivas e inmersivas.

¿Cómo se puede lograr un aprendizaje colaborativo mediado por la tecnología? ¿En qué etapas es preferible esta opción a las pantallas individuales?
–Es importante que no olvidemos que las escuelas no son una isla en medio de la nada, sino que responden y se adecúan a la sociedad en la que desarrollan su labor. Una labor, por cierto, que sustenta la base de todo el desarrollo. En esta tesitura, no se puede dar la espalda a dos situaciones: la tecnología está y estará presente en nuestras vidas (desarrollo de hard skills), pero también hay que atender a la llamada prudente de familias y comunidad educativa sobre el exceso de uso de pantallas (soft skills). Se requiere, también, atender a habilidades de socialización, de conocimiento compartido y de reflexión.

Según va siendo más autónomo el alumno, ¿se puede pensar ya en la introducción de pantallas individuales? ¿a partir de qué etapa?
–Nuestro approach a equipos docentes y direcciones de centros educativos nos lleva a pensar en dos conclusiones: la primera es que en las etapas de Infantil y Primaria las pantallas individuales deben estar muy limitadas y aprovechar recursos analógicos y tecnológicos que sustenten el trabajo por proyectos colaborativos. Es ya en Secundaria y cuando el trabajo y reflexión individual requiere quizás de un recurso de pantalla individual. Aun así, debo decir que el profesorado de ambos niveles sigue comentando que su uso de recursos digitales es bastante limitado y siguen necesitando la pizarra rotulable. Así que, ¿por qué eliminarla? Nuestra filosofía, en este sentido, es la de respetar y trabajar sobre ella.

¿Lo digital no debe desplazar a lo analógico? ¿En qué momentos sigue siendo preferible el papel?
–Definitivamente no. Lo analógico, según los expertos, ayuda a una mayor y mejor retención del conocimiento por parte del alumnado, a un grado de concentración mayor y en las etapas iniciales (hasta los 10 años) a un desarrollo óptimo de la lecto-escritura. Hay que compatibilizar material didáctico digital y analógico. El papel es un soporte muy necesario en etapas iniciales, pero también en Secundaria. Esto no está reñido con un uso responsable del papel y, especialmente, de la impresión. Por eso la tecnología Sin Calor de las impresoras Epson, la que ofrece el menor consumo energético de su clase, resulta ideal para responder a esa necesidad, con un menor impacto medioambiental en cuanto a consumo energético o generación de residuo.

¿En qué consiste el aula inmersiva? ¿En qué centros está en marcha este proyecto?
–El aula inmersiva implica el desarrollo de espacios de visualización amplios que permitan ofrecer múltiples contenidos o bien un contenido 360º o al menos que permita una visualización semi-inmersiva. Hay varios proyectos ya en marcha en España, tanto en enseñanza Primaria como Secundaria e incluso universitaria. Destacaría el proyecto destinado a centros de formación profesional del País Vasco, donde encontramos soluciones de proyección interactiva e inmersiva 360º, con tecnología 3LCD de Epson; o el Interactive Teaching System en el que varios centros ya confían para proyectos semi-inmersivos, como el caso de las Escuelas Manyanet; o incluso aulas de investigación y desarrollo totalmente inmersivas, como encontramos en Facultades de Psicología de algunas universidades españolas, para trabajar proyectos vinculados a trastornos del espectro autista o dificultades de atención.

Aparte de en el equipamiento, ¿en qué otros aspectos colaboran con los centros educativos? 
–Nuestra filosofía de innovación eficiente, compacta y precisa que ayude a mejorar la calidad de vida y a construir un mundo mejor se sustenta, principalmente, en un espíritu constante de escucha activa a nuestros stakeholders. En este sentido, realizamos estudios en los que captamos opinión y valoración de profesionales docentes y directivos de centros educativos, prácticamente cada año. Nos interesa conocer cómo la tecnología educativa responde o no a sus desafíos diarios. También formamos parte de los principales eventos del sector en cuanto a edtech, como SIMO Educación o Edtech Congress; y somos miembros del Comité Asesor de Edutech Cluster, para seguir avanzando juntos hacia una mejor planificación y uso de la tecnología en educación.

¿Por qué los fondos europeos suponen una oportunidad para la educación? ¿Se está aprovechando esta oportunidad?
–En un principio, esta gran inversión debía suponer un avance significativo en cuanto a la accesibilidad de los centros, su digitalización (responsable) y también para avanzar en materia de sostenibilidad. Sinceramente, creo que la coincidencia inicial con la etapa pospandemia hizo que se utilizaran fondos sin mucha reflexión y creo que aún queda mucho por hacer. Teniendo en cuenta las tendencias que venimos mencionando en esta conversación, los fondos de resiliencia y digitalización deberían servir para generar una buena tendencia de uso, respondiendo a esa hibridación en la creación de material didáctico, entre lo analógico y lo digital, pero también adecuando las aulas para tener esa capacidad de interacción y conexión con un alumnado que está muy por delante de los propios centros en cuanto a uso y, a menudo, conocimiento de las tecnologías. Por supuesto, nada de esto puede suceder sin incluir esfuerzos de colaboración público-privada en cuanto a formación del profesorado.

¿Qué consejos daría por etapa educativa a la hora de implantar la tecnología educativa?
–El principal consejo es el de guiarse por un plan y ver, comparar, volver a comparar e incluso probar, antes de decidir. La tecnología educativa es un recurso que debe garantizar el cumplimiento de los planes educativos. No podemos tener paneles/televisiones colgadas en las aulas que eliminen las pizarras tradicionales si el profesorado necesita la pizarra tradicional. No podemos permitir que los alumnos del final del aula no tengan la misma capacidad de visualización que los de primera fila. No podemos eliminar el papel impreso si el profesorado y los expertos en psicopedagogía indican que es esencial para reforzar el rendimiento, retención y capacidad de aprendizaje de estudiantes de edades tempranas. El consejo, entonces, es que conozcan, que tengan curiosidad por conocer y sean exigentes, también, en cuanto al rendimiento medioambiental de la tecnología que implementan. Porque todo ello es un acto de responsabilidad desde la principal plataforma de desarrollo y progreso, la educación.